2. Atardecer

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Ship: Hasgard x Sísifo

Universo de The Lost Canvas.// Headcanon.

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El atardecer... Siempre fue un momento agradable para ellos.

Desde sus años más tiernos, cuando eran tan solo unos cadetes, era un regalo observar la marcha de Apolo, obsequiando sus últimos haces de luz, tiñendo el cielo de anaranjado y violeta, antes de dar paso a Nix. Algunos días anunciaba el fin de una intensa jornada de entrenamiento y el goce de un merecido descanso, otros más el comienzo de sus patrullajes nocturnos.

Ciertamente, sus vidas nunca fueron fáciles. Desde niños tuvieron que enfrentar infinidad de desafíos, soportar las pérdidas de muchas personas en el camino, cometer muchos errores y aprender de ellos...

Pero eso los había ayudado a madurar, y a valorar más cada instante. Una virtud más que necesaria en el catastrófico escenario que vivían.

— ¿Estás bien, Sísifo?

— Por supuesto.- Afirmó con la dulce sonrisa que lo caracterizaba.- Solo... Pensaba un poco.

— El atardecer ya está cerca.

— Sí.- Asintió el castaño, aceptando con gusto el abrazo que le era ofrecido, recargando su cabeza en el hombro ajeno.- Solo recordaba el pasado.

Hasgard no pudo evitar apretar ligeramente los labios, producto de una mezcla de emociones, ante esas palabras.

Sabía que el escenario que vivían era desolador. La guerra apenas estaba comenzando y ya habían perdido a varios camaradas... Desde el primer día, ambos sabían todo lo que se ponía en juego, todos los riesgos que existían, todo lo que podría pasar, pero nada aminoraba el dolor de perder a alguien.

— ¿Tú estás bien, Hasgard?

— No te preocupes por mí.- Negó, dibujando su mejor sonrisa.- Estoy bien.

Sísifo tomó su mano, haciéndolo que sus ojos se encontraran... Ambos sabían la verdad detrás de ese "Estoy bien" y esa sonrisa.

— Los dos sabemos que no lo estás.

Esa simple frase del santo de Sagitario fue suficiente para que las lágrimas se desbordaran y la sonrisa se esfumara.

Sísifo no dijo más, solo lo abrazó, permitiéndole sacar su dolor en su hombro.

Sabían que no podían derrumbarse, no siendo los guerreros más fuertes de la élite, no teniendo las esperanzas de tantas personas a cuestas, no teniendo que consolar y ayudar a seguir adelante a tantos santos jóvenes y aún inexpertos... Hasgard lo sabía mejor que nadie, y prefería ahogarse de dolor en soledad, al calor de una copa de vino, con tal de no bajar los animos de nadie.

Sísifo sabía que el noble Santo de Tauro siempre trataba de salvar a todos, incluso a los enemigos que no considerara merecedores de la muerte, pero ¿quién lo salvaba a él?

— Siempre ayudas a todos, siempre buscas aliviar el dolor de los demás.- Murmuró Sísifo, aún abrazándolo.- No sé cuánto tiempo nos quedes, pero por hoy déjame aliviar tu dolor.

Déjame aliviar tu dolor...

Esas fueron las últimas palabras que intercambiaron, la última conversación que sostuvieron, el último atardecer que contemplaron juntos, antes de que la calamidad azotara aún más sus almas y los destrozara en el proceso.

Esa misma noche, Hades y Pandora atacaron el Santuario, Tenma volvió para ayudar, descubrieron el sacrificio del Santo de Virgo, y Sísifo fue herido por su propia flecha al tratar de proteger a su diosa y sus camaradas.

Nada pudo hacer para siquiera tratar de rescatar a su amado.

Para cuando logró salir de la prisión de los sueños ya era demasiado tarde. No solo Cid y sus discípulos habían partido, Hasgard también lo había antes al dar su vida para proteger las de Tenma, Dohko y los discípulos que aún vivían.

Ahora... Ahora estaba sólo. Por su debilidad, por su duda, por su miedo... Le había fallado a todos, y sabía que la única manera de enmendarlo, sería entregando su vida enfrentando a Hades.

Su fé en Athena era más fuerte que nunca después de haber salido del coma producido por Hypnos. No dudaba de ella, pero sentía que no le quedaban fuerzas.

— Deja de llorar. Te ves patético, Santo de Athena.

Al escuchar esa voz a sus espaldas, se giró de inmediato, notando a un espectro.

De inmediato se alistó para contener un posible ataque. No estaba dispuesto a permitirle el paso, así tuviera que morir en el proceso... Pero el contrario solo dejó escapar un malhumorado gruñido, antes de lanzarle un pequeño proyectil, que apenas consiguió atrapar.

— Alguien te manda eso.

Al abrir sus manos, pudo observar de qué se trataba: Una liga para el cabello... Sin embargo, supo de inmediato que no era cualquier liga.

— ¿De dónde sacaste esto?

El espectro le dirigió una mirada despectiva, antes de chasquear la lengua y dar media vuelta.

— No me gusta deberle favores a nadie, y ese mastodonte ni muriéndose iba a ser la excepción.- Respondió, abriendo las alas de su Sapuri.- Llegué tarde para asegurar una revancha, pero con esto ya estamos a mano.

Sísifo observó el gastado objeto entre sus manos... Era la liga que Hasgard solía usar para sujetar su cabello. Y las lágrimas de nuevo mojaron sus mejillas al recordarle su ausencia.

— Ese idiota sentimental dice que dejes de llorar y des todo de ti en esta guerra, liderando a los más jóvenes.- Añadió el espectro, mirándolo de reojo.- Confía en tí para guiar a ese montón de mocosos inútiles.

Hasgard... ¿En serio, después de todo, seguía confiando en él?, ¿lo creía capaz de guiar a los demás?

Tenía varias preguntas, pero no tuvo tiempo de hacerlas, ni de responder nada a las palabras del espectro. El misterioso emisario simplemente emprendió el vuelo y desapareció por el cielo, perdiéndose entre los últimos rayos del sol.

Tal vez eran simplemente sus emociones y su anhelo de un último aliento, pero ese atardecer besando su piel fue suficiente para calmar el pesar de su corazón y devolverle el deseo de luchar.

Flufftober 2024. Saint Seiya Ships Donde viven las historias. Descúbrelo ahora