Dos días después, la visión de Alice se cumplió con una precisión inquietante. Había estado en tensión desde que ella la compartió, y cuando finalmente sucedió, fue más devastador de lo que podría haber imaginado.
Todo comenzó con una calma aparente. Estábamos en la casa de los Cullen, cuando de repente oí un estruendo proveniente del bosque cercano. Mi instinto reaccionó antes que mi mente, y sin pensarlo, salté de la casa en mi forma de lobo, corriendo hacia el lugar donde se libraba una pelea violenta.
Al llegar, lo vi: Naribetzha, mi impronta, había perdido los estribos tal como lo había predicho Alice. Estaba en su forma de hurón blanco, atacando a una osa gris enorme que, en un parpadeo, cambió de forma. La osa se transformó en otro hurón, castaño y ligeramente más grande, como si hubiera cambiado de forma con la misma facilidad con la que uno se pone una chaqueta. Era desconcertante. ¿Cómo podía pasar algo así? Pero no era el cambio lo que me impactaba más, sino la ferocidad en los ojos de mi impronta.
Naribetzha no era la misma que había conocido. Su rostro, sus ojos… todo en ella irradiaba una furia descontrolada, una mezcla de ira y dolor que nunca había visto en ella antes. Saltaba sobre la otra hurona con una fuerza y agilidad mortales, sus patitas blancas rasguñaban sin piedad mientras gritaba en su mente, proyectando sus pensamientos hacia mí.
«¡¿Quién crees que eres para presentarte aquí!? ¡¿Por qué, por qué me buscas?!» su voz sonaba tan rota, tan llena de desesperación que me costaba reconocerla.
Intenté correr más rápido, pero el terror me invadió. La otra hurona, la castaña, no era simplemente una enemiga cualquiera. Aunque no entendía del todo la conexión, pude notar que había algo personal, algo más profundo entre ellas. La hurona castaña intentaba defenderse, pero no atacaba con la misma violencia. Entre gritos y forcejeos, su voz llegó hasta mi mente.
«¡Espera! ¡Tengo un motivo, déjame explicarte, Nari, por favor!» La desesperación en su voz me dejó claro que no estaba allí para pelear, sino para tratar de hablar con Naribetzha.
Pero eso solo parecía alimentar la furia de mi impronta.
«¡TÚ NO TIENES DERECHO DE BUSCARME! ¡TÚ… POR TU CULPA MI FAMILIA YA NO EXISTE!» Su dolor resonó en mi mente, y sentí un nudo en el pecho. Jamás había escuchado a Naribetzha hablar con tanta amargura, con tanto odio. ¿Qué había detrás de esas palabras? ¿Qué había hecho esa hurona castaña para destruir su familia?
Salté hacia ellas, decidido a intervenir antes de que las cosas fueran demasiado lejos. Tomé con cuidado el pescuezo de Naribetzha con mis fauces, separándola de la otra hurona sin dañarla, aunque sentí cómo su cuerpo se debatía con furia. No podía permitir que siguiera lastimando a esa criatura, pero más importante aún, no podía permitir que se lastimara a sí misma en el proceso.
La otra hurona fue retirada por Amore, la loba legendaria. Amore era imponente, su pelaje rojizo pardo y blanco brillaba bajo la luz, y sus ojos bicolores —uno dorado y el otro azul celeste— irradiaban una mezcla de autoridad y compasión.
Con un ladrido profundo, Amore puso fin a la pelea.
«¡Basta de pelear! Hace bastante tiempo dejaron de ser niñas», bramó Amore, su voz resonando en nuestras mentes con la fuerza de una tormenta.
Naribetzha seguía agitada entre mis fauces, pero poco a poco fue calmándose. Su respiración seguía siendo errática, pero al menos dejó de resistirse.
Sentí el dolor que irradiaba de ella. La furia, el odio… pero también el miedo y la tristeza. Todo estaba entrelazado en esa tormenta interna que la consumía.
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Imprimación Peculiar
FanficLibro #2 de Amore A los 24 años, Seth Clearwater, recién graduado en Veterinaria, siente que su vida transcurre en la rutina de la reserva Quileute, lejos de las aventuras de su juventud. Sin embargo, todo cambia una tarde cuando un hurón blanco de...