12. La unión.

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Selena se encontraba junto a René en la sala de la casa, luego de que Astrid y Mei partieran a buscar a Mariana. Selena se mostraba extraña, su mirada perdida en el vacío, como si algo la preocupara enormemente.

René notó esto al instante y, luego de sentarse en el sofá, invitó a Selena a hacerlo también.

-No, gracias -dijo Selena, jugando con sus manos-, estoy... me siento bien así.

René la observó con atención, intuyendo que la preocupación de Selena iba más allá de la situación con Mariana.

-Tranquila, regresarán a salvo -dijo René, intentando tranquilizarla.

Selena asintió sin decir más, pero se seguía mostrando nerviosa. Al final, si terminó sentándose en el sofá, pero continuó en completo silencio.

Estaba perdida en sus pensamientos, y aunque no quería, debía hablar con alguien de lo que estaba pasando por su mente, de lo que estaba sintiendo.

-René -rompió el silencio Selena, dudando.

-Dime, querida -dijo René con dulzura-, hay algo más aparte de la situación con Mariana que te preocupa, ¿no es así?

Selena seguía extremadamente dudosa, no sabía cómo proceder con la conversación, así que decidió lanzarle una pregunta directa a René, una pregunta que ella no esperaba.

-René, ¿usted cree que las relaciones entre personas del mismo sexo son muy malas? -preguntó Selena, apenada.

René se quedó en silencio por algunos segundos, no esperaba que Selena le hiciera una pregunta de ese tipo, y parecía que la respuesta que le diera sería muy importante para Selena.

-Me parece bien siempre y cuando exista el amor -dijo René con una sonrisa-. Nadie puede contradecir al corazón, hacerlo es condenarlo al dolor.

-¿Y qué pasa con el deseo? -preguntó Selena, su curiosidad aumentando.

-En eso influye otra cosa que es incluso más difícil de contradecir -respondió René con una sonrisa.

-¿El qué? -preguntó Selena, intrigada.

-La conexión del alma -respondió René-. Cuando dos personas se conectan a ese nivel, nada puede separarlas.

-¿Lo ha experimentado? -continuó Selena.

-¿El deseo? Claro, todos lo hacemos en algún momento -respondió René.

-No -interrumpió Selena-, me refiero al deseo por... otra mujer.

El lugar se llenó de silencio por un momento, el rostro de René iluminado por una sonrisa que Selena no lograba comprender.

-No, nunca he deseado a ninguna mujer -dijo René antes de tomar un sorbo de su taza de café-. Pero no te asustes, en tu caso es completamente comprensible.

René miró a Selena, sentada y tensa, y continuó:

-Se trata de Astrid, ¿no? Hasta el más creyente sabría que Astrid es una tentación irresistible.

René sonrió con amabilidad.

-No deberías estar tan asustada -dijo-. Pero si te sientes presionada o no te gusta lo que estás sintiendo, entonces la cosa cambia. ¿Te sientes presionada de alguna forma?

-No, yo... -respondió Selena titubeando-. Es solo que... no lo entiendo.

-¿Exactamente qué? -cuestionó René, su voz llena de empatía.

Selena respiró profundo y empezó a contarle a René sobre la ocasión en la que Astrid vio a Lorena en el auto y ellas dos terminaron abrazadas dentro del auto.

DAS CASINO 2/3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora