La agente Coraline Santos, una psicóloga criminal con un pasado turbio y una determinación feroz, se une a la BAU del FBI en busca de justicia. Especialista en perfiles de criminales con trasfondos psicológicos complejos, Coraline se enfrenta al des...
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Cora acariciaba lentamente la barriga de Percy mientras esperaba a que Spencer se despertara. Hoy él volvía al trabajo, y para qué mentir, eso le preocupaba a Cora, mucho. Apenas había pasado un mes del accidente de la boda de su padre, y el secuestro de Spencer, y aunque él le aseguraba que estaba bien, ella no podía evitar preocuparse por él.
-Buenos días...- Cora se giró ante la voz de Spencer, y sonrió levemente.
-Hey, buenos días, Guaperas...- Spencer rodó los ojos y dejó un beso en la cabeza de su novia.- Te he dejado café y tortitas en la encimera.
-Dios, eres la mejor.
-Lo sé.- Ella se levantó y besó la mejilla del chico.- Voy a darme una ducha...
-¿Te acompaño?- Cora se ruborizó ante la pregunta del castaño.
-Uhm... Uh... O sea... Sí, vale, si quieres...- Spencer río y se quitó su camiseta del pijama.- Grr...- bromeó la cubana, antes de meterse en el baño.
Spencer no dudó ni un segundo en seguirla, y cerró la puerta, sujetándola por la cadera contra la puerta, atrapando sus labios con un beso. Ella rodeó el cuello del genio con los brazos y profundizó el beso. Los dedos de Spencer jugueteaban con el cuello de la camiseta de Cora antes de quitarlo con un rápido movimiento.
-Dios... Eres preciosa...- ella se sonrojó aún más antes de callarle con un beso.
-Y tú hablas demasiado...
-Estoy de acuerdo.- Los labios de Spencer bajaron por la columna del cuello de Cora, sacando sonidos de la de ojos verdes.- Me vuelven loco esos ruiditos.- las manos del castaño se deslizaron por todo el cuerpo de Cora, intentando darle atención a cada centímetro de su piel, hasta que se detuvieron en la gomilla del chándal de la chica.- ¿Puedo?- ella sonrió débilmente y asintió con la cabeza.
-Por favor, hazlo...- Spencer tardó exactamente dos segundos en quitarle los pantalones a la chica y los suyos propios.
De pronto, un recuerdo vino a la cabeza de Spencer. Él, encerrado en ese sótano, Estefan mirando una foto de Cora, tocando la cara de papel de la cubana. Spencer solo podía observar mientras Estefan gemía ante la imagen de Cora.
-Hey, ¿estás bien?- preguntó Cora.
-Sí, sí, es que... Lo siento, no puedo hacerlo.- Spencer apoyó su frente sobre la de Cora.
-No, no, no... No te disculpes, no has hecho nada mal, ¿vale?- ella le acunó la cara entre sus manos al castaño.- ¿Por qué no desayunamos, nos vestimos y me cuentas lo que pasa?
-Vale, sí, eso suena bien.
-Lo sé.- ella besó la mejilla del chico.
Tras la ducha de ambos, se sentaron en la mesa del comedor, Cora en frente de Spencer, ninguno sin mediar palabra, tan solo acompañados por los gimoteos de Percy, que quería caricias.