LA SANGRE LLAMA

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“NARRADOR”

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“NARRADOR”

Hades y Atenea se movían con sigilo entre los invitados, sus miradas atentas, conscientes de que estaban en territorio peligroso. La fiesta era un evento de gala, pero tras la fachada de elegancia, la mafia roja e italiana tejía su red de poder y control. Mientras Hades ajustaba su corbata, sintió una extraña atracción hacia una figura que brillaba en medio de la multitud, Rea, con su vestido deslumbrante y su risa contagiosa, parecía iluminar la sala. Sin saberlo, Hades y Atenea la observaban desde la distancia, ambos sintiendo un tirón inexplicable en sus corazones.

— ¿Ves a la pelirroja? —preguntó Hades, su voz baja y cargada de curiosidad.

—Sí, la he notado —respondió Atenea, su mirada fija en Rea. Había algo en su forma de moverse, en su energía, que resonaba con ambas almas. Sin embargo, sabían que debían mantener la distancia. No podían arriesgar su misión.

—Es Rea Lombardi he mantenido una extraña amistad con ella.

— ¿Amistad?—se burla.

Atenea o Mila como prefieran llamarle era el tipo de mujer que no creía que un hombre y una mujer no podían hacer amigos sino amantes.

—Hablo en serio, ¡Tonta!

— ¡A mí no me llames tonta!—el tono de voz de Atenea era bajo para que solo ella y Hades pudieran escuchar.

Sin embargo, Rea miraba a Hades con una mirada confusa y molesta por estar hablando con una mujer que no fuese su esposa o ella. Pero, había algo extraño en la mujer rubia que la hacía sentir familiar, no sabía si era sus ojos grises oscuros como los de ella o su mirada fría y descarada, pero sin duda alguna había algo en aquella mujer rubia.

Su mirada busco a la señora Salvatore quien hablaba ajusto con sus padres sin importarle que arpías se le acercarán a su esposo. Sintió la necesidad de acercarse a ellos no porque quería alejar a esa mujer de Hades si no porque sentía la atracción que ambas personas la hacían sentir. La atmósfera se tornó densa, cargada de una tensión que ninguno de los tres podía ignorar. Cuando Rea los tuvo frente a frente, una chispa de reconocimiento brilló en sus ojos, como si algo en su interior resonara con ellos.

—Hola, soy Rea Lombardi—se presentó ante la mujer rubia.

—Atenea Wolkott.

Al escuchar su nombre no pudo evitar sentirse familiar.

— ¿No nos habíamos visto antes?

—No lo creo.

Mientras intercambiaban palabras triviales, Hades no podía apartar la mirada de Rea. Había algo en su sonrisa que le resultaba familiar, como si hubiera estado buscando esa expresión toda su vida. Atenea, por su parte, observaba cada gesto, cada risa, sintiendo que una parte de su pasado perdido comenzaba a cobrar vida. En medio de la lujosa mansión, rodeados de invitados que ignoraban la tensión que se desarrollaba, los tres hermanos se encontraron por primera vez. Sin saberlo, cada uno llevaba en su corazón un vacío que solo el otro podría llenar.

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