ENTRE RIVALIDAD Y DESEO

PRÓLOGO

El sol estaba cayendo sobre Mónaco, tiñendo el horizonte con tonos dorados y anaranjados mientras Sergio Pérez, conocido por todos como Checo, cerraba la puerta de su apartamento con un suspiro pesado. Estaba solo de nuevo. Después de años de intentar mantener a flote un matrimonio que hacía tiempo había dejado de funcionar, todo había terminado en un amargo divorcio. Ahora, lo único que realmente importaba en su vida era su hijo, Yuki, de cinco años, su única constante en medio del caos de su carrera y su vida personal.

El silencio en su hogar era abrumador, interrumpido solo por los murmullos suaves de Yuki jugando en su habitación. Checo se dejó caer en el sofá, con la mirada perdida en las luces que comenzaban a brillar en las colinas. Había pasado por curvas imposibles en los circuitos, por victorias y derrotas, pero nada lo había preparado para el vacío que sentía ahora. Ser padre soltero era una carrera completamente diferente, una donde no había línea de meta, y cada día parecía más incierto que el anterior.

Pero había alguien que no lo veía como una derrota, alguien que llevaba tiempo intentando colarse en su vida, esperando pacientemente el momento adecuado para hacer su jugada. Max Verstappen. El joven prodigio de la Fórmula 1, conocido tanto por su agresividad en la pista como por su terquedad fuera de ella. Había algo en Max, una confianza inquebrantable que siempre había mantenido a Checo alerta, pero desde que terminó su matrimonio, Max se había vuelto aún más persistente, más evidente en sus intenciones.

Checo lo sabía. Había notado esas miradas largas y las bromas cargadas de doble sentido. Había sentido esa cercanía casi incómoda en el paddock, en las reuniones del equipo, en cada oportunidad que Max encontraba para estar cerca de él. Y ahora, con su vida personal en ruinas, Max veía una oportunidad, una puerta entreabierta que no estaba dispuesto a dejar pasar.

Lo que Checo no había decidido aún era si quería cerrarla o dejarla abierta por completo.