-📍Monza GP Italia
Después de la caótica jornada de entrevistas y la carrera, donde Lando apenas logró un resultado decente tras su accidente en Monza, decidí que necesitábamos hablar. Sabía que no había sido justo en la entrevista, pero también entendía que estaba bajo una presión enorme. Me acerqué a él en el paddock, cuando todo parecía calmarse, pero su expresión seguía siendo de puro enfado.
"Lando... ¿podemos hablar un segundo?", le pregunté, tratando de sonar tranquila, aunque por dentro estaba hecha un lío.
Él ni siquiera me miró al principio, revisaba su teléfono como si ni existiera. "¿Hablar? ¿Hablar de qué, Nayara? Ya hemos hablado suficiente, ¿no crees?", respondió, sin ocultar su tono molesto. Me mordí el labio, intentando no perder los estribos.
"Quería disculparme... sé que lo de la entrevista no salió como esperaba. No era mi intención hacerte sentir peor..." Apenas había empezado cuando él finalmente levantó la vista, pero lo que vi en sus ojos no era comprensión, sino furia contenida.
"¿Disculparte? ¡Nayara, ya basta con las malditas disculpas! Siempre es lo mismo contigo. Apareces, tratas de ser perfecta, de mostrar profesionalidad, pero en realidad... ¡en realidad ni siquiera entiendes cómo me siento! Estás metida en esto, pero no realmente aquí, ¿sabes?", me gritó, con el rostro encendido de rabia. Su voz resonaba en mi cabeza, cada palabra me dolía más que la anterior.
Su reacción me tomó completamente desprevenida. "¿Cómo puedes decir eso? ¡Claro que me importa lo que te pasa! Estuve preocupada todo el día, estuve... siempre trato de entenderte, Lando, pero tú... tú no me dejas." Mi voz empezó a quebrarse, sintiendo las lágrimas formarse en mis ojos, pero no quería llorar frente a él. No otra vez.
Lando rió amargamente. "¿Preocupada? ¿En serio? ¡Parece que solo te preocupas por tu maldito trabajo! No por mí. Estás en cada maldito reportaje, pero nunca realmente conmigo. Y encima, ¿vienes a hablarme de cómo me siento? ¡Por favor! No tienes ni idea, Nayara. Eres tan... tan buena fingiendo que todo está bien, que a veces me olvido de quién eres realmente."
Sus palabras eran como golpes directos a mi pecho, y ya no podía contenerlo más. Las lágrimas empezaron a rodar por mis mejillas, incapaz de detenerlas. "¿Por qué me estás diciendo esto? Yo... yo siempre trato de apoyarte. No es justo que me digas que no me importa..." La voz me fallaba, y sabía que estaba completamente vulnerable frente a él.
Lando me miró, con el ceño fruncido, pero al verme llorar, su expresión cambió por un segundo, como si hubiera caído en la cuenta de lo que acababa de hacer. Sin embargo, el enojo seguía latente. "No entiendes nada, Nayara. A veces siento que... no sé, quizás nunca llegues a entenderme del todo."
Intenté secar mis lágrimas con el dorso de la mano, pero era inútil. Todo lo que había estado conteniendo, todo el dolor y la tensión de las últimas semanas, me había estallado en la cara. Y en ese momento, sentí que ya no había nada más que decir. Me di la vuelta, dejándolo con sus propias emociones, sabiendo que la distancia entre nosotros se estaba haciendo más grande que nunca.
Cuando escuché las últimas palabras de Lando, algo dentro de mí se rompió aún más. Sentía que estaba perdiendo el control de todo lo que pensaba que teníamos, pero había algo que no podía dejar pasar. Me detuve en seco antes de dar un paso más y, sin voltear, hablé con la voz temblorosa pero cargada de dolor y rabia.
"¿Sabes qué, Lando? Si alguien aquí tiene derecho a estar molesto, soy yo. ¡Yo debería estar molesta contigo por todo lo que pasó con Camila Díaz!" Las palabras salieron como un rayo, cargadas de una mezcla de enojo y desilusión. "No solo fue lo que hiciste, sino la forma en la que me hiciste sentir... como si no significara nada. Como si fueras capaz de reemplazarme en cualquier momento, ¿y ahora tú eres el que está enfadado conmigo?"
Lando se quedó en silencio, y aunque no lo miraba, sentí que esas palabras lo habían alcanzado, como si hubiera entendido finalmente el dolor que había estado cargando todo este tiempo. Pero no quería esperar a ver su reacción. No tenía más fuerzas para seguir con esa discusión. Las lágrimas se desbordaban de mis ojos sin control, sentía que apenas podía respirar.
Sin esperar una respuesta, me retiré de ahí, dejando a Lando parado detrás de mí. Mis pies se movían rápidamente, como si intentaran escapar del lugar, de la situación, de todo lo que estaba mal entre nosotros. Mi llanto era silencioso, pero desgarrador, y mientras me alejaba, sentí que estaba dejando atrás no solo una conversación, sino algo mucho más grande. Algo que quizás nunca volvería a ser lo mismo.
esa noche fue un tormento interminable. Me encerré en mi habitación mientras escuchaba a mi padre gritar borracho...odiaba mi entorno, no quise ir a llorar con Toto no quería preocuparlo... con las luces apagadas, dejando que el silencio amplificara todo lo que sentía. Las lágrimas no paraban de correr, como si cada recuerdo de los comentarios de Lando las alimentara. ¿Cómo había llegado todo a esto? ¿Cómo alguien que me había hecho sentir tan especial podía herirme de esa manera tan brutal? La rabia se mezclaba con el dolor en un torbellino que no podía controlar. Lo odiaba más que nunca, cada palabra suya retumbaba en mi cabeza, llenándome de amargura. Intentaba calmarme, pero la frustración era tan grande que el simple hecho de pensar en él me hacía llorar aún más. Odiaba lo que había hecho, odiaba cómo me había hecho sentir insignificante, como si todo el tiempo que habíamos compartido no hubiera significado nada. Sentí como si hubiera perdido una parte de mí, y esa noche el odio hacia Lando se arraigó aún más profundamente en mi corazón.
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Chocando con el destino | Lando Norris
FanfictionEres una periodista brasileña reconocida en el mundo de la Fórmula 1, querida y respetada por todos, especialmente en la Scuderia Mercedes. Desde tus inicios, tu amabilidad, carisma y profesionalismo te han hecho ganar no solo la admiración de los p...