Capitulo 20 - Elena...

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Mi corazón dio un salto. No solo estaba impresionado de verla, sino también de cómo había cambiado. Su cabello, que antes era castaño, ahora brillaba en un rubio radiante, un cambio que le quedaba increíblemente bien.

—El honor es mío, Elena —respondí, intentando mantener la compostura mientras me empapaba de la nostalgia—. No puedo creer que hayas dejado el ciclismo por el modelaje.

Ethan, que estaba sentado a mi lado, no pudo evitar intervenir, mirando a Elena con curiosidad.

—Eso es genial, pero... ¿qué rayos haces aquí en el auto? —preguntó, con una sonrisa pícara en su rostro.

Elena se rió suavemente y se encogió de hombros.

—Los modelos de Dior tienen sus privilegios. Vine a dar un vistazo y, ya que estoy aquí, ¿por qué no aprovechar para saludar a viejos amigos?

La atmósfera se volvió ligera y amistosa, y no pude evitar sentir una oleada de calidez al saber que, a pesar de todo lo que había pasado, todavía había una conexión entre nosotros. Era un momento inesperado, pero a la vez reconfortante. Quizás, el camino hacia la reconciliación y la comprensión con mi pasado no sería tan difícil como pensaba.

Ethan, siempre listo para hacerse notar, se acomodó en el asiento con una sonrisa radiante, esa que siempre usaba para alardear.

—Elena, el viejo Ethan ya no está —dijo con tono dramático, como si estuviera recitando un discurso trascendental—. Ahora soy Ethan House. ¡El hombre, la leyenda!

Yo rodé los ojos con un suspiro apenas audible, preparado para el golpe de vuelta, pero Elena no perdió ni un segundo en responder. Se cruzó de brazos y sonrió, esa sonrisa socarrona que me recordaba a las largas tardes en el parque cuando éramos niños.

—¿Ethan House? —repitió burlonamente, levantando una ceja con incredulidad—. Sigues siendo el mismo mocoso que se hizo un hueco en la cabeza con la rasuradora eléctrica pensando que no cortaba, justo el mismo día de la foto de Navidad en el colegio.

El rostro de Ethan pasó de la confianza absoluta a una mezcla de sorpresa y vergüenza. Por un segundo, parecía estar debatiendo entre defenderse o simplemente aceptar la derrota. No pude evitar reírme al ver su expresión y la manera en que Elena se lo había devuelto con una facilidad asombrosa. Ese incidente fue legendario en el colegio. Todos lo recordábamos como si hubiera sido ayer: Ethan, con ese hueco gigantesco en medio de su cabellera y la cara roja de vergüenza mientras todos tratábamos de mantenernos serios para la foto grupal.

—¡Hey, hey, hey! —protestó Ethan, alzando las manos en señal de rendición—. No es necesario revivir esos traumas del pasado. ¡Yo ya me superé! —intentó decir con un tono serio, pero la risa en su voz lo traicionó.

Elena se rió, y yo también. Era increíble cómo en cuestión de segundos, ella podía bajar la guardia de Ethan y hacerlo volver a ser ese niño que trataba de impresionarnos a todos. Pero, en cierto modo, eso también me trajo una sensación de familiaridad. Elena, con su presencia, parecía hacer que todo el pasado volviera a alinearse, aunque fuera solo por un instante.

—A veces no cambiamos tanto como creemos, Ethan —dijo con suavidad, y en su tono había una mezcla de nostalgia y ternura.

Ethan frunció el ceño, pero luego se rió, resignado.

—Sí, sí... Me lo recordaré la próxima vez que intente reinventarme. Aunque debo decir que tú también has cambiado —añadió, inclinándose hacia adelante, señalando su cabello—. ¿Blonde ambition, eh?

Elena se llevó una mano al cabello rubio y sonrió con cierta coquetería.

—Las chicas también crecemos, Ethan. No solo ustedes.

Amor + Tiempo = ¿Olvido?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora