4. Venganza.

4.9K 439 177
                                    

Selena se encontraba nuevamente atrapada en las garras de una persona peligrosa, su corazón latía con fuerza mientras la mirada intensa de él la hacía sentirse vulnerable y expuesta.

Selena se sentía atrapada entre dos peligros, incapaz de decidir cuál era el menor de los males. Adam, con su mirada llena de insinuaciones y malas intenciones, la hacía sentirse vulnerable y expuesta. Y Astrid, con su actitud de violencia y control, la aterrorizaba.

En ese momento, solo quería escapar, volver a la seguridad de su hogar y olvidarse de los dos. Pero Adam no parecía dispuesto a dejarla ir.

—No te asustes, preciosa —dijo Adam, su voz baja y suave, pero con un matiz de amenaza—. Yo no soy Astrid. No te voy a hacer daño... —pausó, acercándose a ella—... ni mucho menos te voy a encerrar para verte pelear.

Selena se estremeció al escuchar sus palabras, su mirada fija en la de Adam, que parecía ver más allá de su miedo. Se abrazó más fuerte a sí misma, intentando encontrar algo de consuelo en su propio abrazo.

Selena tragó saliva con dificultad, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. La habitación parecía cerrarse sobre ella, y la mirada de Adam la hacía sentirse como una presa acorralada.

—¿Qué quiere de mí? —preguntó finalmente, su voz temblorosa y apenas audible.

—Consentirte —dijo él, su voz baja y seductora—, cuidarte y mantenerte bien. Eres una belleza, una joya que yo pondría en un pedestal para admirarla y protegerla.

Selena se estremeció ante las palabras de Adam, su mirada fija en la de él. La promesa de lujo y seguridad sonaba tentadora, pero algo en su interior le decía que había un precio que pagar.

—¿A cambio de qué? —preguntó Selena, su voz cautelosa.

Adam se rio suavemente, su sonrisa creciendo en su rostro.

—A cambio de tu lealtad —dijo—, de tu amor. Quiero que seas mía, completamente mía.

La habitación parecía cerrarse sobre Selena, y la mirada de Adam la hacía sentirse como una presa acorralada.

Selena se abrazó a sí misma con más fuerza, como si intentara protegerse de las palabras de Adam. No quería escuchar más, no quería saber qué más tenía que ofrecerle. Solo quería regresar con sus padres, sentirse segura y amada.

Ella había tenido suficiente de ser tratada como un objeto, un bien que podía ser controlado, robado, intercambiado o comprado.

Adam se puso de pie, sin apartar la mirada de Selena, su determinación palpable en el aire. Ordenó a uno de sus hombres darle comida a Selena, su voz firme pero suave.

Selena se debatió internamente, no quería aceptar nada de él, pero su estómago vacío y rugiente la traicionaba. Sabía que no podía permitirse el lujo de negarse a comer, especialmente si iba a estar encerrada con Adam.

Con resignación, Selena aceptó la comida, su mirada evitando la de Adam mientras comía en silencio. Adam se sentó junto a ella, observándola con una sonrisa satisfecha.

—Ves, Selena, no soy tan malo —dijo, su voz baja y persuasiva—. Puedo cuidarte, protegerte.

Selena se sintió escalofriada por sus palabras, su corazón latiendo con ansiedad. Sabía que no podía confiar en él, pero su cuerpo debilitado por el hambre la hacía vulnerable a sus halagos.

Mientras comía, Selena analizaba su situación y pensaba en muchas cosas. En ese momento una idea apareció en su mente, levantó la mirada hacia Adam que estaba frente a ella. Podría beneficiarse al comprobar que tanto podría hacer este hombre por ella.

DAS CASINO 2/3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora