Feliz inicio de semana ☺️
Les desea mi mujer y la de una tal Selena... Astrid Kaiser.Selena despertó de un sueño intranquilo, con la luz del día filtrándose a través de la ventana de su habitación. A pesar de haberse acostado muy tarde, no era el cansancio lo que la había mantenido despierta. Su mente aún resonaba con la imagen de Astrid, y su corazón anhelaba estar junto a ella. Sin embargo, René le había aconsejado respetar el espacio de Astrid y dejarla descansar sola esa noche.
Se estiró con un bostezo, sacudiendo la pereza de su cuerpo. Se levantó de la cama con paso inestable, pero pronto recuperó su equilibrio. Con una sonrisa cansada, se dirigió hacia el baño privado, donde René había dejado preparados todos los artículos de aseo personal que necesitaba: crema dental, cepillo, toallas suaves... Se detuvo un momento antes de encender la ducha, pensando en Astrid. ¿Cómo habría amanecido? ¿Se sentiría mejor después de una noche de descanso?
La mañana fría parecía haberse colado en su habitación, pero el agua tibia de la ducha la envolvió en un abrazo reconfortante. Sin embargo, el alivio fue efímero. Al moverse, un dolor punzante en el hombro le recordó la herida que aún no había sanado. Selena se apresuró a terminar de bañarse y salió del baño con la mano instintivamente en su hombro, una mueca de dolor contrayendo su rostro.
Al dirigirse hacia la cama, su mirada se posó en la pequeña mesa que la esperaba con un detalle que había pasado por alto antes de la ducha: un frasco de pastillas para el dolor, junto a un vaso de agua fresca. René debía haberlas dejado allí mientras ella se bañaba.
Selena tomó las pastillas y el vaso de agua con gratitud, y con prisa se tomó una para aliviar el dolor que la mortificaba. Luego, abrió la puerta de su habitación y salió al pasillo, vestida con ropa que había encontrado en el armario. Su cabello húmedo y despeinado caía en cascada por su espalda, y su rostro reflejaba la fatiga y el dolor.
Se detuvo un momento, y otro bostezo inesperado se apoderó de su rostro. Sin embargo, esta vez no era el cansancio lo que la aquejaba, sino el rugido de su estómago vacío.
-Me muero de hambre-, se quejó, presionando su mano sobre su abdomen gruñón. -Necesito comer ya.
Con urgencia, se dirigió hacia la sala en busca de René.
Selena se detuvo en seco justo antes de entrar a la sala, su atención capturada por una conversación susurrada entre dos sirvientas de la casa.
-¿Qué crees que haya hecho la chica para estar aquí? -preguntó una de ellas con una sonrisa maliciosa, claramente refiriéndose a Selena.
-Nada bueno -respondió la otra con un tono de desdén-. Se ve que es una chica muy incapaz. Pero es bella, ahí está tu respuesta -agregó con una insinuación.
Selena sintió una punzada de indignación y vergüenza, su rostro ardiendo con humillación. Se quedó allí, inmóvil, escuchando cómo hablaban de ella a sus espaldas.