CONOCIENDO

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“Mila”

La vida cambia constantemente, empieza con alegrías y muchos colores como un arcoíris dibujado en nuestro camino para luego terminar con infelicidades, malos momentos y de un color tan gris que se vuelve oscuro y de ahí nadie te saca. La vida muchas veces no demuestra que no puedes ser de colores sino de un tono que no se pueda distinguir ni descifrar porque es más fácil no ver lo que no quieres ver.

Mi vida ha sido siempre de un tono poco revelador, y aun así sigo mis propios colores para no depender de otras paletas de colores sobre mis deseos.

La república es una entidad poco convencional, pero no se puede negar que es eficaz en sus métodos. Desde entre mi única meta ha sido descubrir quién diablos es la república y porque mierda se oculta de todo un ejército.

Mi vida ha sido toda la entidad, criada en medio de política y estrictos métodos nada humanos, recuerdo que mi primera muerte fue a los diez años, era un embajador que se asoció con un cartel de Tijuana, la peor experiencia y aprendí de ella también.

Sufrí, llore, sentí dolor, me caí...pero siempre secaba mis lágrimas, oprimía mi dolor y me levantaba con la cabeza bien en alto en un mundo donde el hombre siempre tiene que gobernar mientras que la mujer solo espera que sirva la comida. Eso no es para mí...así que gracias al coronel general soy quien soy y aprendí todo los métodos inhumanos que sé para lograr mis objetivos.

En pocas palabras soy una maquina asesina, aunque un tiempo para acá no tanto después de conocer a las hermanas Collins me he vuelto un poco blanda y eso no me gusta ni cómo se siente tampoco.

— ¿Por qué estas callada? No me gusta que estés callada. Háblame.

Le doy una media sonrisa, mientras me quito los lentes de leer.

—Estoy analizando un poco mi nueva misión.

Olivia me mira fijamente con los brazos cruzados.

—No todo es trabajo.

—Es cierto no todo es trabajo, pero esta misión es importante.

— ¿Más que yo?

La pelirroja camina sensualmente hacia mí con una mirada picara, me quita los papeles de las manos y se sienta en mi regazo.

—Nunca existirá algo más importante que tú y Beth.

— ¿Lo prometes?

—No tengo porque hacerlo, pero si...lo prometo, amor.

Ella sonrió como una niña pequeña haciendo hoyitos en sus mejillas.

Nuestras miradas se cruzan por un momento, su actitud es diferente que la anterior supongo que me preocupe por nada, pero...

—Te echare mucho de menos, ¿Sabes?

Negué con la cabeza y la miro detenidamente.

—No lo sé, demuéstrame que me echaras de menos.

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