(En otro lugar, en otra cabeza)
Golpee el rostro de aquel hombre una y otra vez, escuchaba como a mi alrededor todas las personas gritaban mi nombre en señal de apoyo, alrededor mío en este ring habían cerca de 12 personas en el suelo. Noqueadas por mí, o quizá muertas. Agarre del cuello y de un puñetazo con todas mis fuerzas directo al rostro le destruí el labio y lo dejé inconsciente. Me levante y grite con todas mis fuerzas, todos me aplaudían. Y gritaban mi nombre una y otra vez.
¡Nailah!
¡Nailah!
¡Nailah!
Camine saliendo del ring hasta los camerinos, llegue al mío y lo primero que hice fue mirarme al espejo. Tenía algunas heridas y moretones por aquella pelea, se trataba de una pelea de 13 personas contra mí. Si, gane. Mi piel morena, mi cuerpo fornido, me he vuelto muy fuerte, mis piernas y brazos están marcados al igual que mi abdomen, estoy orgullosa de mi por eso. 13 hombres no pudieron contra mí, debo tener una fuerza descomunal. Mi cabello ondulado de color negro que llega hasta unos centímetros debajo de mi cuello, mis ojos pequeños y encapotados, debajo de mi ojo izquierdo tengo un tatuaje hecho con tinta negra. Dos líneas una recta hacia abajo corta y un poco más larga que sale hacia la derecha, este tatuaje lo tenemos los mejores soldados de la ciudad, nos hacen llamar los albard, estaba algo despeinada. Aun así, era bella, mi nariz pequeña y mi boca también pequeña. Soy, muy fuerte. Soy muy bella, soy capaz de todo. De pronto alguien entra a mi camerino. Se trataba de Zaya, mi madre.
—Te encontré Nailah.
Zaya es una mujer que tiene ya unos 64 años. Su cabello es blanco debido a las canas, al igual que yo tiene ojos color miel, tiene arrugas, no es muy alta. Yo mido 1,89m y ella mide 1,66m. Es delgada, utiliza una chaqueta con capota para evitar que la vean. Tiene un parche en su ojo derecho, lo perdió en una batalla, su cabello es largo, aun así, usa trenzas. Una mirada seria, mi madre no es la mujer más paciente.
—De nuevo estas aquí, perdiendo el tiempo y aumentando tu estúpido ego. Recibiste algunas heridas, tenemos una misión mañana. ¿¡Como puedes ser tan irresponsable!? Mamá no estará siempre para cuidarte. —Mi madre comienza a revisar mis heridas y desinfectarlas.
—Suéltame.
—Cállate y quédate quieta.
El dolor... Este dolor me gustaba, me recordaba algo, aunque no sabía exactamente a que; después de un tiempo simplemente me vestí y salí. Una vestimenta simple y militar, una camisa blanca de tirantes, un pantalón negro con un cinturón de cuero con hebilla de plata. No me gusta vestirme con tantas cosas a diferencia de mi madre, ella usaba su chaqueta militar, se había quitado la capota más sin embargo se colocó su boina militar, su chaqueta negra larga, abierta. Usaba una camisa blanca y un pañuelo azul, una falda larga. Me pregunto cómo puede vestir eso con este calor. Vivimos en Tumuh, somos un pueblo guerrero y conquistador. Nuestra infraestructura está hecha de ladrillos de barro y piedra. Casas con formas cuadradas y muy pegadas las unas con las otras, hace bastante calor, Tumuh es muy grande, tenemos mar. Nuestra civilización se hacen llamar los iluminados y aparte de Tumuh tenemos varias colonias. Pues somos conquistadores, muchos de los supervivientes de nuestros saqueos y conquistas terminan siendo vendidos como esclavos en la ciudad de Tumuh, la cual cada vez crece más y más. Somos realmente orgullosos de la historia de nuestro pueblo. Nos hemos vuelto muy fuertes.
—Por este lado no es nuestra casa. ¿A dónde vamos?
—Nailah, estamos yendo al cuartel
—¿Qué? ¿No se supone que hoy es nuestro día de descanso?
—Si, pero surgió algo importante.
Miraba a mi alrededor, un ambiente cálido, pero a la vez frio era el que esta ciudad me daba. No, la palabra es, un ambiente agresivo. El clima, las personas, veía como golpeaban esclavos blancos porque no hacían bien su trabajo, son débiles. Todas estas personas son increíblemente débiles y por eso es que ahora son esclavos de nosotros los iluminados, nosotros los iluminados somos los fuertes, y es por eso que dominamos a estas personas, tontas y tercas. Me concentre tanto en mirar a mi alrededor que no me percate de mi camino, uno de los esclavos se tropezó conmigo.
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EL NEGRO.
AventuraCiegos, sordos y mudos, creados a la imagen y semejanza de ellos mismos. Son todo y no son nada, son conscientes que lo son. Egoístas como ningún otro, pero nadie se salva de no serlo. Una historia de varios pueblos diferentes e iguales. El convenie...