Capítulo 15: Crónicas de agonías (Actualizado)

39 7 1
                                    

El sufrimiento es una experiencia desgarradora, un estado de dolor intenso y constante que consume tanto el cuerpo como la mente

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El sufrimiento es una experiencia desgarradora, un estado de dolor intenso y constante que consume tanto el cuerpo como la mente. En estos momentos, la vida se convierte en una carga pesada que se arrastra, marcada por la desesperación y la angustia. El sufrimiento puede tomar muchas formas: físico, emocional, psicológico. A veces se siente como un vacío inabarcable, otras como un dolor punzante que no se puede ignorar. Para quienes lo soportan, cada día se convierte en un reto, una lucha entre el deseo de sobrevivir y el deseo de rendirse.

Estoy otra vez aquí, recostada en la camilla fría y metálica que se ha convertido en mi prisión personal. Después de un mes en esta cárcel, cada dos días me llevan a este lugar para recibir la tortura de las cargas eléctricas. A medida que me atan las muñecas y los tobillos, siento que la claustrofobia se apodera de mí. El simple acto de estar amarrada me hace sentir vulnerable, expuesta a un sufrimiento inevitable.

El zumbido de la electricidad me retumba en los oídos incluso antes de que conecten los cables. Cierro los ojos con fuerza, apretando las mandíbulas hasta sentir dolor, intentando prepararme. Pero ¿cómo te preparas para algo así? El dolor nunca se suaviza, nunca se vuelve soportable. Cada vez que me electrocutan, siento que una parte de mí se apaga. Como si estuvieran arrancándome pedazos del alma.

La primera vez que me lo hicieron, creí que iba a morir. El dolor era tan intenso, tan profundo, que pensé que mi corazón se detendría en cualquier momento. Pero no lo hizo. Y después de eso, continuaron. Día tras día, semana tras semana. Ahora, después de un mes, mi cuerpo se siente destrozado, mi mente… no sé. Creo que estoy perdiendo la cabeza.

El dolor empieza de nuevo. La corriente atraviesa mis músculos como una oleada de fuego, haciéndome temblar en la camilla. Mis huesos parecen querer romperse. No puedo controlarlo. No puedo evitarlo. Es como si estuviera en una pesadilla de la que no puedo despertar.

Lo peor no es el dolor físico. Es lo que me hace aquí, adentro. Me está quebrando, desgastando. Ya no soy la misma persona que entró a esta cárcel. Mi mente está llena de oscuridad, de desesperanza. Al principio, luchaba, gritaba, pensaba en maneras de sobrevivir. Ahora, solo me queda el silencio. Ya ni siquiera tengo fuerzas para gritar. Solo cierro los ojos y dejo que el dolor venga, lo acepto, porque sé que resistirme no cambiará nada.

Me siento vacía. La electricidad parece que no solo quema mi cuerpo, sino también mi espíritu. Cada vez que me levantan de la camilla, siento que me he dejado algo atrás, una parte de mí que nunca volverá. Intento no pensar en eso, intento no perderme en ese abismo, pero es difícil cuando te están destruyendo lentamente, sesión tras sesión.

He compartido mi dolor con Gala y Lúa. Ellas nunca han experimentado lo que es recibir las cargas eléctricas, pero aún así, puedo ver en sus ojos la impotencia que sienten al escucharme. He tratado de ser fuerte, pero cada palabra que sale de mi boca es un eco de mi sufrimiento. Todo esto es obra de Anastasia. Ella, aprovechándose de su cargo como fiscal, está detrás de cada descarga eléctrica que siento, cada momento de agonía. Me pregunto cuántas más están sufriendo como yo bajo su mando.

𝘿𝙖𝙣𝙜𝙚𝙧𝙤𝙪𝙨 𝙒𝙤𝙢𝙖𝙣 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora