11: Un reencuentro inesperado

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Lucía no supo cómo reaccionar cuando vio el mensaje de Pedro. Habían pasado meses desde su última conversación, y aunque había intentado seguir adelante, una parte de ella siempre lo tenía presente. Miró la pantalla durante varios segundos, con el corazón acelerado. ¿Debería responder?

Finalmente, envió un simple “Café suena bien”, tratando de no mostrar lo emocionada que estaba.

Cuando llegó al café, lo encontró sentado en la misma mesa donde todo había comenzado. Pedro estaba igual que siempre, pero al mismo tiempo, algo en él parecía diferente. Tal vez era la forma en que la miraba, como si la ausencia hubiese dejado una huella profunda en ambos.

—Hola —dijo ella, intentando sonar casual, aunque su voz delataba algo más.

—Hola —respondió él, con esa sonrisa cálida que siempre la desarmaba.

El ambiente entre ellos era diferente esta vez. Ya no había dudas, ni expectativas irrealistas. Ambos habían tenido tiempo para crecer, para entenderse mejor a sí mismos. Y ahora, frente a frente, el vínculo que alguna vez compartieron parecía más fuerte que nunca.

Pedro tomó un sorbo de su café, y después de unos minutos de conversación, se inclinó hacia adelante, su tono de voz más suave.

—He pensado en ti todos los días, Lucía. Nunca dejé de hacerlo.

Lucía sintió que su corazón se aceleraba. Había tantas cosas que quería decirle, pero las palabras parecían atrapadas en su garganta.

—Yo también pensé en ti —admitió, con la mirada fija en su taza—. Y no te voy a mentir, fue difícil. Pero creo que ambos necesitábamos este tiempo.

Pedro asintió, su mirada intensa.

—Lo sé. Y no quiero presionarte, ni apresurar nada... pero no puedo fingir que no quiero volver a intentarlo contigo. Si tú también quieres.

Lucía lo miró a los ojos y, en ese momento, supo que estaba lista para un nuevo comienzo.

—Yo también quiero, Pedro.

Entres canciones y sueños (Quevedo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora