12. Fisting

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De algo estaba seguro Esteban, y es que entre Lance y Mick lo iban a volver loco.

Los dos eran unos necesitados y exigentes de primera, demandaban su atención todo el tiempo, y le pedían cosas que requerían mucha atención y trato de su parte.

Como lo que habían pedido intentar el día de hoy.

¿Cómo se supone que iba a hacer eso?, con los dos, al mismo tiempo.

Esto era su culpa, por caer en las garras de dos pequeños caprichosos que obtenían lo que querían.

– Vamos, mon amour, te prometo que nos va a encantar.

– Me preocupa más que les pueda hacer daño, no es pequeño, y nunca han hecho esto antes.

– Por eso te pedimos que lo hagas tú, queremos que lo hagas, ¿Por favor? – el francés lo juraba, eran los ojos de ambos, sabían como convencerlo de hacer las cosas más locas.

Como esa vez que follaron encima del monoplaza, cuando los inversionistas y los padres de los menores estaban a unas habitaciones de distancia.

El pelinegro sintió que estuvo a punto de morir esa vez.

Y ahora le salían con que querían que los jodiera con su mano, toda su mano, hasta que se corrieran.

Suspiro mientras lo pensaba y asintió.

– Bien, pero si siento que algo va mal detendremos todo y no lo volveremos a intentar, y hablo en serio, si intentan que lo hagamos iré a otro continente a vivir por dos meses allá – los dos lo miraron con seriedad y asintieron aceptando los términos.

Una vez que se aseguro de que lo dijeran en voz alta fue al baño a lavar sus manos, revisar si sus uñas estaban cortas, que por buena suerte lo estaban, gracias Lance y su obsesión con la manicura, y tomo un par de toallas limpias.

Los dos menores ya estaban desnudos, besandose y habían sacado dos botellas de lubricante.

Mierda.

Ver las bocas chocar de esa manera era demasiado sensual, haciendo que el francés se quedará en trance, lo que debió durar demasiado porque pronto los dos se estaban riendo al verlo en su estado.

– Ahí parado no vas a poder hacer lo que queremos – Esteban respiro con fuerza y fue a extender las toallas en la cama, para después acostar a los dos uno al lado del otro.

Empezó a recorrer con su mano la piel de los otros dos, tan suave, tan hermosa, el francés era un experto en tocar los lugares que los ponían nerviosos a los dos, cosa que lo enorgullecía, sabía como atender a sus chicos.

– Pongan lubricante en mi mano, muy bien – los dos le hicieron caso en seguida, llenando toda su mano con el liquido viscoso que ayudaría con la penetración. 

Una vez que sus manos estaban preparadas respiro profundamente y bajo ambas extremidades hasta las entradas de los dos jóvenes debajo de él, trago con fuerza mientras ingresaba el primer digito.

Lento y con cuidado, los sacaba y los metía al mismo ritmo, tratando de darles la misma atención a los dos.

Antes ya se había metido en problemas, y aunque las consecuencias habían sido placenteras, habían incluido un par de vibradores, cuerdas y una mordaza, sí, le gusto, pero había sido demasiado para su cuerpo, y ahora mismo no podría lidiar con eso.

Así que se enfocó en cuanto metió dos dedos en el agujero del otro, abriendo y cerrando los dedos, sacando y metiendo los dedos, tratando de encontrar el lugar donde sabía que tendría a los dos lindos debajo de él gimiendo como dos necesitados.

Tuvo que mover un poco sus muñecas y ajustar la posición de sus dedos, pero los encontró poco después, y en unos cuantos movimientos ya tenía los sonidos de esas lindas bocas sonando por toda la habitación.

Cuando sintió que ya estaban acostumbrados metió tres dedos, trabajando más rápido porque sabía que se estaban impacientando.

Metió el cuarto dedo hasta que estuvo seguro de que se habían acostumbrado a los tres dedos, parecía no ser mucho, pero supo que la presión había sido demasiada por unos segundos cuando Mick tomo las toallas entre sus manos y la mano de Lance viajo a su brazo.

Espero en esa posición unos segundos hasta que estuvo seguro de que estaban totalmente relajados, solo entonces empezó a meter y sacar las extremidades del interior de sus chicos.

La vista era... era increíble, los agujeros parecían querer meter hasta el fondo sus dedos y al mismo tiempo sacarlos porque era demasiado.

Torció sus muñecas una vez más y entonces decidió meter el último dedo.

Pudo ver las respiraciones de ambos aumentar, como si estuvieran tratando de respirar correctamente, pero Esteban solo podía concentrarse en como sus manos se hundían dentro del cuerpo de sus chicos.

Gimió cuando vio como sus manos habían desaparecido en el interior de los dos.

Tuvo que cerrar los ojos y detenerse para no empezar a mover las manos dentro de ellos, les quería dar unos momentos para acostumbrarse.

– Estie, Estie, muévete – Esteban negó, no, no lo podría hacer, sentir la presión de ambos agujeros había hecho que su mente imaginara como se sentiría poder tener a los dos al mismo tiempo.

No creía poder contenerse.

– Por favor, Estie, jodenos – el francés cerro los ojos con más fuerza y empezó a sacar y meter las manos al mismo tiempo, cosa que genero jadeos, pero todavía no era tan rápido como los tres querían.

– Amor, hazlo, por favor, lo necesitamos – Esteban respiro profundo y entonces abrio los ojos.

En cuanto vio el estado de los menores, con el rostro lleno de sudor, mostrando el placer que sentían y lo mucho que lo disfrutaban, no pudo contenerse más.

Los empezó a joder con rapidez y fuerza, sus manos tocando partes del cuerpo de los otros dos que nadie jamás había sentido, la sola idea de eso lo hizo tomar más fuerza.

Los dos llegaron con un grito al mismo tiempo, no había pasado mucho tiempo, pero supuso que la presión había sido demasiada.

Les dio un tiempo para recuperarse, observando las salpicaduras de semen de ambos, resistiendo las ganas de inclinarse y lamer los caminos que habían formado, en cambio saco sus manos, para después dejarse caer en medio de los dos.

Eso fue más agotador de lo que espero, y sí, había caído por un par de caprichosos consentidos que obtenían lo que querían, pero los amaba así como eran.

– ¿Quieres que te demos una mamada? – Esteban gimió, si, si lo quería.

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Espero que se note la diferencia entre los dos tríos que he escrito.

Sin darme cuenta puse a los dos franceses de la parrilla en un trío, y ambos son los top en la relación.

Nos leemos hasta la próxima.

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