14 • |Amor|

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La luz del sol se filtraba suavemente por la ventana, iluminando la cocina con un brillo cálido y acogedor. Dooshik abrió las cortinas, para así dejar entrar más luz y se sentó en una de las sillas de la mesa, observándome con una sonrisa mientras yo sacaba los ingredientes para preparar el desayuno.

—Nunca me imaginé que sería testigo de un espectáculo tan casero contigo —comentó apoyando su barbilla en una mano y sus ojos siguiendo cada uno de mis movimientos.

—Se me da bien la cocina. Mi madre tiene un pequeño restaurante y desde que era pequeño la ayudaba —le comenté recordando aquellos días —. Un día deberíamos ir. La comida de mi madre es aún más buena que la mía.

—Oh, con que tenemos un futuro pequeño chef —soltó una carcajada —. Y sobre ir al restaurante, me encantaría conocer a mi suegra.

Me reí y negué con la cabeza mientras calentaba la sartén.

Mientras los rollitos de huevo comenzaban a cocinarse, el aroma llenó la cocina, creando una sensación hogareña que me hacía sentir en paz. Estaba concentrado en no quemar nada cuando sentí a Dooshik acercarse por detrás. Su calor era inconfundible, y antes de darme cuenta, envolvió sus brazos alrededor de mi cintura, apoyando su barbilla en mi hombro.

—Huele delicioso... —murmuró, su aliento cálido acariciando mi cuello —. Y no me refiero solo al desayuno.

—¿Me estás distrayendo a propósito? —pregunté con una sonrisa, disfrutando de su cercanía.

—Quizás... —susurró, dejando un suave beso en mi hombro desnudo, pues tenía la parte derecha de la camiseta deslizada ante el tamaño de esta —. Pero es que no puedo evitarlo, me gusta estar cerca de ti.

El momento se sintió tan natural, tan perfecto, que no quería que terminara. Mientras seguía cocinando, Dooshik permanecía a mi lado, sin separarse, como si el simple acto de compartir el espacio fuese suficiente para ambos.

—Ves a sentarte, ya casi está.

Dooshik sin protestar se separó de mi y fue a sentarse esperando impacientemente. Notaba como me seguía con la mirada, cada paso que hacía.

Finalmente, cuando el desayuno estuvo listo, serví los rollitos de huevo en dos platos y los llevé a la mesa, donde Dooshik estaba sentado, con una sonrisa perezosa pero satisfecha en su rostro.

—Se ve increíble —dijo tomando los palillos, no note que había puesto la mesa —. Y huele mejor de lo que imaginaba.

Nos sentamos a comer en silencio por un momento, disfrutando del sabor simple pero reconfortante de los rollitos. Observé a Dooshik mientras probaba el primer bocado, sus ojos cerrándose un poco en señal de satisfacción.

—Está delicioso, Jooha —dijo, guiñándome el ojo —. Eres muy buen chef, un día espero que me cocines con solo el delantal puesto.

Sonreí, contento de que disfrutara el desayuno, pero sonrojado por los comentarios tan salidos de tono que hacia. Mientras comíamos, la conversación fluía naturalmente, alternando entre bromas y momentos de complicidad, como si el mundo exterior no existiera.

Cuando terminamos de desayunar, Dooshik dejó sus palillos a un lado y se recostó en la silla con una sonrisa satisfecha.

—Ahora que hemos repuesto energías, ¿volvemos a hacer cardio?

Reí pero negué.

—No quiero ahora, se me fue el calentón —me encogí de hombros.

—Oh, eso tiene solución —se levantó acercándose a mí. Me cogió en brazos, como si de un saco de patatas se tratará y noté que iba dirección a la cama.

Un Refugio En Tí •|ᴘᴇᴀʀʟ ʙᴏʏ|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora