"Alterando Destinos: El Pasado que Nunca Fue"

SON MIAS Y DE NADIE MAS

Al finalizar la jornada escolar, Izuku planeaba irse con Kendo, pero justo cuando estaban a punto de partir, Mei apareció corriendo y, sin decir palabra, se subió rápidamente a la moto. Izuku soltó un suspiro mientras encendía el motor, resignado a tener a ambas chicas con él.

Mientras conducía por las calles, su mente estaba ocupada con pensamientos más oscuros. Reflexionaba sobre cómo podría robar dinero de los Yakuza para adquirir un automóvil y garantizar un transporte más seguro, pensando especialmente en Eri y en la constante amenaza que representaba Dabi. Sabía que necesitaba estar siempre un paso adelante y estar preparado para lo que pudiera venir.

Finalmente, llegaron a la casa de Mei, la cual estaba relativamente cerca de la U.A. Izuku apagó el motor, y mientras Mei bajaba de la moto, se giró hacia él con una sonrisa juguetona. Sin previo aviso, Izuku la tomó de la cintura, tirando de ella hacia sí, y la besó de manera posesiva, con una intensidad que sorprendió a Mei. El beso fue profundo y algo brusco, pero Mei lo disfrutó, respondiendo con entusiasmo.

Cuando se separaron, Mei respiraba agitada, pero sonreía de manera satisfecha. "Vaya, Itsuki... no esperaba eso, pero me ha encantado," comentó con una mirada traviesa mientras acariciaba su mejilla.

Izuku, con su expresión seria, asintió. "Cuídate, Mei. Nos vemos mañana."

Mei, aún sonriendo, asintió y entró a su casa, claramente encantada por lo que acababa de ocurrir.

Izuku encendió de nuevo la moto y, esta vez solo con Kendo, continuó su camino. La atmósfera entre ellos era diferente, más tranquila y serena, aunque Kendo se mantenía en silencio, con el rostro visiblemente sonrojado por la cercanía.

Cuando llegaron a la casa de Kendo, Izuku apagó el motor nuevamente y la ayudó a bajar suavemente de la moto. En lugar de despedirse como siempre, Izuku la tomó por la cintura con cuidado, acercándola a él. Kendo lo miró, sorprendida y completamente sonrojada.

Kendo:"Itsuki...* murmuró tímidamente*

Izuku, sin decir nada, levantó una mano y le acarició la mejilla con suavidad, observando cómo el rostro de Kendo se encendía aún más. Luego, sin apartar la mirada de sus ojos, se inclinó y la besó, pero esta vez el beso fue suave y tierno, completamente opuesto a la intensidad que había mostrado con Mei. Sus labios tenían un suave sabor a cereza, ya que Izuku había comenzado a comer chicles de ese sabor desde hacía un tiempo.

Kendo, al principio sorprendida, poco a poco empezó a corresponder al beso. Notó el dulce sabor a cereza en los labios de Izuku y cerró los ojos, dejándose llevar por el momento, aunque su corazón latía a toda velocidad.

Cuando finalmente se separaron, Kendo abrió los ojos lentamente, aún con el sabor a cereza en sus labios, y lo miró con una mezcla de timidez y gratitud.

Kendo:Gracias por llevarme, amor...* dijo en voz baja, sonrojada y apenas capaz de mirarlo a los ojos*

Izuku le sonrió suavemente.

Izuku:"Me alegra que estés bien. Descansa, nos vemos mañana."

Kendo, aún temblorosa por lo que acababa de ocurrir, solo asintió. Se giró lentamente y entró a su casa, su rostro todavía rojo mientras recordaba el beso y el dulce sabor a cereza que había quedado grabado en sus labios.

Izuku observó la puerta por un momento antes de volver a su moto. Encendió el motor y se dirigió de regreso a su casa, su mente ocupada en muchas cosas: los peligros que se avecinaban, sus responsabilidades y las dos chicas que ahora ocupaban un lugar especial en su vida.

Mientras Izuku continuaba con su vida normal fuera de la U.A., en el interior de la academia las cosas se habían vuelto caóticas. El director Nezu estaba, literalmente, contra las cuerdas... aunque no en el sentido físico. Estaba abrumado por una situación que nunca antes había ocurrido en la historia de la escuela.