ALEJANDROEl recuerdo de la noche anterior se asentaba en mi mente como una sombra pesada. El hombre que me había golpeado no era un desconocido, era alguien que había pertenecido a mi vida pasada, una vida de la cual había intentado distanciarme, aunque ahora parecía imposible escapar. Su rostro envejecido por los años, pero no menos amenazante, me resultaba tan familiar como las promesas rotas y los pactos oscuros que alguna vez compartimos.
«Alejandro, no puedes huir para siempre. Me debes, y no será una golpiza lo que recibirás la próxima vez si no cumples con lo pactado.» Fueron sus palabras de advertencia.
Sin embargo, cuando Sofía abrió la puerta la noche anterior, ninguna de esas preocupaciones asomó en mis palabras. Su hospitalidad y la forma en que se preocupó por mí y curó mis heridas, nunca pensé que alguien haría tal cosa por mí. Así que, no vi necesario compartir con ella la pesadilla que estaba viviendo, mucho menos arrastrarla a un mundo que no le correspondía. Sofía es luz, y mi vida pasada es oscuridad, no hay razón para que ella conozca esos rincones sombríos que intenté dejar atrás.
Sin embargo, Sofía no tiene ni idea de cuánto disfruto escucharla hablar, aunque nunca se lo diría. Siempre le hago creer que me molesta su parloteo, pero la verdad es que me encanta. Podría pasar horas escuchándola, aunque nunca lo admitiera en voz alta. Supongo que es mi pequeño secreto.
Sofía parecía entender, sin necesidad de palabras, que detrás de este semblante reservado había más de lo que dejaba ver. Y eso, aunque me aterraba, también me fascinaba.
Sin tan solo supiera lo mucho que aprecio su compañía, aunque nunca lo diga en voz alta. Hay un consuelo indescriptible en saber que existe en mi vida, como un faro en medio de la tormenta. Pero no puedo permitirme depender de ella, ni dejar que sepa cuanto alivia el peso que llevo sobre mis hombros.
Sofía es un respiro en medio del caos, pero un respiro que debo mantener a distancia, por su bien más que por el mío.
Ahora el destino me había arrastrado de nuevo al abismo, y todo lo que podía hacer era seguir caminando por el borde, esperando no caer en el vacío que se abría bajo mis pies.
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SOFÍA
Diario de sueños
“09 de junio de 1820. Anoche, mientras limpiaba las heridas de Alejandro, me sentí terriblemente cercana y, al mismo tiempo, tan distante de él. Sus ojos, que siempre han sido un enigma, me envolvieron como si temiera que yo pudiera leer en ellos algo que no deseaba revelar. ¿Qué secretos guarda tras esa mascara de seriedad? ¿Qué es lo que lo consume tanto como para que ni siquiera en su dolor me permita acercarme a su verdadero ser?
Alejandro me importa, tal vez más de lo que debería admitir. Y es esa preocupación la que me lleva a desear conocer su verdad, a querer arrancarle ese peso que parece arrastrar consigo. Pero, ¿Cómo hacerlo si él mismo se niega a dejarme entrar en su mundo?
Es extraño como un hombre puede parecer tan cercano y, a la vez tal lejano. A pesar de las circunstancias en las que llegó a mí, me siento agradecida de haber podido cuidarlo, aunque el tormento que adivino en su silencio me atormente a mí también. Y, sin embargo, en medio de toda esta confusión, no puedo dejar de recordar la calidez con la que me miró antes de marcharse, dejándome con una ilusión tenue, una esperanza que no me atrevo a alimentar demasiado.”
La tarde en la librería avanzaba con la misma calma de siempre, los rayos del sol penetraban las ventanas, proyectando sombras alargadas sobre los libros perfectamente alineados en los estantes. El sonido suave de la campanilla anunció la llegada de alguien, y al levantar la vista, descubrí a Mia, entrando con su habitual aire despreocupado y una sonrisa que lograba siempre aliviar los pesares del día.
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Entre Sueños y Realidades [En proceso]
FantasíaSofía, una joven librera soñadora en 1820, se enamora de Alejandro, un hombre misterioso que solo existe en sus sueños. Pero cuando lo encuentra en la vida real, él es frío y distante. ¿Podrá Sofía desentrañar el misterio de Alejandro y unir sus dos...