Capítulo 9: El dia con amor

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La noche en el Gran Santuario Narukami estaba en calma, iluminada solo por la suave luz de la luna que se filtraba entre los árboles. El viento susurraba entre las hojas, y el aroma de las flores nocturnas impregnaba el aire. TN y Yae se encontraban en una de las salas privadas del santuario, sentados juntos mientras compartian una cena sencilla pero íntima.

Desde que TN había regresado, Yae no había soltado su mano ni por un momento. Durante la comida, ella había estado constantemente sujetando su brazo, como si temiera que, si lo dejaba ir, él desapareciera nuevamente. Su mirada estaba llena de una mezcla de incredulidad, amor y ansiedad, como si no pudiera creer que su maestro y amado estuviera realmente allí, a su lado.

Yae había estado callada la mayor parte de la noche, tratando de procesar todo lo que estaba sucediendo, pero finalmente, cuando los platos quedaron vacíos y la noche avanzó, no pudo contener más sus sentimientos. Se giró hacia TN, sus ojos brillando en la penumbra.

Yae Miko: -con voz suave y temblorosa- Maestro... Lo siento por lo que hice antes... por haberte besado de esa manera. No pude contenerme. Es solo que... pensaba que nunca volvería a verte.

TN la miró en silencio por un momento, sus ojos llenos de una calidez que hizo que Yae se sintiera aún más expuesta. Sin decir una palabra, extendió su mano y la tomó del mentón con suavidad, acercándola a él. Antes de que pudiera protestar o disculparse más, TN cerró la distancia entre ellos y la besó nuevamente, un beso suave pero lleno de la intensidad contenida durante siglos.

El corazón de Yae latía con fuerza en su pecho, y cuando el beso terminó, se quedó sin aliento, mirándolo con ojos aún más abiertos.

TN: -con una sonrisa tranquila- No hay nada que lamentar, Yae. De hecho... he estado esperando ese beso durante mucho tiempo.

El alivio y la felicidad que Yae sintió en ese momento fueron abrumadores. Soltó una pequeña risa entre lágrimas contenidas y se abrazó a TN con fuerza, como si temiera que si lo soltaba, él volvería a desaparecer. Ambos se quedaron así durante un rato, en silencio, abrazados, sintiendo la calidez del otro y el latido de sus corazones sincronizados.

Después de la cena, se trasladaron a un pequeño futón que había sido preparado. Yae seguía aferrada a él, como si la realidad de su regreso aún fuera demasiado buena para ser cierta. TN notó el agarre firme de Yae, pero también percibió algo más. El leve sonrojo en sus mejillas, la respiración agitada, los pequeños gestos nerviosos que no eran propios de ella.

TN: -mirándola con curiosidad- ¿Yae? ¿Qué te ocurre? Parece que hay algo en tu mente.

Yae, que normalmente era tan controlada y segura de sí misma, desvió la mirada por un momento, incapaz de ocultar su creciente ansiedad.

Yae Miko: -con voz baja y cargada de emoción- Te extrañé... tanto... Pensaba en ti todos los días. Soñaba con este momento, pero ahora que estás aquí... no puedo esperar más.

Mientras hablaba, sus manos temblorosas comenzaron a desabotonar la parte superior de la ropa de TN, revelando poco a poco su piel bajo la luz tenue de la habitación. TN la miraba, sorprendido pero no resistiéndose, entendiendo lo desesperada que Yae se sentía. El amor, el anhelo que había contenido durante siglos estaba desbordándose.

Yae Miko: -murmurando con una sonrisa nerviosa- Ya no puedo esperar más, TN. Quiero... quiero sentirte de nuevo. Quiero demostrarte cuánto te he extrañado, cuánto te amo.

Las palabras de Yae estaban llenas de una mezcla de desesperación y pasión, y TN sintió cómo su propio corazón respondía a ese llamado. Sabía que ambos habían esperado demasiado tiempo para este momento, y no había ninguna razón para seguir reteniéndose.

Rayos Y Petalos: El Juramento De Eternidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora