SEXTO CAPÍTULO

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Tres días habían pasado desde aquel incómodo encuentro en el hotel, y en un país no tan lejano, Max Verstappen se encontraba inmerso en sus propios pensamientos, bastante frustrado por los recientes acontecimientos. El día anterior había visto una entrevista que lo había dejado particularmente irritado. Helmut Marko, una vez más, había hecho de las suyas, esta vez dirigiendo sus duras palabras hacia Sergio. Marko no solo había celebrado la retirada de Checo, sino que también había insinuado que Sergio nunca estuvo a la altura del equipo Red Bull, comentando que era "el momento perfecto para traer a nuevos pilotos que sí pudieran estar a la altura de Max".

Max sintió que era una falta de respeto total. Estaba acostumbrado a la manera cruda y sin filtro de Helmut, pero esta vez le había afectado más de lo habitual. Sabía lo difícil que había sido el último tramo de carrera de Sergio, y esas palabras solo echaban más leña al fuego en un momento en que el mexicano ya estaba luchando con demasiadas cosas. Al principio, intentó mantener la calma, pero no pudo quedarse quieto. Inmediatamente, se comunicó con Christian Horner para ver si podían hacer algo al respecto.

Horner, aunque también disgustado con las declaraciones de Marko, trató de calmar a Max. Le aseguró que ya estaban trabajando en el asunto y que intentarían suavizar la situación tanto con la prensa como con Sergio. "A pesar de todo, Sergio no merece esto", le dijo Christian. Pero esas palabras no eran suficientes para Max. Seguía sintiéndose fatal porque, a pesar de estar retirado, Sergio no se merecía que la historia de su carrera terminara con comentarios tan crueles y malintencionados.

Aún así, lo que más lo inquietaba era que no había podido hablar con Sergio desde aquel encuentro en el hotel. La última vez que se vieron, las cosas habían quedado sin resolver, y aunque Max quería arreglarlo, no sabía cómo. Tenía el teléfono en la mano, debatiéndose entre enviar un mensaje o hacer una llamada, pero algo lo detenía. Quizás era miedo de no saber qué decir, o tal vez era el hecho de que ya habían pasado días y sentía que se había tardado demasiado en actuar.

Antes de que pudiera seguir dándole vueltas al asunto, el sonido de su teléfono lo sacó de su ensimismamiento. Era su hermana Victoria a través de una videollamada. Max le había escrito hace unos días antes para contarle lo sucedido con Sergio, buscando algún consejo o, al menos, alguien con quien desahogarse. Victoria siempre había sido su confidente, y desde hacía años, ella había notado que Max tenía algo más que una simple admiración por Sergio. Con una mezcla de cariño y picardía, ella siempre había bromeado con él sobre su "crush" por su compañero de equipo, aunque Max nunca lo admitiera abiertamente.

Victoria sabía lo mucho que todo esto estaba afectando a su hermano, y cuando Max le mencionó la situación, ella inmediatamente le sugirió que se quedara con ella por unos días. "Ven a pasar tiempo aquí, distraerte con los niños mientras organizamos lo de mamá", le había dicho. Era el consejo que Max necesitaba: salir de su cabeza por un rato y rodearse de familia. Estar con Victoria y sus sobrinos podría ser el respiro que tanto necesitaba.

Así que ahora, al escuchar su voz al otro lado del teléfono, Max notó algo en el tono de su hermana que le hizo entender que ella sabía lo que estaba pasando. Victoria, siempre observadora, se percató de que Max estaba algo deprimido y decidió que lo mejor era sacarlo de la casa, distraerlo un poco. "Vámonos de compras", le dijo con ese entusiasmo contagioso que siempre la caracterizaba. Aunque Max no era particularmente fanático de las compras, aceptó, sabiendo que pasar tiempo con su hermana siempre lograba levantarle el ánimo. Se vistió rápidamente y se dirigieron al centro comercial donde ya se encontraba su hermana.

Pero mientras caminaban entre las tiendas, Victoria lo mantenía ocupado, hablando de temas triviales, tratando de alejarlo de sus pensamientos sobre Helmut, la entrevista, y sobre todo, sobre Sergio. Pero, como suele suceder cuando uno menos lo espera, el destino tenía otras ideas.

ENTRE RIVALIDAD Y DESEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora