Capitulo 17 - Desmayo

8 1 10
                                    


Al principio, no lo reconozco, pero cuando se acerca lo suficiente, me doy cuenta de quién es. Es Chatt, un antiguo conocido del colegio.

— ¿Cómo estás, pedazo de imbécil? —me grita, con un tono lleno de veneno. — Ya te aburriste de arruinarle la vida a la gente. Qué bien que ahora estás en España, porque te las verás conmigo a partir de ahora.

Me alza el dedo medio y se aleja con sus amigos, dejándome atónito en la acera. El corazón me late con fuerza en el pecho mientras observo cómo se marchan, vociferándome groserías a su paso.

Todo giraba a mi alrededor y la oscuridad se cerraba sobre mí como un manto pesado. Traté de mantenerme en pie, pero mis piernas cedieron bajo el mareo abrumador. La voz de Chatt resonaba en mi cabeza, sus palabras cargadas de odio y resentimiento. Sentí que el mundo se desvanecía a mi alrededor mientras luchaba por mantener la conciencia.

El sonido de mi nombre llegaba distante, como si estuviera siendo llamado desde el fondo de un abismo. Eleanor seguía repitiéndolo con insistencia, pero yo apenas podía reconocer su voz. Todo se sentía confuso, como si las palabras estuvieran siendo ahogadas por el agua. Mi vista comenzó a nublarse y un zumbido sordo inundó mis oídos. Traté de moverme, de hacer algo, pero mi cuerpo no respondía. La oscuridad fue arrastrándome lentamente, y antes de que pudiera darme cuenta, todo se volvió negro.

No sé cuánto tiempo pasó. Podría haber sido un minuto o quizás una eternidad. Lo siguiente que recuerdo es la sensación de algo frío en mi brazo, el olor estéril a desinfectante y el incómodo colchón de una camilla bajo mi espalda. Abrí los ojos lentamente, parpadeando ante la intensidad de las luces del techo, tratando de ubicarme. Mi respiración se volvió errática mientras la realidad se deslizaba lentamente de regreso a mí. Me encontraba en un hospital.

—Vaya, vaya, muchacho, al fin despertaste —dijo una voz masculina a mi lado.

Giré la cabeza y vi a un doctor de aspecto cansado, con una expresión de ligera preocupación mezclada con profesionalismo. Me observaba atentamente mientras sacaba una pequeña linterna para revisar mis pupilas.

—Hay que hacerte chequeos pronto —anunció mientras me daba un par de palmadas en el brazo con aire despreocupado—. Pero, por ahora, quédate tranquilo.

Antes de que pudiera procesar del todo la situación, él ya se había levantado y salido de la habitación, dejándome solo con mi desconcierto y las miles de preguntas que me retumbaban en la cabeza. No entendía nada. ¿Qué me había pasado? ¿Qué estaba haciendo ahí?

Poco después, la puerta se abrió de nuevo y Eleanor entró apresurada, con el rostro pálido y una mezcla de alivio y preocupación.

—Te desmayaste, Josh —dijo, adelantándose para tomar una silla y sentarse a mi lado—. Las causas aún son desconocidas, pero tan pronto como te estabilices, te darán de alta.

La miré tratando de procesar sus palabras. Sentía mi cuerpo débil, como si hubiera corrido un maratón. Pero más que el agotamiento físico, había algo que seguía carcomiéndome por dentro. Eleanor parecía captar mi confusión, y su voz se volvió más suave, casi maternal.

—Tu madre estaba preocupada por ti, ¿sabes? Apenas se enteró, quiso venir corriendo, pero... —Se detuvo, como si sopesara si decirme o no el resto—. Pero la convencí de que dejara que te revisaran primero. Está en casa ahora, esperando noticias.

Suspiré, dejando que las palabras de Eleanor se asentaran en mi mente. La imagen de mi madre, preocupada y nerviosa, se materializó en mi mente. Pensé en ella sola en la casa, lidiando con otra crisis más, y una punzada de culpa se mezcló con el dolor que ya sentía.

Amor + Tiempo = ¿Olvido?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora