ESPOSA

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“HADES”

Desde los catorce años he mantenido mi promesa de encontrar a mis hermanas, no descansare hasta encontrarlas. Todo fue tan rápido e inesperado para mí, la vida nos marcó esa noche de lluvia donde irrumpieron en mi hogar, torturaron a mis padres, a mi madre y a mi gemela la violaron mientras que me dejaban ver todo lo que le hacían a ellas sin poder hacer nada, protegí a mi pequeña hermana Rae como pude.

Mi alma estaba destrozada y cansada al igual que la de mis hermanas. Esa noche de lluvia siempre la recordare por el resto de mi vida, es como una herida difícil de borrar por más que lo intente.

Pasaron dos horas hasta que llegamos a nuestro destino, era una casa a las afueras de chicago. Había soldados alrededor cuidando la propiedad, dos mujeres salieron de la casa a dar la bienvenida al parecer.

—Bienvenido Ministro y comandante Johnson—dice la pelinegra.

—Gracias, Samantha.

Mire a las sacerdotisas de pie a cabeza no estaban nada mal. Entramos a la casa y de inmediato escuche una voz dulce, pero autoritaria hablando con una voz masculina.

—No es mi problema si no puede hacer su trabajo, es más si quiere quejarse hágalo con la republica en fin de cuenta...son sus órdenes no las mías—su acento venezolano me eriza la piel, pero no de forma de miedo sino excitante.

Dicen que las venezolanas son más exquisitas que cualquiera, por supuesto toda mujer tiene lo suyo, pero...

—Lo siento.

—Lamentarse es para los débiles.

La sacerdotisa Foster dio un paso adelante.

—El ministro y el comandante Johnson están aquí—anuncio.

La mujer de espalda gira al frente y mis ojos se sorprenden no solo por su inhumana belleza si no por...

Volteo ver a mi padre y lo miro fijamente.

— ¿Es broma? ¿Cuántos años tiene?

La sacerdotisa frente a mí con ojos verdes verdosos, con melena pelirroja y una figura moldeada como una diosa, no tenía la edad que creí que tendría. Quizás debe de tener unos diecinueve años o menos.

—Tengo veinte años y estoy en mi mejor momento—dice con frialdad.

Excitante y emocionante.

—Interesante—digo con el mismo sentimiento que ella se expresó.

—Bien terminemos con esto. Traigan al cura para casarnos—ordeno.

La otra sacerdotisa llamada Alina de inmediato fue a cumplir la orden que le dio Alexa. El hombre que estuvo discutiendo con mi futura esposa no dejaba de mirarme con un rostro odioso.

—Es un placer verlo otra vez, ministro—dice el hombre.

—También es un placer, Erick—continua—. Hijo te presento al sumo sacerdote Erick Foster. Consejero de las sacerdotisa y quien estará por un tiempo en la ciudad.

Miro al hombre es algo atractivo por supuesto no tanto como yo, eso es más que obvio, pero su mirada dice otra cosa.

—Pinta de sumo sacerdote no tiene, más bien de playboy—digo tomando asiento mientras espero al curita.

El disque sumo sacerdote usaba un pantalón ajustado, camisa ajustada y unos zapatos elegante y un peinado ridículo.

— ¡¿Cómo se atreve?!

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