Un Hogar entre Sonrisas y Recuerdos

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TIME JUMP

Izuku se encontraba en el frente, rodeado de Nomus, con la mirada endurecida y su traje desgastado, pero firme, como su voluntad. En el horizonte, helicópteros de evacuación se elevaban en el cielo, cargando a héroes heridos, estudiantes, y aquellos que habían dado todo en la batalla. Sabía que debía ganarles tiempo, aun cuando sus fuerzas flaqueaban. A través de su comunicador, la voz de una mujer llegó como un susurro, recordándole lo que realmente estaba en juego: su familia. Le decía que ella y los pequeños lo esperaban, y que confiaba en él para regresar con vida.

La furia incontrolable, su lado berserker, latía en su interior, impulsándolo al límite. Sin embargo, al recordar esas palabras, un breve instante de lucidez le permitió aferrarse a su humanidad. Tenía que controlarse, no solo por él, sino por aquellos que dependían de su sacrificio.

El campo de batalla era un caos total. A su alrededor, los restos destrozados de Gigantomachia yacían inmóviles, el enorme coloso abatido y partido en dos. Un gigantesco robot, testigo de la furia desatada de Izuku, estaba destrozado en el suelo, símbolo de su poder implacable.

Izuku apretó los puños, concentrándose, listo para darlo todo. Este era su papel: ser el escudo entre la destrucción y la esperanza.

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El ambiente en la sala de entrenamiento era denso. Después de una hora de ejercicios intensos, los estudiantes, agotados y sudorosos, estaban sentados en círculo, con la cabeza baja y respirando pesadamente. Izuku, en el centro, los observaba con una mirada fría y calculadora, como si los estuviera evaluando minuciosamente. Su rostro no mostraba ninguna emoción, pero sus palabras eran como cuchillos.

—¿Es esto lo mejor que pueden hacer? —preguntó Izuku en voz baja, casi un susurro, pero cargado de una ira contenida. — ¿Esto es todo lo que tienen? ¡Patético! ¡Mediocre!

El silencio se hizo aún más pesado. Los estudiantes, que ya estaban al límite, intentaron ocultar su vergüenza y frustración. Pero uno de ellos, con una mirada de desafío, levantó la cabeza y habló, buscando una salida a su sufrimiento.

—¿Por qué no nos entrenas como lo hicieron contigo? —preguntó el estudiante, su voz temblorosa pero llena de resentimiento. — Si eres tan fuerte, ¿por qué no nos muestras cómo lo hiciste?

El sonido de su voz hizo que el aire en la sala se congelara. Izuku no respondió inmediatamente. En su mente, los recuerdos comenzaron a apoderarse de él. Las torturas, los entrenamientos inhumanos que la Comisión de Héroes le había impuesto. Los golpes, las humillaciones, las largas horas de dolor y sufrimiento. Todo eso se mezcló en su mente como un remolino de oscuridad. Recordó las noches en las que deseó morir, las que tuvo que soportar sin poder dormir, sin poder descansar.

Se quedó en silencio por un largo momento, su respiración profunda y tranquila, pero por dentro, la tormenta estaba a punto de estallar. Finalmente, se levantó y caminó hacia el estudiante desafiante, con una calma escalofriante. Los ojos de Izuku no mostraban piedad, solo una frialdad aterradora.

Con un tono grave y casi vacío, le habló:

—¿Estás dispuesto a abandonar tu humanidad? —su voz sonó como un susurro helado, como si estuviera hablando con alguien que no tenía alma. — ¿Estás dispuesto a soportar lo que yo soporté para ser verdaderamente fuerte?

"Alterando Destinos: El Pasado que Nunca Fue"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora