19. Entre el invierno y Hogwarts

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El crepitar de la chimenea era lo único que rompía el silencio en la sala común de la Madriguera cuando regresamos del jardín, ambos aún sacudiéndonos la nieve de los abrigos. Después de la tormenta de emociones que había sido el beso, parecía que ninguno de los dos sabía qué decir. Ron se sentó en el sofá, sus ojos evitando los míos, como si estuviera procesando lo que acababa de pasar.

Me mordí el labio, nerviosa, tratando de encontrar la manera correcta de romper el silencio. Pero antes de que pudiera decir algo, la puerta se abrió de golpe y entró Harry, con las mejillas sonrojadas por el frío y los lentes ligeramente empañados.

—¡Ah, ahí están! —exclamó, con una sonrisa en los labios—. Ginny y yo estábamos por salir a jugar con las escobas. ¿Se animan?

Ron pareció agradecido por la interrupción. Se levantó de inmediato, con una rapidez que casi me hizo reír.

—Claro, ¿por qué no? —dijo, esforzándose por sonar casual mientras se ajustaba la bufanda alrededor del cuello—. Vamos, antes de que se nos haga tarde.

Lo seguí, sin estar segura de si debía sentirme aliviada o frustrada. Pero una parte de mí sabía que necesitábamos ese respiro. Todo había sido tan... intenso. Era difícil asimilarlo de golpe.

Cuando salimos nuevamente al frío aire invernal, Ginny ya estaba montada en su escoba, volando en círculos bajos sobre el jardín. Harry la seguía de cerca, riendo mientras intentaba alcanzarla.

Ron me miró de reojo, sus mejillas aún más rojas que de costumbre, aunque esta vez no era solo por el frío.

—¿Te apetece volar un poco? —me preguntó, señalando la escoba que Fred y George habían dejado apoyada contra la cerca.

Sonreí, agradecida por la oportunidad de distraernos de la tensión del momento.

—Definitivamente. ¿Pero llorarás si te gano en una carrera?

Ron arqueó una ceja, su sonrisa tímida volviendo a aparecer.

—Oh, ya veremos sobre eso.

Tomé la escoba con una sonrisa desafiante, sintiendo cómo el aire fresco me despejaba la mente. Las emociones aún burbujeaban en mi pecho, pero la sensación de volar siempre tenía un efecto calmante en mí. Subí a la escoba y, tras un impulso, el suelo quedó muy por debajo, el viento acariciando mi rostro.

Ron volaba junto a mí, aunque no había apuro en nuestras maniobras. Ginny y Harry ya estaban lejos, enfrascados en su propia carrera por el cielo, mientras nosotros solo nos manteníamos cerca uno del otro, como si las palabras que ambos queríamos decir flotaran entre nosotros, esperando a ser pronunciadas.

—Ya falta poco para volver a Hogwarts —dijo Ron finalmente, rompiendo el silencio mientras miraba el horizonte. Su voz tenía un tono melancólico.

—Sí... —asentí, también mirando hacia los campos blancos que rodeaban la Madriguera. El regreso a Hogwarts siempre traía una mezcla de emociones. Por un lado, estaba la emoción de volver al castillo, a las clases y a la rutina. Pero por otro, también significaba que este momento, esta burbuja de calma y cercanía con Ron, iba a cambiar.

—Siempre se siente raro volver después de las vacaciones —continuó él, su mirada aún fija en la distancia—. A veces desearía que estos días se alargaran un poco más.

Lo miré de reojo, sintiendo el peso de sus palabras. Sabía a qué se refería. Estar en la Madriguera, lejos de las responsabilidades y los peligros que solían rodearnos en Hogwarts, era una pausa que ambos apreciábamos. Aquí, las cosas eran más simples, más claras. Era solo él, su familia, y la calidez del hogar.

—Yo también —admití suavemente—. Es como si todo fuera más fácil aquí... más real.

Ron bajó un poco la velocidad, flotando en el aire a mi lado. Su mirada se suavizó al encontrarse con la mía, y en ese momento, parecía que todo el frío alrededor nuestro desaparecía, dejándonos envueltos solo en esa sensación cálida que compartíamos.

—Supongo que... cuando volvamos al castillo todo será diferente otra vez —dijo él, con un toque de nerviosismo en su voz—. Con Quidditch, las clases, y... ya sabes, todo lo demás.

"Todo lo demás" significaba muchas cosas: Voldemort, la presión de ser el mejor amigo de Harry Potter, y para mí, el temor de que este nuevo entendimiento entre Ron y yo pudiera desvanecerse bajo el peso de todo lo que venía con ser un estudiante de Hogwarts.

—Pero eso no tiene que cambiar lo que somos aquí —le dije con un poco más de seguridad de la que sentía realmente—. Al final, Hogwarts también es parte de nuestras vidas.

Ron me miró, sus ojos azules brillando con esa mezcla de vulnerabilidad y decisión que lo hacía tan único.

—Tienes razón. Pero... —hizo una pausa, tomando aire como si estuviera reuniendo valor—.  Quiero que sepas que, no importa lo que pase, voy a estar ahí. Para ti. Siempre.

Mi corazón dio un vuelco ante sus palabras. No era un gran discurso ni una declaración grandiosa, pero venía de Ron, y eso lo hacía mucho más real.

Sonreí, sintiendo el calor de su promesa, aunque las palabras no fueron necesarias para confirmar lo que ya sabía. Ron siempre había estado ahí, y yo también estaría para él, sin importar lo que el futuro nos trajera.

Cuando finalmente bajamos de las escobas, Harry y Ginny nos estaban esperando en la entrada de la Madriguera, con las mejillas encendidas por el frío y la diversión reflejada en sus sonrisas. Harry levantó una ceja, lanzándonos una mirada cómplice.

—¿Disfrutaron su carrera... tranquila? —preguntó, enfatizando la última palabra con un tono burlón.

Ron rodó los ojos, su habitual gesto de frustración mezclado con una sonrisa que intentaba ocultar.

—No todos necesitamos ganar para disfrutar, Harry —respondió, dándole un ligero empujón en el hombro.

Ginny, con una sonrisa traviesa, añadió: —Me pregunto qué disfrutaron más, si la carrera o la charla.

Sentí que el calor me subía a las mejillas nuevamente, pero esta vez lo disimulé con una risa. —¡Definitivamente la carrera! Aunque volar a tu lado, Ron, no fue tan desafiante como esperaba.
Ron resopló, fingiendo ofenderse. —Te estaba dando ventaja.

Nos reímos, y por un momento, todo parecía fácil. Pero la realidad de Hogwarts estaba cada vez más cerca, y sabíamos que estos últimos días de nuestras minis vacaciones se iban desvaneciendo rápido.

Amigos, pero algo más -Ron Weasley-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora