28. Su voz baja y llena de deseo

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Narrador omnisciente...

En el jardín de la imponente mansión, el sonido de golpes resonaba con fuerza. Los dos hermanos, Alessandro y Amadeo, estaban inmersos en una pelea intensa, pero algo en la furia de Amadeo hacía que aquella sesión no fuera solo física. Aunque ambos eran expertos en combate, Amadeo se movía con una agresividad descontrolada, lanzando golpes cargados de ira contenida. Alessandro, el mayor, más calmado, esquivaba con destreza, pero la tensión entre ellos era palpable.

-¡¿Cómo pudiste, Alessandro?! -gritó Amadeo, lanzando un puñetazo que casi rozó el rostro de su hermano- ¡Era nuestra oportunidad! ¡Sabes que ella está viva!-

Alessandro retrocedía, bloqueando los ataques sin devolver ninguno. Sus movimientos eran precisos, calculados, y su rostro permanecía imperturbable.

-No tenemos pruebas de que fuera ella -respondió Alessandro con frialdad, desviando un golpe dirigido a su mandíbula- El rastreador pudo haber sido manipulado. No había garantías de que fuera nuestra hermana-

-¡¿Manipulado?! -rugió Amadeo, su furia creciendo con cada palabra- ¡El rastreador estuvo activo en Estados Unidos por horas! ¡Y en lugar de ir tú, enviaste a tus hombres que no encontraron nada! ¡Nosotros debimos haber ido!-

Alessandro bloqueó otro golpe, esta vez sujetando a su hermano por la muñeca y empujándolo hacia atrás con fuerza. Aunque la pelea era brutal, mantenía la calma, sabiendo que la ira de Amadeo venía de algo mucho más profundo.

-¡Debes pensar antes de actuar, Amadeo! -exclamó Alessandro, su tono más severo- Si hubiéramos ido nosotros y resultaba ser una trampa, ¿Qué habrías hecho? ¿Arriesgar nuestras vidas por una señal débil y un rastreador que se apagó?-

Amadeo se lanzó con más fuerza, su rabia cegándolo, pero Alessandro lo detuvo de nuevo, esta vez inmovilizándolo en el suelo con un giro rápido.

—¡No quiero escuchar más excusas! -jadeó Amadeo, luchando por liberarse- Sabes perfectamente que por más que hubiera sido una trampa ella está con vida porque el maldito rastreador se activa porque está conectado a  los latidos de nuestros corazones -se retuerce en el piso enfurecido- ¡Perdiste la única oportunidad de encontrarla!-

Antes de que pudieran continuar, un empleado apareció apresurado desde la entrada del jardín. Parecía nervioso al ver la tensión entre los dos hermanos, pero se acercó con rapidez.

-Señores... -dijo el empleado, con voz temblorosa- Hay una mujer en la entrada... está buscando a ambos-

Alessandro y Amadeo se quedaron en silencio, respirando con dificultad tras la pelea. Ambos intercambiaron una mirada tensa, pero la mención de una mujer hizo que el aire se congelara.

-¿Quién es? -preguntó Alessandro, con el ceño fruncido, aún sosteniendo el brazo de su hermano-

El empleado tragó saliva, consciente de la gravedad de su respuesta, pero continuó.

-No lo se señor, pero es una mujer de estatura promedio, cabello negro, al igual que sus ojos... -dudó por un momento- Y tiene un acento ruso muy marcado-

Amadeo, aprovechando el momento de distracción, se suelta de golpe y rápidamente se levanta  del suelo, sus ojos brillando con una mezcla de rabia y furia latente. Alessandro lo observo, su mirada más controlada, pero con la misma intensidad.

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