El tercer mes había llegado con una mezcla de tensión y cansancio acumulado, un periodo de tregua que había sido más mental que físico. Estábamos agotados por las guardias y entrenamientos constantes, y aunque Jacob dormía profundamente en el sillón, yo no podía darme ese lujo. No mientras Naribetzha, mi impronta, no estuviera cerca. Así que me quedé con Renesmee, jugando a un rompecabezas para distraerme. Pero incluso en ese momento tranquilo, mi mente seguía inquieta.
Y no estaba a su lado ni con ella, porque Alistair y ella habían salido a hablar de un tema personal. No pintaba nada en esa ecuación, no esta vez.
Alice, como todas las mañanas, estaba cambiando las flores de los floreros en la casa Cullen. Parecía una rutina simple, pero ese día, todo cambió en un segundo. El florero resbaló de sus manos y se rompió contra el suelo, justo cuando una visión se apoderó de ella. Jasper, siempre alerta, corrió a su lado, tratando de tranquilizarla. Pero esta vez, el horror en sus ojos era innegable.
—Cariño, ¿qué viste? —preguntó Jasper, preocupado.
Alice, aún en shock, no le respondió de inmediato. En cambio, buscó mi mirada, y su voz salió llena de urgencia y miedo.
—¡Seth, ve rápido! Naribetzha y Alistair están luchando con los enemigos. Te seguimos, solo corre hacia la orilla, hacia Canadá.
No esperé ni un segundo más. El miedo se apoderó de mí, y antes de que pudiera procesarlo por completo, ya estaba corriendo. Mis patas golpeaban el suelo, mi mente dividida entre el deseo de llegar lo más rápido posible y el temor de lo que podría encontrar.
Cuando llegué, lo primero que vi fue lo que casi me detuvo el corazón. El cuerpo de Naribetzha en su forma de hurón albino salió volando y se estrelló brutalmente contra un pino, dejando una marca profunda en la corteza. Grité su nombre, pero mi voz se ahogó en mi garganta. Estaba luchando por su vida, y todo mi ser gritaba por protegerla.
Alistair estaba enfrascado en una pelea feroz con una vampira desconocida, su cabello verde vibraba con cada golpe mientras sus ojos rojos ardían con intensidad. Sin embargo, mi atención estaba puesta en una figura imponente: una Osiateah, una criatura salvaje y feroz, rugía en dirección a Naribetzha. Para empeorar las cosas, cuatro cocodrilos gigantes, los Cocodrileah, comenzaron a avanzar hacia mí. Eran enormes, casi de dos metros, y su piel escamosa brillaba a la luz. Sabía que si no hacía algo rápido, no llegaría a tiempo para salvar a Naribetzha.
Recordé los entrenamientos con Amore, y los movimientos de defensa del "susurro del puño". Ella nos había enseñado a usar nuestra energía y astucia en momentos de emergencia. Me preparé para el ataque, pero la presión en mi pecho aumentaba con cada segundo que veía a Naribetzha luchar, herida y agotada. El pelaje blanco que siempre me resultaba reconfortante ahora estaba manchado de sangre.
El primer ataque de los cocodrilos fue brutal, sus mandíbulas se cerraron peligrosamente cerca, pero logré esquivarlos, aprovechando su tamaño y peso para hacer que se golpearan entre sí. Sin embargo, eran demasiados, y aunque trataba de mantener mi distancia, sabía que solo estaba retrasando lo inevitable.
De repente, una ráfaga de aire y el sonido de ramas rompiéndose me hicieron voltear. Jasper y Emmett habían llegado. Jasper, con su precisión calmada, ya estaba en movimiento, atacando a los cocodrilos con una agilidad que no dejaba lugar a errores. Emmett, como siempre, se lanzó al combate con una fuerza brutal, derribando a los cocodrilos como si fueran juguetes. Sentí un alivio momentáneo, pero mi mirada volvió rápidamente a Naribetzha.
Entonces, vi llegar a Edward, Amore, Tauro, y Andree, esta última en su forma de osa mayor. Corrían hacia la Osiateah que atacaba a mi impronta, y el caos a mi alrededor se multiplicó. La batalla entre los lobos, vampiros y criaturas era un torbellino de colmillos, garras y poder. Edward y Amore coordinaban los ataques, mientras Tauro y Andree, en sus formas animales, se lanzaban contra la Osiateah con ferocidad.
ESTÁS LEYENDO
Imprimación Peculiar
FanficLibro #2 de Amore A los 24 años, Seth Clearwater, recién graduado en Veterinaria, siente que su vida transcurre en la rutina de la reserva Quileute, lejos de las aventuras de su juventud. Sin embargo, todo cambia una tarde cuando un hurón blanco de...