7. Sex Toys

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Carlos lo tenía que admitir, era un sucio cuando se trataba de tener relaciones con su Lord, simplemente no podía evitarlo, ver a Charles experimentando placer con diferentes posiciones, tipos de sexo o incluso otras cosas era tan adictivo de ver.

Sus momentos favoritos era cuando utilizaba juguetes en su hermoso monegasco, no solo los juguetes tradicionales, no, preferían ir por cosas un poco más fuera de lo común.

Podía describir que era lo que más le gustaba de cada una de las herramientas que le ayudaban a llevar al máximo placer a su pareja, tenía una lista de hecho.

Por supuesto que usaban vibradores, para cada vez que Charles jugaba en su consola o en línea, si iba dejar desatendido a Carlos durante horas, su novio tenía que entretenerlo de otra manera, y su chico de ojos verdes al final de cada tiempo de juego estaba listo para juegos más sucios y para adultos.

La vez que habían utilizado las bolas chinas había sido como ir a ver tu obra favorita por primera vez, la manera en la que el agujero de su Charles consumía cada una de las bolas y como parecía siempre pedir por más era absolutamente fascinante, se entretuvieron durante horas hasta que el menor no pudo más.

Utilizar mangas había sido una experiencia nueva para su novio, y parecía que le había gustado, pero no era su sensación favorita, había dicho con una sonrisa coqueta que la boca del español se sentía mil veces mejor, ¿Y quien era él para rechazar de alguna manera esa propuesta de su amorcito?, por supuesto que le hacía una mamada cada vez que las usaban.

Los juguetes más sádicos no eran del todo de su gusto, pero no podía negar que amaba como se veía el trasero de su Lord cada vez que ocupaba una de las paletas para golpear, y solo era en ocasiones especiales, como el reciente cumpleaños de Carlos.

Pensar en eso hizo que su erección creciera aun más, sonrió mirando a su novio, quien tenía esposas de piel en cada una de sus extremidades y lo miraba con una cara de cachorro lastimado.

– No me he olvidado de ti, mi bello ángel, estoy tratando de averiguar que usar en ti hoy, pero hay tantas opciones.

Calos, quiero que sea bueno – Carlos se rio entre dientes, su novio era inmensamente exigente, muy pocos lo sabían, pero cuando el monegasco quería algo, siempre lo obtenía.

– No te preocupes mi vida, igual va a terminar como te gusta, con tu agujero siendo abierto por mi miembro, es todo lo que quieres, ¿No es así?, ¿Qué te abra con mi pene totalmente erecto?

Calos, lo juro, si no me haces sentir bien dentro de los próximos segundos, voy a levantarme e ir a jugar FIFA con los muchachos.

El español le puso el anillo para pene en cuanto escucho la pequeña amenaza, lo miro con ojos duros y llenos de promesas, se inclino a depositar pequeñas mordidas en los pezones del monegasco antes de utilizar un par de pinzas.

El sonido que salió de la boca su novio era una descontrolada suplica que llegó a oídos sordos.

– Quería que te corrieras tantas veces como pudieras hoy, pero si quieres ser un mocoso al respecto, no lo mereces – puso una pequeña mordaza bit en su boca, miro el tapón que su novio tenía y lo sacó sin contemplación, arrancando un hermoso gemido de la garganta del castaño.

Entonces levantó el juguete que utilizaría el día de hoy con su monegasco travieso.

Era una bomba, que básicamente era un tapón anal que podía ir creciendo en tamaño dependiendo de cuanto aire le aumentará, era totalmente seguro, pero era un juguete que Charles no soportaba mucho tener en su interior antes de correrse.

Lo ingreso con lentitud, sonriendo ante los ojos desesperados que lo miraban y los pequeños balbuceos que seguro eran suplicas de parte de su pareja.

Pero hizo oídos sordos y de dedico a saborear la piel acaramelada que tenía el más joven, pasando su lengua por los puntos sensibles que ya conocía de su novio, sonriendo ante cada salto y maldición que salía de su boca.

El de ojos verdes no lo había resuelto, pero cada vez que decía una mala palabra inflaba más el juguete, y luego mordía, lo que provocaba una maldición nueva y entonces era un ciclo vicioso.

En poco tiempo, menos del que le gustaba, su novio había alcanzado el nivel más alto del juguete, Charles balbuceaba y buscaba moverse.

Carlos sabía que quería quitarlo, quería que hiciera algo, quería más, quería tantas cosas, pero solo conseguiría lo que el español le diera.

En cambio el pelinegro observó atentamente la pequeña pancita que se había formado en su novio, y sin poder evitarlo llevo una de sus manos para acariciarla, no esperaba el gemido desesperado que salió de la boca de su novio, pero era algo para experimentar más tarde.

En cambio bajo su mano a la polla erecta, que francamente se veía dolorosa y empezó a masturbar al castaño, lentamente.

Sonrió al ver al otro arquear su espalda como si quisiera acercarse más a lo que sentía y al mismo tiempo alejarse, si la mirada que esos ojos verdes transmitían era algo que decir.

Siguió con los movimientos, ignorando los jadeos, gemidos y el como el menor movía sus extremidades con desesperación.

Los balbuceos apenas podían escucharse, pero Carlos sabía todos ellos de memoria.

Por favor Calos; es mucho, detente;  quiero más, dame más; estoy a punto de correrme, déjame correrme.

Espero unos cuantos movimientos con su muñeca, midiendo el tiempo exacto en el que el monegasco se correría y cuando llegó el momento indicado, tiro la cadena de las pinzas para pezones y vio el efecto.

Charles se corrió soltando un grito que ni siquiera la mordaza más gruesa ocultaría, blancas tiras cayendo sobre su piel, dejando un camino precioso por todo el torso del menor, llegando hasta el cuello del otro.

El español se inclino a lamer todo el semen, y mientras hacia eso desinflo la bomba y la sacó del interior de su novio, una vez que estuvieron tranquilos le quito la mordaza para darle un beso.

– Querías que fuera bueno, espero que haya cumplido con tus expectativas – Charles gimió de acuerdo.

– Sí, ahora jodeme y lléname de tu semen, quiero una pancita como la que me hizo la bomba – el español se rio entre dientes.

– Lo que ordene mi lord.

Esa noche no se detuvo hasta que los deseos de su novio se hicieron realidad.

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Les juro que aprendo muchas cosas cuando se investiga esto, no sé si sea bueno o malo, pero ya sé más cosas.

Nos leemos hasta la próxima. 

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