5. Feria

44 3 2
                                    

Ship: Albafica x El Cid

Universo de The Lost Canvas.// Pre-guerra santa.// Drabble.

•=•=•=•=•=•=•=•=•=•

Un mar de gente de todas las edades alrededor, bullicio, ajetreo, apenas podía caminar sin tropezar o empujar a alguien.

Una feria... Uno de los lugares más aglomerados que podían existir sobre la faz de la Tierra. ¿Cómo él, portador de Piscis, dueño de una sangre mortalmente venenosa, y que siempre buscaba aislarse de todos, había terminado ahí? Cómo prácticamente todo en su vida: Gracias a su querida diosa.

— ¿Estás bien, Albafica?

— Sí, Cid.- Respondió a su colega.- No es nada.

— Pareces algo abrumado.

Quisiera admitirlo o no, el portador de Capricornio tenía razón.

— Es solo que no esperaba esto.- Confesó finalmente con un suspiro.- Se suponía que solo vendríamos a la reunión de esa cumbre y volveríamos al Santuario.

— Creo que pasar tanto tiempo con Kardia ha afectado a la señorita Athena.

— Supongo.

Ambos intercambiaron una leve, casi imperceptible sonrisa, a la par que el Santo de Capricornio tomaba lugar a su lado, observando juntos a la distancia cómo Kardia corría de un lado a otro, con Sasha en su espalda, secundados por Manigoldo y Dohko, mientras Degel intentaba darles alcance, abriéndose paso entre la multitud.

— ¿Quieres ir a dar una vuelta por el lugar, mientras Degel atrapa a todos?

— Sabes que no es buena idea.

— Tu sangre es el único fluido venenoso en tí.- Señaló el azabache.- No es como que pudieras envenenar a alguien con tu sudor o tu saliva.

— Lo sé, pero...

— Todo estará bien.- Insistió el décimo custodio, sosteniendo un pañuelo de seda.- Si encontramos una forma de solucionar ese problema durante el baile de anoche, puedes con esto.

Albafica dudó por unos segundos, pero finalmente tomó el otro extremo de la tela y comenzó su camino al lado de su compañero.

La noche anterior, forzados a asistir al baile de la cumbre, Cid se dió cuenta de su nerviosismo ante la idea de bailar.

El guardián de Capricornio rápidamente se acercó a él con ese pañuelo, para ofrecerle tomar el otro extremo. De esa forma, consiguió ayudarlo a salir hasta el balcón de la sala con la excusa de sentirse mareado, sin necesidad de tocarlo.

— ¿Por qué tienes tanto miedo a que te toquen?- Preguntó Cid mientras caminaban, procurando mantener tanta distancia de las personas como fuera posible en ese entorno.- Tu sangre está contenida en tus venas. Mientras no exista una herida abierta, no debería haber ningún problema.

— Prefiero prevenir que lamentar una tragedia.- Replicó el doceavo custodio.- Hice una promesa de usar esta condena para proteger a otros.

— Te entiendo de cierta forma.- Asintió el azabache.- También hice una promesa a alguien, de conseguir la espada más afilada.

— Creo que ya lo conseguiste.- Rió ligeramente Albafica.- Eres uno de los guerreros más fuertes. Incluso tienes tres aspirantes a tu cargo.

— Aún no.

Esa corta respuesta logró captar la atención de Albafica. ¿Qué quería decir con que "aún no"?, ¿acaso no se refería a Excalibur?

— No sé aún cómo, pero sé que algún día lo conseguiré.

— ¿Tan importante es esa "espada" para tí?

— Tanto como tu veneno lo es para tí.

Albafica solo pudo abrir los ojos a su máxima capacidad, y dirigir su mirada a la inerte expresión de su compañero. Pero finalmente suspiró, aceptando su derrota.

— ¿Tan obvio soy?

— No.- Afirmó.- Simplemente me di cuenta de que los dos estamos en el mismo barco.

— Vaya, ningún detalle escapa a tus ojos, Capricornio.- Sonrió suavemente Piscis.- Ahora veo porqué te llevas tan bien con Sísifo.

— Todos llevan una cruz y un deseo a cuestas, quieran admitirlo o no.

Albafica asintió, manteniendo su sonrisa, y continuaron su andar en silencio. Solo por esos minutos, Albafica se permitió contemplar todo a su alrededor.

Pudo observar telas, tejidos y bordados coloridos y hermosos, igual que flores hasta ese día desconocidas, frutas, especias y comidas exóticas, algunos animales, joyas...

Solo por un pequeño instante, comprendió la razón de la insistencia de Kardia y Sasha por ir a ese lugar. Seguramente ese par debía estar disfrutando a lo grande, saltando de puesto en puesto, comiendo hasta reventar, y comprando cosas que claramente no necesitaban.

Salió de sus pensamientos hasta que sintió un tirón, forzandolo a seguir el paso acelerado de su compañero.

Se dió cuenta de que habían llegado hasta un puesto de ropa, y no entendió qué estaban haciendo ahí, pero al ver a Cid entablar una conversación con el vendedor, prefirió devolver su atención a cualquier otro punto.

Pasaron unos minutos, perdiéndose en los colores y aromas que llegaban hasta sus sentidos. Lo más similar que había experimentado en el pasado, había sido unos meses atrás, cuando el Patriarca lo obligó a ir con Asmita a una misión en la India, y el odioso santo de Virgo logró engañarlo para hacerlo recorrer un mercado de casi dos kilómetros de largo.

— Toma.

La voz de Cid lo regresó al presente, notando hasta entonces lo que le era ofrecido: Un par de guantes blancos de algodón.

— Son lo suficientemente gruesos para evitar que alguna rama, roca o metal pequeño te abra una herida por accidente. Y también absorbentes para contener la sangre si algún accidente sucede.- Explicó sus razones el español.- Podrían ser una mejor solución que el pañuelo, al menos mientras volvemos al Santuario.

Albafica dudó por unos segundos, palpando entre sus manos las prendas. Realmente parecían resistentes... Al final, aceptó el peculiar regalo, colocandolos en sus manos, y después entregando el pañuelo a su dueño.

— ¿Mejor?

— Un poco.- Suspiró con alivio.

— Parece que el viaje con Asmita también ayudó un poco.- Sonrió sutilmente Cid.- Si lograste recorrer un mercado de dos kilómetros, con los guantes esta feria no debería ser nada.

— ¿Cómo supiste lo del mercado?

— Inicialmente iba a ser yo quien fuera a esa misión, pero el Patriarca pensó que sería una buena oportunidad para sacarte de tu aislamiento y hacerte ver que no había ningún peligro.- Confesó el mayor.- Le pidió a Asmita que te llevara por tantos senderos poblados y aglomeraciones como le fuera posible. Asmita mencionó lo del mercado en su reporte, cuando le ayudé a escribirlo.

— Bueno, al menos aprendí que no es buena idea creerle a un ciego sobre distancias.- Bromeó el menor, rememorando la excusa que Asmita le dió cínicamente en esa ocasión.- Tienen una terrible percepción de la distancia.

Ambos compartieron una pequeña sonrisa divertida, finalizando esa conversación, y continuaron con su recorrido.

Ahora, con Albafica mucho más seguro a pesar de estar rodeado de gente, atreviéndose incluso a comprar un par de recuerdos para llevar a casa.

Cid solo lo miraba, satisfecho con los resultados de su accionar. Sintiendo una ligera ternura al observar ese brillo en los ojos de Albafica.

Flufftober 2024. Saint Seiya Ships Donde viven las historias. Descúbrelo ahora