~Capítulo largo~
Si el capitulo les resulta demasiado largo, háganmelo saber para minimizar la extensión de los capítulos y hacer la lectura menos agobiante para ustedes.El hombre que pretendía llevarse a Selena miró a Astrid con una mezcla de ira y exasperación. Su rostro reflejaba la certeza que había tenido momentos antes de que Astrid interviniera, seguro de que se llevaría a Selena consigo. Ahora, su plan parecía estar en peligro.
-¿Qué? -preguntó Astrid, una sonrisa traviesa bailando en sus labios-. ¿No esperabas que una mujer se interpusiera en tus planes?
El hombre le devolvió una sonrisa astuta a Astrid, acercándose un paso más, su mirada intensa y desafiante, como si retara a Astrid a seguir adelante.
-¿Y qué vas a hacer con ella, Astrid? -preguntó el hombre, su sonrisa ahora una mueca sarcástica-. ¿Convertirla en otra de tus marionetas? ¿Mantenerla en el juego para que siga siendo tu juguete, ganando para ti y satisfaciendo tu ego al verla luchar por sobrevivir?
Astrid se quedó en silencio, su expresión inescrutable. Con un simple gesto, levantó la mano, expectante. Segundos después, uno de sus hombres se acercó y depositó un grueso fajo de billetes en su palma. La transacción fue rápida y silenciosa, pero hablaba volumes sobre el poder y control de Astrid.
Los dedos de Astrid bailaron sobre los billetes, contándolos con deliberada lentitud. Luego, sin desviar su mirada penetrante del hombre, lanzó el fajo de billetes sobre la mesa donde Dante esperaba, el sonido del papel al caer resonando en el silencio.
-Mis motivos no te conciernen -dijo Astrid, su voz baja y firme-. ¿Vas a continuar con esta maldita subasta o no?
El hombre comenzó a retroceder, su mirada aún fija en Astrid, hasta que llegó de nuevo a su mesa. Con un movimiento deliberado, tomó sus billetes y los depositó con fuerza sobre la mesa de Dante, el sonido del papel al golpear la madera resonando en el casino.
-Tengo una forma de hacer esto aún más interesante -dijo, acercándose a Astrid con una sonrisa astuta y una mirada que brillaba con desafío.
Astrid arqueó una ceja, intrigada, y se cruzó de brazos, adoptando una postura relajada pero atenta. Su mirada recorrió al hombre de pies a cabeza, evaluándolo antes de hablar. -Habla -dijo, su voz baja y expectante.
-¿Qué tal un pequeño juego de Blackjack? -sugirió él, su sonrisa confiada y provocativa-. El ganador se lleva los 50 millones del perdedor y, por supuesto, a Selena. ¿Estás dispuesta a jugar con fuego, Astrid?
-¿Qué? ¿No tienes más dinero para apostar? -preguntó Astrid, una sonrisa burlona y desafiante en sus labios-. Si sé que tengo el dinero para hacer que te arrodilles ante mí, ¿por qué jugaría contigo? -su voz era baja y llena de confianza.
-Pensando en que, como la legendaria ama del juego, nunca pierdes una apuesta o juego, esto no debería hacerte temblar -la retó él, su sonrisa astuta y provocativa.
-No tengo miedo -respondió Astrid, su voz cortante y llena de enojo-. No puedes engañarme tan fácilmente. Si le propones un juego a una mujer que nunca pierde, es porque algo planeas. Así que ni lo pienses -Astrid había pensado simplemente superar la oferta, pero alguien la detuvo.
-No tan rápido, Astrid -dijo Dante, su sonrisa intrigante y llena de curiosidad-. Eso suena emocionante. ¿Por qué no?
Astrid se detuvo en seco, su mirada fulminante clavada en Dante como si fuera una daga helada. Su rostro se tensó, las cejas fruncidas en una expresión de irritación y frustración que parecía a punto de estallar. La indignación la consumió, su respiración se aceleró y sus puños se apretaron hasta que los nudillos se pusieron blancos.