Capítulo 1

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Encuentro inesperado

Era un miércoles por la tarde-noche, el aire de la Reserva La Push estaba cargado de una calma inusual. Seth Clearwater, de 24 años, acababa de terminar su turno en la veterinaria. Amaba su trabajo. La conexión con los animales siempre había sido una parte natural de su vida, pero, por alguna razón, esa tarde se sentía más agotado que de costumbre.

Aún con el uniforme de trabajo y las botas llenas de barro, decidió caminar de regreso a casa. El cielo ya comenzaba a oscurecerse y la brisa del océano traía consigo el olor salado y fresco de la playa cercana. De fondo, podía oír el sonido suave de las olas chocando contra la orilla.

Pensó en Leah, su hermana, y en cómo su vida había cambiado desde que se imprimó en Nylion, el hijo de Paul y Amore. No dejaba de sorprenderse cómo el lobo gigante de casi dos metros y medio había traído un nuevo tipo de calma a la vida de Leah, quien solía ser tan dura e impenetrable. Ahora, Seth a menudo los veía juntos, relajados y conectados de una manera que él no había experimentado jamás.

«Tal vez algún día»pensó Seth, mientras pateaba una piedra por el camino, «pero no creo que la imprimación sea para mí.»

Perdido en sus pensamientos, un movimiento repentino llamó su atención. Justo frente a él, un animal pequeño se deslizó entre los árboles. A primera vista parecía un hurón, un poco más grande de lo normal y con el pelaje completamente blanco, excepto por su pequeña nariz rosada. Seth frunció el ceño, extrañado por el comportamiento del animal. No era común ver un hurón por la Reserva, y menos uno que lo miraba con tanta intensidad.

De repente, el hurón avanzó hacia él a una velocidad increíble. Seth apenas tuvo tiempo de reaccionar cuando el pequeño animal saltó, intentando morderle el cuello. Retrocedió rápidamente, casi cayéndose, y trató de ahuyentarlo, pero el hurón insistía, mostrando sus dientes afilados como si lo viera como presa.

—¡¿Qué diablos?! —gritó Seth, agitando las manos en el aire.

El hurón se lanzó de nuevo, y esta vez logró rozar la piel de su brazo. No fue un mordisco profundo, pero lo suficientemente doloroso como para hacer que Seth comenzara a correr. Desesperado y asustado, se desvió hacia el bosque, buscando refugio en el lugar que siempre había sido su hogar.

El animal lo seguía, ágil y feroz. Seth podía oír el crujido de las hojas bajo las pequeñas patas del hurón mientras intentaba evadirlo. Sus piernas se movían por instinto, corriendo sin rumbo fijo hasta que finalmente, las luces suaves de la playa comenzaron a aparecer entre los árboles.

Leah. Esa fue su primera esperanza.

Corriendo hacia la playa, pudo distinguir la figura de su hermana recostada sobre el enorme lomo de Nylion. Ambos estaban disfrutando del ambiente tranquilo, con una caja de pizza a su lado. La escena era casi surrealista: Leah, con una mano en el pelaje suave del lobo, mirando el horizonte, mientras Nylion respiraba rítmicamente. Era una escena de completa paz.

Seth irrumpió en la tranquilidad, corriendo descontroladamente hacia ellos.

—¡Hermana, ayúdame! ¡Aaaaa!

Leah se incorporó rápidamente, sorprendida por los gritos de su hermano, mientras Nylion levantaba la cabeza, sus ojos bicolores dorado y negro observando a Seth con calma, pero alerta. Seth, jadeando, llegó corriendo hasta ellos, todavía sintiendo al hurón detrás de él.

—¿Qué demonios, Seth? —preguntó Leah, levantándose con una expresión de preocupación.

Seth estaba a punto de explicar, pero antes de que pudiera decir una palabra, el hurón apareció de nuevo, saltando desde los arbustos cercanos. Leah dio un paso hacia adelante, instintivamente poniéndose en posición defensiva, pero lo que ocurrió en ese momento cambió todo.

Justo cuando el hurón iba a saltar una vez más hacia Seth, algo increíble sucedió. En pleno aire, el pequeño cuerpo del animal comenzó a brillar con una luz suave, y en un parpadeo, el hurón desapareció. Frente a ellos, donde antes estaba el animal, ahora estaba una joven de cabello negro hasta la mitad de sus pechos, piel clara y ojos dorados que brillaban intensamente en la oscuridad.

Seth se quedó paralizado. Un segundo antes, estaba corriendo por su vida, pero ahora, todo se sentía diferente. Una fuerza invisible lo ató a esa chica. Su corazón latió con fuerza en su pecho y todo lo que había a su alrededor, la playa, Leah, Nylion, el cielo, el mar, todo desapareció. Solo podía verla a ella.

Ella.

Era un sentimiento profundo y antiguo, algo más allá de las palabras. Lo supo en ese instante: ella era su compañera. No había dudas ni confusión, solo una certeza absoluta que lo llenó por completo. No necesitaba explicaciones. En el centro de su ser, Seth supo que estaba imprimado en esa chica desconocida. Y aunque apenas la conocía, el deseo de protegerla, amarla y estar a su lado lo envolvió como una ola incontrolable.

—Tú... —murmuró, todavía sin aliento, pero no pudo continuar. La joven lo miraba con la misma intensidad, pero también había miedo en sus ojos.

Leah, todavía desconcertada, miró a su hermano, luego a la chica, y finalmente, a Nylion, quien parecía observar la situación con la misma calma que siempre.

El destino de Seth había cambiado en un instante, y aunque aún no entendía el porqué de ese encuentro, sabía que nada volvería a ser igual.

Imprimación PeculiarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora