13. Daddy kink

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Max lo tenía que admitir.

Tenía un problema.

Y al principio estaba demasiado avergonzado de eso.

Pero su lindo novio mexicano lo había ayudado a superarlo, le había dado datos sobre cuantas personas tenían el mismo interés, había llevado otros gustos por perverciones más extrañas y le había dicho que le parecía sexy que el neerlandés hiciera eso.

Al final de todo el rubio no tenía tanta vergüenza de llamar "papi" a su novio.

La primera vez había salido sin querer en medio del sexo, en cuanto se había dado cuenta de lo que había dicho se puso rojo como un tomate y huyó de la habitación, dejando a Checo en la mitad del acto.

Su novio lo había golpeado por dejarlo así, y le había dicho esclarecidamente que si el ojiazul se atrevía alguna vez a volver a hacer eso no dejaría que lo jodiera en un año.

No sobra decir que Max nunca volvió a hacer algo parecido.

Ahora era casi natural para él llamarlo así, incluso mientras no estaban en medio del coito, incluso le había dicho así a su novio frente a más personas, claro, había sido un poco vergonzoso, pero no había sido nada extraño.

Según su pareja era un poco normal que las personas en México le dijeran así a su novio, esposo o pareja.

Pero tenía que admitir que ver así a Checo era... diferente.

Tenía que admitir que incluso si el mexicano era el que estaba tocando fondo todas y cada una de las veces que tenían relaciones era él quien mandaba, y eso le encantaba a Max.

Era la manera en la que le pedía las cosas al rubio, casi como si fuera una orden, pero de una manera demasiado cariñosa, como si estuviera hablando con alguien digno de ese cariño, un sentimiento que el neerlandés había anhelado desde niño.

Lo hacía sentir como si fuera un buen chico, sabía que enorgullecía y alegraba a Checo, como nadie más.

Y se sentía tan maravilloso.

Amaba escuchar que era su "niño lindo", tan bueno y dulce, solo quería ser eso y nada más, no le importaba ser campeón mundial, solo quería ser el chico bueno de su novio.

– Maxie, ¿Sigues ahí? – el ojiazul enfoco su mirada en los ojos café intensos que lo miraban con amor y deseo, sintió algo dentro de su interior removerse ante eso.

Asintió rápidamente, no quería que Checo pensará que no le ponía atención. Su acción provocó una pequeña risa de parte del mexicano.

– Es bueno saberlo, dime Maxie, ¿Quieres que brinque sobre ti?, ¿Qué haga que te corras dentro de mí para que sepas que eres tú quien me llena todos los días?, ¿Quieres reclamar tu posesión sobre mí? – Max gimió, pensando en el hombre con su semen escurriendo por sus piernas, caminando como si nada por el paddock.

Hablando con todos esos hombres que le querían quitar a su Checo mientras tenía toda su esencia dentro de él.

Asintió una vez más, con el mismo entusiasmo, provocando una sonrisa amplia en la cara pecosa y hermosa de su novio.

– Bien, sujeta mis caderas leoncito, recuerda, no te puedes correr hasta que yo lo diga, ¿Lo sabes no?, quieres ser mi niño lindo, ¿No es así? – el neerlandés asintió una vez más, llevando sus manos directamente a donde Checo había dicho, y apretando con fuerza, quería ver sus marcas en esa hermosa piel.

El mexicano alineo su polla contra su entrada, y poco a poco se fue penetrando con el pene del rubio.

Una vez que estuvo totalmente adentro se miraron a los ojos.

Ruega, leoncito.

– Por favor, papi, salta sobre mi polla, por favor, seré tu buen chico – Checo se inclino mientras tomaba su rostro con sus manos y lo beso, un beso sucio y lleno de saliva.

Fue entonces que su papi empezó a saltar sobre su polla, y era como lo mejor del mundo.

O al menos se sentía así hasta que el pecoso empezaba a levantarse y volver a bajar, una y otra vez, y era tan delicioso la manera en la que su agujero tomaba la polla de Max, quería hacer que su papi fuera más rápido, pero esto no se trataba del placer del neerlandés, no, primero iba su papi, y entonces el podría hacer lo que quisiera.

Siempre que fuera un niño bueno.

Y él lo sería, lo sería porque quería obtener su recompensa, quería llenar de su semen la barriguita de su papi, quería verlo escurrir su esencia, sabiendo que solo él podía hacer eso.

Así que se quedo quieto y le dio el apoyo que su papi merecía.

Tomando sus caderas y dejando que se jodiera como quisiera con su polla, Max tenía que ser su lindo juguete hasta que su papi se corriera manchando sus pieles y entonces el podría jugar.

El calor del agujero de su papi era demasiado intenso, y la manera en la que presionaba la polla del rubio hacía que fuera casi doloroso.

Y ya no podía soportar más, pero sabía que su papi estaba a punto de correrse porque ahora estaba susurrando cosas en español, y todo lo que Max entendía es que estaba siendo un niño muy bueno, su niño lindo.

Quería tanto llenar su papi.

Para suerte de Max, su papi se corrió en el segundo en el que el neerlandés pensó en joderlo cuando sintió una presión casi insoportable en su polla dolorida, luego un liquido en su abdomen y pecho acompañada de los gemidos de su papi.

El neerlandés sollozó.

Alsjeblieft papa, laat me je vullen, alsjeblieft, ik wil in je klaarkomen en je al mijn melk geven – el mexicano jadeo en su oido y pronto comenzó a gemir y repetir una y otra vez la palabra, sí.

Max sonrió contento, y apretó aun más las caderas para follar a su papi a su antojo, haciendo que el cuerpo del pecoso subiera y bajara a su antojo, ignorando los sollozos de su papi, Max ya había sido bueno, era momento de que papi lo fuera.

El rubio grito cuando llegó a su orgasmo, jadeando contento cuando sintió como el agujero de papi se llenaba.

Una vez que dejo de correrse dentro, sintió las caricias en su cabello, tan buenas.

Mi niño lindo, llenaste tan bien a papi de tu semen, ¿Crees que puedas hacer que papi tenga a tu hijo?, así todos sabrán que papi te pertenece – Max sujeto las caderas de papi e hizo que ahora el pecoso estuviera en la cama.

Tenía que llenar de su hijo a su papi, porque él era suyo, de nadie más. 

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Les dejo lo que dijo Max en neerlandés.

Por favor papi, déjame llenarte, por favor, quiero correrme dentro de ti y darte toda mi lechita.

Nos leemos hasta la próxima.

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