Capitulo 2: Mujer Peligrosa(actualizado)

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En la vida, a menudo nos encontramos con la paradoja de que las personas más amables y compasivas son las que más sufren

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En la vida, a menudo nos encontramos con la paradoja de que las personas más amables y compasivas son las que más sufren. Es como si la bondad fuera un blanco fácil para aquellos que buscan aprovecharse o pisotear a los demás. En un mundo donde la bondad puede ser interpretada como debilidad, aquellos que eligen ser buenos a menudo se encuentran enfrentando desafíos y adversidades que ponen a prueba su resistencia y su fe en la humanidad.

Por otro lado, aquellos que eligen el camino de la maldad también enfrentan sus propios juicios y críticas. Ser una persona cruel o despiadada no pasa desapercibido, y la sociedad a menudo condena estas acciones con desprecio y desdén. Pero incluso en medio de la crítica y el rechazo, algunos encuentran un sentido de poder y control en su comportamiento destructivo, alimentando un ciclo interminable de negatividad y sufrimiento.

Mientras reflexiono sobre estas complejidades de la vida, me encuentro sentada en la oficina del director, esperando enfrentar las consecuencias de mis acciones. Aunque sé que mi comportamiento ha sido inusualmente agresivo, no siento ningún remordimiento por haberme defendido contra Sol. Si van a castigarme, que así sea. Al menos he logrado darle a Sol un poco de su propia medicina.

—Anahí, ¿por qué hiciste eso?—pregunta el director con voz calmada pero firme.—Siempre has sido una alumna ejemplar, nunca te habías metido en líos.

—Lo hice para defenderme.—respondo con voz firme.

El director frunce el ceño, evidentemente confundido por mi respuesta.

—Pero tú no tienes ni un golpe, ni un rasguño.—señala, su voz llena de incredulidad.—Mientras que Sol está gravemente herida, apenas puede moverse.

—No se preocupe, va a sobrevivir.— respondo con una calma que no siento en mi interior.—Yo lo hice..—digo esto último en un susurro.

El director parece desconcertado por mi actitud.

—No entiendo qué te pasa.—dice con sinceridad.—Tú no eres así.

Suspiro, sintiendo el peso de mis propias palabras.

—Yo no era así.—admito con pesar.—Pero me volvieron así.

El director me mira con comprensión en sus ojos.

—¿Qué te hicieron para dañarte tanto?—pregunta con suavidad.

—Si usted supiera...

El director parece reflexionar por un momento antes de hablar nuevamente.

—No te castigaré.—dice finalmente, su voz llena de compasión.—Pero te pido que no lo vuelvas a hacer. Y un consejo, Anahí. No dejes que otras personas te roben tu dulzura y tu autenticidad. Sé que esto es una máscara para protegerte. Y sé que cuando logres encontrarte a ti misma y perdonar todo ese daño que te hicieron, volverás a ser la Anahí de siempre.

𝘿𝙖𝙣𝙜𝙚𝙧𝙤𝙪𝙨 𝙒𝙤𝙢𝙖𝙣 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora