CAPITULO I

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Una playa, gris. Con unas olas que te invitan a hundirte, te invitan a escapar y alejarte de la playa lo máximo posible. El cielo que es hermoso a su manera, repleto de nubes grises, nubes que están listas para derrumbarse en agua, pero no lo hacen. Un lugar frio, que por alguna razón resulta familiar para muchas personas. Eso es la playa, tan diferente pero igual a otras, algunos locos dirán que es más bella que las playas comunes.

Un patio en el centro de una gran ciudad, un lugar solitario, aunque es el centro de una ciudad, no hay nadie. El cielo de igual forma gris, una ciudad con un aura extraña, y para nada cálida, de hecho, todo lo contrario, un aura fría. Por más color que tengan los edificios los colores se sienten opacos, pasan desapercibidos por las personas, lo estático que jamás se mueve, una y otra vez cumpliendo su ciclo de simplemente estar ahí existiendo. Sin una razón en específico más que complacer los deseos de sus creadores los humanos, el humano jamás piensa en el edificio, el humano jamás piensa en sus creaciones. Solo las usa, a veces ni si quiera se da cuenta de que están ahí, tal y como pasa con estos grises edificios, puede que no sean grises. Pero a la perspectiva de las millones de personas que pasan sin mirar detenidamente su alrededor, estos son edificios grises. Sin nada en especial... Al fin y al cabo, los creadores son ego, y sin darse cuenta hacen todo a su imagen y semejanza. Pero... En el centro de ese gran patio había algo diferente, algo con color. Que estaba ahí, estaba seguro de que estaba ahí. Pero dudaba de que existiera, no sabía exactamente que era, simplemente sabía que estaba ahí. Su forma era cualquiera, y cambiaba a cada segundo. Cambiaba de forma y de color, de alguna forma era como si esa extraña esfera me invitara a acercarme y perderme en su figura. Caminaba lentamente hacia ella hasta que... Simplemente al tocarla, fue como si me hubiese llevado a otro mundo. Me jalo con todas sus fuerzas hacia un lago, estático... Caí con fuerza sobre el agua. Era como si me hubiese quedado sordo... Todo ruido se había ido a excepción del sonido de mis pulmones y mi corazón. Si... Todo sonido exterior se había ido, ahora solo era capaz de escuchar mi interior, cada uno de los sonidos que mi cuerpo hacía, todos y cada uno de ellos... Era capaz de escucharlos. Aun así... Sentía que me ahogaba. Como me hundía más y más en el lago, como el oxígeno de mis pulmones se agotaba, y... Cuando pensé que iba a morir, de mi boca salió un último y débil suspiro... Fue un suspiro débil, pero a pesar de eso yo lo escuche como si hubiese sido un gran grito. Desperté al instante. Mi despertar fue acompañado con el ruido de las campanas de la iglesia...

Estaba acompañando a Delora mientras pintaba. No sabía exactamente qué era lo que ella estaba pintando, escuchaba como la lluvia golpeaba los vidrios de este lugar, y mire a Delora, subida en una escalera, su lienzo era gigante. Pintaba muy concentrada, creo que incluso se había olvidado de mi existencia, eso me dio tiempo para detallarla un poco. Un cabello blanco gigantesco, le llegaba hasta las rodillas, sobre su cabeza una boina roja, un rostro muy fino, una mujer muy bella con algunos lunares cerca de su boca, ojos verdes. Delora, la conocí gracias a que nuestras familias son muy amigas. Delora Harper, un gremio de pintores famosos, los Harper siempre han sido una familia de prestigio, nuestros padres estuvieron en el mismo instituto, y se hicieron muy amigos. Nos presentaron de muy pequeños y básicamente hemos estado juntos desde toda la vida, más sin embargo no lo parece. No somos personas muy cálidas y/o afectivas, de hecho... Hay veces en las cuales solo estamos en el mismo lugar, pero nuestras mentes están a millones de kilómetros de distancia, exactamente como ahora. Delora tiene un rostro muy bello, y unos ojos grandes. Mide 1.70m, es delgada. Ese día estaba vestida con un vestido rojo y blanco.

—¡Oh! Te has despertado ya. Draven, ¿Qué opinas de mi obra?

—Perdón, no pretendía dormirme, simplemente creo que he estado muy cansado. Los entrenamientos y ritos han sido bastante duros.

—No he preguntado por eso. He preguntado por... —Interrumpe Draven. —Si, lo sé. Tu obra. Bueno, no soy muy bueno analizando arte... ¿Podrías ayudarme un poco?

EL NEGRO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora