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Tus pétalos caídos, tus tallos rotos, serán testigos silenciosos de mi historia de amor, desde el primer susurro hasta el último suspiro. Y aunque tu belleza se desvanezca, permanecerás en mi corazón, la rosa que siempre estuvo, hasta que nuestra historia concluya.
"La rosa que siempre estuvo" con eso ya deberían saber quién es esa rosa antes de que lo revele al final del capítulo.
-Selena se desmoronó, consumida por el dolor y la rabia. Los recuerdos largamente enterrados emergieron como una marea devastadora, arrasando su corazón. Su madre, su querida madre, asesinada por el hombre que debía protegerla. Este suceso había pasado tanto con sus verdaderos padres como con los adoptivos, le costaba asimilarlo.
-No... no... no... -sollozaba Selena, su cuerpo sacudido por convulsiones.
Astrid se acercó, envolviendo a Selena en su calor y su amor. Sus manos cálidas se posaron en los hombros de Selena, intentando calmar la tormenta que la azotaba.
-Selena, linda, estoy aquí. Estoy contigo -susurró Astrid, su voz suave como un bálsamo.
Pero Selena estaba demasiado lejos, atrapada en el infierno de sus recuerdos. Su respiración se volvió agitada, su corazón latiendo como un tambor en su pecho.
-Selena, mírame -pidió Astrid, su voz firme pero gentil.
Selena levantó la cabeza, sus ojos inundados de lágrimas. Astrid se sumergió en esa mirada desesperada, ofreciendo su amor y su apoyo.
-No estás sola, linda. Estoy aquí para ti -aseguró Astrid, antes de abrazar a Selena con fuerza.
El abrazo de Astrid fue como un ancla en la tempestad, un refugio seguro donde Selena podía dejar que sus emociones se desbordaran. Selena se rindió al abrazo, permitiendo que Astrid la sostuviera mientras el dolor y la rabia la sacudían.
En ese momento, Astrid fue su roca, su refugio, su amor.
Mientras Selena se fundía en el abrazo de Astrid, Lorena y Adriana intercambiaron una mirada cargada de emoción. Sonrieron, sabiendo que sus "niñas" habían encontrado el amor y la felicidad juntas.
-¿Crees que recordará sobre su vida en el orfanato? -preguntó Adriana, su voz baja y preocupada.
Lorena frunció el ceño, pensativa. -No lo sé, pero espero que no afecte su relación. Selena ya ha sufrido tanto...
Ambas mujeres decidieron darle más espacio a Selena y Astrid, permitiendo que Selena se relajara y procesara sus emociones.
-Dejémoslas solas por ahora -sugirió Lorena-. Necesitan este momento juntas.
Adriana asintió, y juntas salieron de la habitación, cerrando la puerta suavemente detrás de ellas.
Selena, aún en el abrazo de Astrid, comenzó a calmarse. Su respiración se normalizó, y su corazón dejó de latir con tanta fuerza.
-Gracias -susurró Selena, su voz apenas audible.
-No hay de qué -respondió Astrid, besando su cabello-. Estoy aquí para ti, siempre.
Astrid envolvió a Selena en sus brazos, sintiendo aún el temblor de su cuerpo. Quería ayudarla a calmar su ansiedad, a encontrar la paz.
-¿Qué puedo hacer para ayudarte a relajarte? -preguntó Astrid, su voz suave y tranquilizadora.
-Lo que sea que quieras pedirme, lo haré -aseguró, mirándola con amor.
Selena cerró los ojos, pensativa. De repente, recordó el dibujo que había encontrado en la habitación de Astrid tiempo atrás.
