En el enigmático Valhalla, T/N, una joven que lucha por desenterrar los recuerdos de una infancia envuelta en sombras, se encuentra con Beelzebub, un ser temido por su fría indiferencia, intrigado por su búsqueda de la verdad, él se acerca, pero una...
¿Qué pasará con nosotros? ¿Mi madre seguirá viva? ¿Puedo proteger a alguien? ¿En quién puedo confiar?
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POV T/N
Sentí una mano cálida acariciando mi rostro y, al abrir los ojos, ahí estaba él, mi padre, mirándome con esa intensidad que siempre me desconcertaba. Me incorporé lentamente, y él me ayudó a levantarme, su toque era firme pero gentil.
—Veo que te regalaron uno de mis libros —comentó con una sonrisa divertida.
—¿Uno de tus libros? ¿Cuántos más tienes? —pensé en voz alta, sin poder evitar la sorpresa.
—Ah, varios —respondió, como si no fuera la gran cosa—. ¿Te gustó?
—Bueno... lo estuve leyendo y... —Intenté explicarle, pero él me interrumpió.
—Te aterró tanto que te desmayaste —rio suavemente, como si disfrutara del momento—. No te preocupes, es normal al principio.
—Sí... —murmuré—. Es solo que...
—Te acostumbrarás, solo es cuestión de tiempo —me interrumpió de nuevo con una sonrisa tranquilizadora. Luego, su tono cambió, haciéndose más serio—. ¿Hiciste algún acuerdo con ese dios?
Me tomó por sorpresa su pregunta, pero supuse que se refería a Hades.
—Bueno... algo así...
—Hija... —bufó, como si ya esperara esa respuesta—. No tienes idea de lo que los dioses pueden querer de ti.
Miré hacia otro lado, evitando su mirada, pero él no dejó pasar la oportunidad de señalar la herida en mi cabeza.
—Uno ya te lastimó —dijo, con desagrado—. Y el otro...
Lo miré, esperando a que continuara, pero él apartó la mirada, como si estuviera evitando hablar del tema.
—¿Cuál otro? —pregunté, aunque ya sabía a quién se refería.
—Ese... que deja que Satanás lo domine —respondió, con un tono sarcástico.
—Padre, tiene nombre... —solté, un poco molesta por su forma de referirse a Beelzebub.
—Sí, claro, Beelzebub —dijo con sarcasmo—. Pero dime, ¿por qué estás tan interesada en alguien que, con solo sentir afecto, podría matarte en cuestión de segundos? ¿No me dirás que no sabías eso?
Las palabras de mi padre resonaban en mi cabeza, trayendo consigo lo que Adamas me había revelado aquella vez, cuando me sacó del laboratorio de Beelzebub. Pero... ¿por qué Beelzebub no me había lastimado hasta ahora? Ambos habíamos... Sentí cómo mi rostro se sonrojaba al recordar nuestro encuentro.
Bajé la mirada, intentando apartar esos pensamientos.
—¿Qué te sucede? —preguntó mi padre, notando mi incomodidad.
