El aire en Hogwarts tenía un sabor diferente después de las vacaciones. Había una energía renovada en los pasillos, un zumbido de emoción que contrastaba con la fría tranquilidad de la Navidad que habíamos dejado atrás. Pero a medida que pasaban los días, una sensación de inquietud crecía dentro de mí, como si la sombra de algo inminente se cerniera sobre el castillo.
A solo unos días de mi cumpleaños, la mezcla de nervios y anticipación me mantenía en vilo. No era solo el hecho de que cumpliría dieciséis años; era la realidad de que este sería mi primer cumpleaños sin mi madre. Era una sensación agridulce. Por un lado, estaba agradecida de estar rodeada de amigos, de sentir su calidez y apoyo, y sobretodo de conectar con mi padre, conocerlo, el hecho de habernos vuelto unidos. Pero por otro, había un vacío que parecía más amplio en estas fechas.
El día comenzó con un ligero manto de nieve cubriendo los terrenos, y mientras me preparaba para salir a la sala común, decidí que quería aprovechar cada momento. Había planeado una pequeña celebración con Harry, Ron y Hermione. La idea de soplar las velas con ellos me hacía sentir un poco más conectada a lo que había perdido.
Mientras caminaba por los pasillos, saludando a otros estudiantes que regresaban de las mini vacaciones, no pude evitar pensar en mi madre, la mortífaga que me había dejado atrás, sin siquiera saber que pertenecía, que pertenecíamos a este mundo tan mágico. La ambigüedad de su amor y la traición de su abandono pesaban en mi corazón. Aún así, estaba decidida a no permitir que su sombra ensombreciera mi nueva vida en Hogwarts.
Al llegar a la Gran Sala, el ambiente estaba lleno de risas y conversaciones. Las decoraciones navideñas aún colgaban, iluminando el lugar con un resplandor festivo. Miré a mi alrededor, buscando a mis amigos entre las multitudes. Fue entonces cuando vi a Ron, Harry y Hermione al fondo, haciendo gestos para que me uniera a ellos. La calidez en su mirada me hizo sonreír.
—¡Feliz regreso! —gritó Harry, levantando un trozo de pan.
—Y feliz cumpleaños anticipado, Lupin —añadió Ron, guiñándome un ojo. Mi corazón dio un vuelco al recordar que habían estado al tanto de la fecha.
—Gracias, chicos —respondí, sintiendo que esa era la forma más dulce de honrar el día que se acercaba. Nos sentamos juntos, y pronto el bullicio del gran comedor se convirtió en un fondo agradable mientras compartíamos anécdotas y risas.
Pero a medida que la conversación avanzaba, no podía evitar sentir que el tiempo se estaba agotando. A pocos días de cumplir diecisiete, una nueva etapa de mi vida se acercaba, y con ella, la necesidad de enfrentar algunas verdades. El recuerdo de mi madre y la forma en que su elección me había afectado siempre estaría presente, pero estaba lista para encontrar mi propia identidad, lejos de ella.
—¿Has pensado en lo que harás en tu cumpleaños? —preguntó Hermione, sacándome de mis pensamientos.
—No mucho, solo una pequeña celebración —respondí, tratando de mantener la conversación ligera, pero en mi interior, el peso de la historia familiar seguía presente.
Mientras disfrutábamos de la comida, una sombra de preocupación cruzó el rostro de Harry. Estaba claro que había algo en su mente que lo mantenía distraído. A veces, incluso los momentos más felices pueden verse empañados por la carga de lo que sabemos. Fue entonces cuando decidí abordarlo.
—¿Todo bien, Harry? —pregunté, sintiendo que el ambiente festivo a nuestro alrededor contrastaba con la inquietud en su mirada.
Él me miró, una mezcla de preocupación y determinación en su expresión.
—Tengo una reunión con Dumbledore más tarde —dijo, su voz baja y cautelosa—. Sobre... ya sabes, el regreso de Voldemort.
El nombre resonó en el aire como un trueno distante. La mera mención de Voldemort hizo que mi corazón se detuviera un momento. Sabía que el peligro no había desaparecido, que nuestra vida en Hogwarts, aunque a menudo alegre, estaba a la sombra de algo mucho más oscuro.
—¿Vas a estar bien? —preguntó Hermione, su rostro lleno de preocupación.
Harry asintió, pero la tensión en su postura delataba su incertidumbre. No era solo el miedo a lo que Voldemort podría traer; era el peso de ser el Elegido, el que debía enfrentarlo. La idea de que todos nosotros, sin importar nuestras historias pasadas, éramos parte de esta lucha me hizo reflexionar sobre mi propio papel.
—Lo intentaré —dijo Harry, con una determinación que intentó disfrazar su ansiedad. Su mirada se posó en mí un instante, y entendí que esa mirada era una búsqueda de apoyo. Sabía que estaba dispuesto a luchar por todos nosotros.
Después de un momento de silencio compartido, Ron trató de romper la tensión.
—Vamos, no dejes que eso arruine el almuerzo. Hoy es un día para celebrar —dijo, tratando de forzar una sonrisa. Era su manera de protegernos, de mantener a raya la oscuridad que nos acechaba.
La conversación continuó, pero mi mente divagaba entre las risas y los recuerdos de mi madre. Sentía que el tiempo se estaba moviendo rápidamente, y el futuro que nos esperaba estaba cargado de incertidumbre. Aun así, había una parte de mí que estaba decidida a enfrentar lo que viniera. Con el regreso de Voldemort... ¿regresaría mi madre?
Cuando terminó el almuerzo, Harry se despidió de nosotros, dejando claro que tenía que prepararse para su reunión. Mientras lo observaba alejarse, una mezcla de orgullo y preocupación me invadió. Era un momento difícil, y cada uno de nosotros cargaba con sus propios fantasmas.
Ron y Hermione intercambiaron miradas preocupadas, y supe que ambos también sentían la presión de lo que estaba en juego. Con un suspiro, me levanté de la mesa.
—Voy a dar un paseo. Necesito pensar —anuncié, y Ron se ofreció a acompañarme.
Mientras nos alejábamos del Gran Comedor, la risa y el bullicio se desvanecieron lentamente, dejándonos en un pasillo más tranquilo, iluminado por la luz tenue de las antorchas. El aire estaba impregnado de un aroma a madera y magia, y mientras caminábamos, sentí la necesidad de dejar salir todo lo que había estado acumulándose en mi pecho.
—¿Sabes? A veces siento que el mundo está a punto de volverse del revés —comencé, mirando hacia el suelo mientras pensaba en las palabras adecuadas—. Aquí estamos... enfrentando cosas que son más grandes que nosotros.
Ron caminó a mi lado, sus manos metidas en los bolsillos de su abrigo, su mirada fija en el pasillo adelante.
—Es cierto —respondió, su voz suave—. Pero también hay que recordar que tenemos a los demás, y que tenemos que mantenernos unidos.
Su apoyo me reconfortó, aunque sabía que los problemas eran más complejos de lo que podríamos manejar. La realidad de Voldemort regresando era un peso que cada uno de nosotros sentía, aunque no siempre se hablaba de ello. Tenía la sensación de que este año sería crucial, no solo para Harry, sino para todos nosotros.
—No puedo evitar pensar en mi madre —continué, finalmente dejando salir esos pensamientos—. A veces me pregunto si ella está aquí, en algún lugar, observando. O si incluso le importa lo que me sucede.
Ron se detuvo, dándome la oportunidad de expresar mis sentimientos. —Lo sé. Es difícil, y no hay respuestas fáciles. Pero tú no eres ella. Has encontrado tu lugar aquí, y eso es lo que importa.
Su apoyo era lo que necesitaba para seguir adelante. Aún me faltaba mucho por comprender sobre mi historia y sobre cómo encajar en este mundo. La incertidumbre era parte de la vida en Hogwarts, pero al menos tenía amigos que se preocupaban por mí.
—Gracias, Ron —dije, sintiéndome un poco más ligera. Aun así, mi mente seguía divagando, preguntándose qué implicaría realmente cumplir diecisiete años en un mundo donde la lucha entre el bien y el mal nunca había estado tan clara.
Mientras continuábamos caminando, decidí que necesitaba encontrar un espacio donde pudiera reflexionar. —Voy a ir al lago —anuncié, apuntando en esa dirección—. A veces, el aire fresco me ayuda a pensar.
Ron asintió, pero antes de que pudiera protestar, lo miré y le dije: —Te prometo que no estaré mucho tiempo. Solo necesito un momento de paz.
Al llegar al lago, el paisaje era sereno, el agua reflejando el cielo gris y las copas de los árboles. Me senté en un banco de madera, sintiendo la frialdad del material contra mis manos. Mirando el agua, recordé las historias que había escuchado sobre las criaturas que vivían en sus profundidades. ¿Sería posible que el mismo lago guardara secretos sobre mi madre, o sobre el destino que me esperaba?
El viento soplaba suavemente, y cerré los ojos por un momento, dejando que el silencio me envolviera. Sentí que la ansiedad comenzaba a disolverse, reemplazada por una claridad que solo llegaba en esos momentos de soledad.A medida que la luz del día comenzaba a desvanecerse, escuché pasos acercándose. Al abrir los ojos, vi a Harry, que se acercaba con una expresión de determinación.
—¿Cómo te sientes? —preguntó, sentándose a mi lado. La cercanía de su presencia me dio una sensación de seguridad.
—Bien, solo estoy reflexionando—respondí, deseando poder compartir con él mis pensamientos sobre mi madre y lo que sentía—. Pero, ¿y tú? ¿Cómo fue tu reunión?
Harry hizo una pausa, como si sopesara sus palabras. —Dumbledore me habló sobre la importancia de estar preparados. Hay cosas que vienen, y todos debemos estar listos para enfrentarlas.
Mientras escuchaba su voz, la sombra de Voldemort pesaba en el aire entre nosotros. Era un recordatorio de que no estábamos solos en nuestras luchas personales; todos estábamos entrelazados en esta guerra.
—Te necesitamos a ti y a todos los demás —dijo Harry, mirándome directamente a los ojos—. Lo que está por venir... no lo enfrentaremos solos.
Sentí que una nueva determinación se encendía dentro de mí. La sombra de la incertidumbre seguía presente, pero había luz en el camino, y me aferré a la esperanza de que, aunque el camino podría ser difícil, no tendría que recorrerlo sola.
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Amigos, pero algo más -Ron Weasley-
Fanfic____ es hija de un amorío viejo de Remus Lupin. A sus 16 años, a un año de la guerra, su madre decide abandonarla. Por lo cual, sólo le queda su padre, a quien no ha visto ni hablado nunca en toda la vida. N.