capitulo 30

171 34 0
                                    

JIMIN ;

a humillación es lo primero. Luego el dolor.

Mierda.

La pistola de tatuar zumba mientras las agujas presionan en
mi cuello, a lo largo de mi columna vertebral. Duele.
Aprieto los dientes para no gritar, pero no puedo evitarlo, no al principio,
y me alegro de no poder ver sus rostros. No puedo verlos mirándome,
observando esto....

Mi sumisión. Mi humillación muy pública.
No sé cuánto tiempo durará esto. Tengo frío y calor a la vez y veo cómo una  gota de sudor cae de mi frente sobre la piedra hasta que finalmente, una
eternidad después, soy arrullado en una especie de estado de ensueño, el
silencio en la punta de la aguja.

Siento a Jeon  a mi espalda. Me susurra
diciéndome que lo estoy haciendo bien. Quiero decirle que se vaya a la mierda,
pero en cuanto abro la boca, comienza de nuevo, las agujas perforan arte en mi
espalda.

¿Arte? No. Arte no. Propiedad. Su marca en mí. Su maldita marca.
Y no es solo mi cuello. Recuerdo haber hablado vagamente de esto cuando

Jenny  me contaba los oscuros secretos de( La Sociedad). No estoy seguro  de
haberle creído entonces. Todo era demasiado arcaico. Demasiado imposible.
Se supone que deben marcar la parte posterior del cuello. Fuego o tinta.

Jenny  siempre tenía un brillo en los ojos frente al fuego. Me pregunto cómo se
sentiría ella al recibir esa marca, atada así en una picota. No creo que ella
estuviera sonriendo entonces.
Pero lo que él está haciendo, se extiende hasta mi espalda baja y más allá.
Y es cuando creo que nunca terminará que finalmente, lo que parecen horas después , se detiene. El sonido del zumbido desaparece. Y creo que debe estar
exhausto.

Yo lo estoy.
Los hombres se reúnen a mi alrededor, Hilde  permanece de pie, su hermano y los demás se acercan para ver la marca. Para felicitar a mi esposo.

—Terminemos esto —dice Hilde—. Seguro que todos estamos
cansados.

¿Terminar? ¿Hay más?
Pero no puedo levantar la cabeza para ver sus rostros, para saber qué más hay  Sin embargo, veo que se separan, los zapatos de los demás se alejan
mientras Jeon  se para frente a mí. Se agacha, pero sigo sin levantar la vista.
Acaricia mi cabeza, pasando su mano suavemente por mi cráneo con la misma
mano que sostenía la terrible máquina. ¿Cómo puede ser un consuelo para mí?

—Las palabras, jimin —dice

mientras toma mis mejillas y levanta un poco  mi rostro, lo suficiente como para poder mirarlo.

Me pregunto qué aspecto tengo, con el maquillaje corrido. El lápiz
delineador de ojos ahora deja rayas negras sobre mis mejillas. Probablemente
también necesite que limpien mi nariz. Pero no me importa.

—Déjame salir de esto —
consigo decir.

Me estudia, pasa el pulgar por mi pómulo, luego acerca su anillo a mi boca y lo recuerdo. La insignia está en su anillo. Los dos dragones. Su marca. Su maldita  marca.

—Las palabras.

Dominus et Deus. Mi señor y mi Dios. Tal como me instruyó Junji

—¿Las palabras? —pregunto,

la ira me da fuerzas

—. ¿Quieres las palabras?

Sus ojos se entrecierran.
Miro más allá de él, a los demás, pero no sus rostros. No puedo ver tan alto . Pero vuelvo a centrarme en mi esposo.

Quiere que diga las palabras. Que le diga que es mi señor y mi dios.
Puede irse a la mierda.

Así que, en lugar de decir alguna palabra, le sonrío, con todo el odio en esa curvatura de mis labios, y escupo en su zapato.

YOU ARE MY REDEMPTION!!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora