14. Piercings

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Su esposo era un manjar para la vista, eso todos lo sabían, amaba los tatuajes, la manera tan definida de sus músculos, el color de su piel, sin embargo había algo que le encantaba ver en el cuerpo del menor.

Sus piercings.

Siempre tan relucientes, contrastando maravillosamente con el color del otro, gritando abiertamente para que Nico jugará con ellos.

Y vaya que le encantaba jugar, le encantaba pasar la lengua por los que estaban en sus orejas, golpeaba ligeramente con coqueteo el pequeño en la nariz, sin embargo sus favoritos estaban en zonas donde nadie más los veía, esos eran exclusivamente para el placer del alemán.

Que le fascinaba ver las reacciones de su marido cuando retorcía las pequeñas piezas en sus pezones o cuando jalaba ligeramente la que estaba en el pene del moreno.

Oh, sí, había conseguido que el menor se pusiera esa pequeña joya en su polla, y los dos sabían que había sido la mejor idea en años.

Nunca se habían corrido tan fuerte y largo como cuando tuvieron sexo la primera vez después de que la obtuviera.

Y ahora era casi una obsesión.

Si alguna vez se les ocurría saltarse ese paso entonces no eran ellos y el sexo simplemente no era igual.

Que por lo regular lo tenían después de una victoria de su Sir, o después de una mala carrera, o después de un día tranquilo, o uno estresante, a decir verdad, tenían sexo muy seguido, pero es que simplemente no podían tener suficiente del otro.

Así que no era una sorpresa que Nico estuviera debajo de la mesa, jugando con la pequeña joyería que estaba en el prepucio de su esposo.

Quien no dejaba de removerse mientras hablaba con uno de los promotores.

El pobre no tenía la culpa de que Nico quisiera la atención de Lewis en ese preciso momento, y no se refería a su esposo, porque estaba seguro de que dentro de poco, si el moreno no colgaba la llamada el hombre del otro lado se iba a traumar.

Y no le importaba en lo más mínimo porque iba a obtener lo que quería.

Sonrió mientras pasaba su lengua por el pequeño metal que sabía que volvería loco a su marido.

Igual de delicioso que siempre.

Mientras su lengua se encargaba del piercing en el pene del moreno, sus manos se encargaban de la base del miembro ahora erecto de su británico, sin embargo la mayor parte de su atención estaba en el metal que atravesaba la piel sensible.

Porque sabía que con cada movimiento que hacía provocaba espasmos en su cuerpo, incluso si ni siquiera lo sentía.

– Señor Ogle, tengo que dejarlo, tengo una emergencia que atender ahora mismo, le devuelvo la llamada en cuanto este disponible, o hable con mi asistente para revisar que nuestros horarios vuelvan a coincidir, hasta luego... eres un bastardo codicioso – Nico se rio.

– Con él muy caballeroso y a mí, tu esposo, me llamas bastardo, bien, te ensañaré que tan codicioso soy – el rubio metió todo el miembro en su boca y saboreo todo el largo, gimiendo cuando sintió como el pedazo de metal chocaba contra su garganta, era algo increíble de sentir.

Empezó a joder su boca con el pene de su marido, asegurándose de que el piercing se moviera con cuidado ahí dentro, eso hizo que Lewis gimiera y sostuviera su cabello para mantenerlo en su lugar.

– ¿Quieres estar en la cima hoy o es mi turno? – el rubio sonrió y llevo su mano por debajo de su propia, para que su esposo entendiera que turno del rubio para recibir, quería que su esposo lo jodiera hasta quedarse sin sentido.

Lewis gimió una vez más, los dos sabían lo que venía.

– No me voy a poder controlar. 

Fue entonces cuando sacó el miembro de su garganta e hizo que la silla fuera para atrás, levantándose para después subirse sobre el moreno y besarlo de manera desordenada, provocando una fricción deliciosa de su trasero contra su pene.

Mierda, eso era tan caliente.

– Métela ya, lo digo en serio Hamilton – su esposo resoplo, pero tomo un poco de lubricante, lo aplico en su miembro erecto mientras eso sucedía, Nico había bajado su ropa y quedó desnudo encima del moreno.

– Eres un impaciente de lo peor, y no aprendes, pero así me encantas mi rubio hermoso – Lewis movió su pene para quedar contra la entrada del alemán.

Y entonces los dos se movieron al mismo tiempo y fue maravilloso.

Nico no pudo evitar acercarse a tomar las piezas en los pezones del mayor y jugar con ellos, al mismo tiempo que saltaba sobre el cuerpo de su esposo.

Más, necesitaba más.

Lewis empezó a moverse con fuerza, pero entonces dio justo en el lugar, provocando que Nico gritará una maldición.

La otra razón por la que amaba ese pedazo de metal era que cada vez que tocaba su próstata era diferente, más electrizante, intenso y maravilloso, le hacía desear querer más y más.

 – Te encanta, ¿No es así, nene?, puedes sentir cosas indescriptibles por todo ese sexy cuerpo, ¿No es así?, podrías hacer esto todo el tiempo si tu cuerpo lo soportará – totalmente real, no había nada más que deseara que poder se capaz de eso.

Salvo quizá que Lewis también fuera capaz de durar días haciendo esto.

– Y a ti también te encanta, que rebote sobre ti, llenarme y sentir como ese pequeño pedazo de metal se remueve por tu piel porque mi entrada está demasiado apretada, ¿No es así mi hombre de chocolate? – Lewis jadeo de frustración e hizo que bajara nuevamente.

– Sigue chupando, si me corro en los próximos minutos tu también puedes cogerme – esa era toda una motivación, por lo que empezó a moverse más rápido y con fuerza, jediéndose con el pene de su marido.

Premio doble está noche.

Se puso a trabajar con su lengua en las pequeñas piezas, intercalando el turno de cada una, pellizcando o mordiendo las protuberancias.

Y justo cuando creía que quizá podría cansarse de seguir saltando, su esposo se corrió dentro de él, haciendo que el alemán jadeara.

Y entonces sonrió, era su turno.

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Estoy trabajando en estos, no pude sacarlos por trabajo, pero poco a poco quedarán para hoy y mañana.

Nos leemos hasta la próxima.

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