En el enigmático Valhalla, T/N, una joven que lucha por desenterrar los recuerdos de una infancia envuelta en sombras, se encuentra con Beelzebub, un ser temido por su fría indiferencia, intrigado por su búsqueda de la verdad, él se acerca, pero una...
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¿Debería confiar en mí? ¿Es esto real? ¿Estoy en peligro? ¿Estoy lista ahora?
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POV T/N
Mientras caminábamos hacia el buffet, pude ver que Jack, Sasaki y Hlokk ya estaban sentados en una mesa, disfrutando de su desayuno, justo antes de entrar, me giré hacia Hrist y la detuve con suavidad.
—Hrist, confío en ti, sé que no les dirás nada de... bueno, lo que pasó anoche —murmuré, mientras sentía como subía la sangre a mis mejillas.
—¿T/N, de verdad? —respondió—. ¿Crees que voy a andar contando a todos sobre tus encuentros con... ya sabes quién? —dijo, bajando la voz mientras lanzaba una mirada rápida a mi cuello y a la vez note como se le formaba una sonrisa maliciosa.
—Cállate.. —Murmuré, sintiendo el calor en mi piel—. No me hagas arrepentirme de habértelo contado...
—No te preocupes, T/N. Nadie tiene por qué enterarse —dijo, echando otro vistazo—. Además, mi trabajo fue impecable, ni rastro de las marcas.
Sus palabras no terminaban de tranquilizarme, pero asentí lentamente, con un suspiro, Hrist me tomó de la mano y me llevó hacia la mesa.
Nos sentamos en la mesa junto a los demás, y mientras me acomodaba, Jack, siempre cortés, comenzó a servirme una taza de té, sus movimientos eran elegantes como siempre pero noté como me observaba con esa ligera sonrisa suya que siempre me ponía nerviosa.
—Dime, T/N... —comenzó sin apartar la mirada mientras vertía el té—. ¿Puedo preguntar por qué desapareciste anoche?
—Oh... yo, bueno... —titubeé, sintiendo el rubor en mis mejillas—. Solo necesitaba aire... nada importante.
—¡Oh, Jack! —exclamó Hrist , cruzándose de brazos con un toque dramático—. Ni le reclames, que tú y Sasaki fueron los que se olvidaron de ella anoche.
Sasaki, quien hasta entonces estaba concentrado en su desayuno, levantó la vista sorprendido.
—¿Que yo me descuidé? —repitió, mirando a Hrist con incredulidad—. ¡Tú no me soltaste en la pista de baile! —agregó, señalándola con un dedo en un gesto exagerado.
