La agente Coraline Santos, una psicóloga criminal con un pasado turbio y una determinación feroz, se une a la BAU del FBI en busca de justicia. Especialista en perfiles de criminales con trasfondos psicológicos complejos, Coraline se enfrenta al des...
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Spencer resistía todo lo que podía para que no le metieran la aguja por el brazo, pero estaba atado de manos y pies, y era prácticamente imposible moverse sin que la silla en la que estaba sentado se cayera. Era el tercer pinchazo que recibía en las ocho horas que llevaba secuestrado. Esto le recordaba tanto a... Tobias.
-Sé que estuviste enganchado al dilaudid.- dijo el hombre, levantando la mirada de Spencer. Oh, no, otra vez no.- Y quiero que te vuelvas a convertir en un drogadicto.
-¿Por qué?- preguntó Reid mientras notaba que todos los músculos de su cuerpo se relajaban por culpa de la droga.
-Porque de esa manera te puedo mantener controlado. Sé que no eres Derek Morgan, que no eres tan fuerte como él, pero eres escurridizo y demasiado listo.
-¿Cómo conoces a mi equipo?- preguntó, asustado.
-Conozco todo sobre tu equipo y sobre tu querida novia.- Spencer se estremeció ante la mención de Cora.- Es una verdadera preciosidad. Me gustaría ver de qué es capaz de hacer.- miró a la persona.- Ya sabes, en la cama.- intentó suprimir el vómito.
-¿Qué quieres de nosotros?
-De ti nada, lo quiero de Cora. Cuando era pequeña, uno de mis matones sin querer mató a su madre. Y por su testimonio me metieron en la cárcel durante unos doce años, pero a mi hijo le cayó cadena perpetua, él ejecutó el disparo y quiero que testifique de nuevo, diciendo que se equivocó.
-No lo hará. No liberará al hombre que mató a su madre y la disparó a ella.- dijo.
-Puede que no, pero te olvidas que te tengo a ti. Y créeme, pretendo usarlo en su contra.- El castaño tragó saliva. De repente, el puñetazo del hombre le sacó todo el oxígeno de su cuerpo.
El hombre se marchó, y Spencer intentó idear un plan de escapada, pero en esa sala blanca no había nada. Solo él y un vaso de plástico con agua. Miró por todos lados intentando buscar una cámara de seguridad; si la había, cabía la mínima probabilidad de que García pudiese rastrearla.
En algún momento debió quedarse dormido del cansancio, porque cuando despertó, juraría que el espacio se había hecho mucho más pequeño. Había reducido alrededor de cuatro metros cuadrados, ¿o solo era su impresión? No, las paredes se estaban encogiendo, el techo estaba descendiendo y a su lado, oh, Dios, estaba Cora con un disparo en la nuca.
Intentó saltar para romper la silla, pero no podía, estaba inmóvil, sólo podía llorar al ver a Cora tirada en el suelo, rodeada de un charco de sangre. A su lado, había un bebé, ¿Henry?, no, no era el hijo de JJ, este era castaño, con los ojos verdes. Era... su hijo, el de él y el de Cora, si hubiesen tenido uno. En ese momento entendió que era una pesadilla, por lo que intentó despertar, pero no podía.
Empezó a oír una risa distante, y la puerta enfrente se abrió, dejando ver al hombre que lo había secuestrado. Se agachó a su altura y le agarró la cara. No podía verle con claridad, la mezcla del dilaudid y lo que fuera que le estuviese pasando distorsionaban todas las líneas.
-¿Te gusta mi nuevo gas del miedo? No sé qué lleva, mis mejores hombres lo han hecho, pero parece que funciona.
-Vete al infierno.- murmuró.
-Allí nos veremos.
Le dio una bofetada y él escupió la sangre de su boca. Aprovechó que se estaba riendo de él y le dio un cabezazo, consiguiendo desestabilizarlo, pero no pensó bien las consecuencias, ya que lo siguiente que sintió su cuerpo fue un disparo cerca de su oído, lo que hizo que solo oyese un pitido. Ni siquiera fue capaz de oír el grito que pegó.
-Este es tu primer aviso, Spencer. Lo siguiente es un disparo directo a tu pecho.- descifró las palabras al leerle los labios.
-No lo harás.- contestó.- Me quieres con vida, de lo contrario, Cora no te ayudará en nada.
-Saco de pulgas.- dijo en español.
-Y con mucho orgullo.- le respondió. Aunque ahora la adrenalina le recorría el cuerpo y era capaz de plantarle cara, en cuanto los niveles bajaran, bueno, digamos que cuando eso pase solo esperaba que Cora y el equipo le hubiesen encontrado.
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Ese subidón de adrenalina había desaparecido, y Spencer lo lamentaba, ahora mismo, todas las fibras de su cuerpo pedían más droga, pedían más dilaudid, y él intentaba luchar contra esa necesidad de arrancarse la piel por el dolor, pero le era imposible.
Empezó a llorar al pensar en lo que le pasaría a Cora si conseguían rescatarlo. Era casi como si pudiera verlo. A ella la destrozaría por completo. Había perdido demasiado en su vida como para perder también a Spencer, y el chico lo sabía.
-Lo siento, Cora, intenté resistirme, te lo prometo.- y Reid empezó a quedarse dormido de nuevo, pero un golpe en su pecho lo despertó.
-Vale, Genio, vamos a llevarte a otro sitio, este ya no es seguro.- Spencer reconocería esa voz en cualquier lado.
-¿Tucker?
-Pues sí que eres listo.- el hombre levantó a Spencer y le metió en un coche con los ojos vendados.- Ni siquiera sé lo que vio Cora en ti.
-Yo la quiero, y eso es lo que vio.
-Qué bonito, pero dime, ¿estás dispuesto a morir por ella?
-Sin dudarlo.
-Ahí es donde has fallado. No la quieres tanto si la dejas sola.- Reid levantó la mirada, mierda, tenía razón.- Te haré una mejor pregunta, ¿matarías por ella?
-Casi lo hago una vez, y me arrepiento de ese casi. Tendría que haber matado a ese imbécil.
-¿Qué pasó?- pareció que Chris se interesó de verdad, y Spencer dudó en si contarlo.
-Un poli, se intentó propasar con Cora, la besó a la fuerza, y yo le apunté con la pistola, tendría que haber apretado el gatillo en cuanto tuve la oportunidad.
-No, no delante de Cora, nunca delante de ella.
-¿Qué...?- en ese momento Reid recordó que Tucker era bipolar, por lo que esa "amabilidad" repentina, se debía a uno de sus cambios de humor.
-Una vez, un tío nos intentó robar por la calle, ella tenía su pistola en el bolso, pero no quería usarla, así que la cogí yo y disparé al ladrón. En el juicio me absolvieron por defensa propia, pero después de eso, Maggie no volvió a ser la misma. No le gusta matar a la gente, aunque forme parte de su trabajo.