Prologo

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BRYAN MOUQUE

Dos años después...

-Bryan, ya es tarde, tenemos que irnos- escuché la voz de Gabo llenar el completo vacío de mi habitación.

Exhale mientras tomaba mi maleta en completo silencio y salía a paso lento de esa tortuosa y triste habitación. Mi habitación.

Escuché el bufido de Gabo y después sus pasos resonando por el pasillo.

No le tomé demasiada importancia. Sabía perfectamente que toda mi vida se había vuelto una completa monotonía desde que ella salió de esta misma.

Sabía de igual manera que yo había sido un completo idiota. Uno de los peores idiotas que podían existir. Y me di cuenta de esto de la peor manera posible.

Me arrepentía, me arrepiento, en serio lo hago y lo seguiré haciendo.

Después de que ella saliera con lágrimas en los ojos de mi casa, sentí algo parecido a una presión demasiado fuerte en mi pecho. Un dolor enorme invadirme por completo y justo después unas pequeñas gotas saladas resbalar por mi rostro.

Era justamente como todas aquellas canciones de desamor decían en sus letras: te das cuenta de lo importante que es para ti justamente cuando ya no lo tienes a tu lado.

Me sentí un completo idiota. Porque realmente no quería que ella escuchara esas crueles palabras salir de mi boca. Admito que en un principio eso se convirtió en la razón principal de acercarme a ella... aunque, después, era imposible no

aferrarse. Se me hiso imposible quitar sus hermosos ojos; sus lindos, no tan gruesos y

rosados labios; sus pequeños gestos cuando despertaba o cuando algo no le parecía bien o en esos momentos en los que quería algo. Todo. Exactamente

todo.

Poco a poco se ganó mi cariño junto con mi corazón. Y eso temía. Era eso lo que

temía admitir.

Cuando supe que mi hermana nos visitaría y la conocería fue lo peor. Los nervios invadieron mi cuerpo completo. Y por desesperación termine diciendo la verdad. Una verdad que se iba esfumando cada vez que estaba a su lado.

Eran como cuchillos atravesando mi alma, cada una de aquellas palabras que había dicho me herían de una manera terrible, pero las merecía. Sabía

perfectamente todo aquel dolor que sentía.

Lo peor vino después. Los peores días de mi vida, definitivamente.

Comencé a buscarla. Los primeros días estuve esperando fuera del colegio en donde estudiaba y por más que buscaba entre tantos alumnos nunca la veía salir de la institución.

La desesperación que tenía había llegado a un punto demasiado grande en mí. No la había visto en más de dos semanas. Había intentado de todo. Intente

desde mensajes de textos pidiendo infinitas disculpas, llame demasiadas veces

hasta quedarme profundamente dormido y trate de hablar con su hermana, pero ella nunca quiso decirme nada y lo entendía. Entonces termine yendo a su casa.

Tenía que verla de alguna manera y aclararle las cosas. Pero cuando llegue a su casa y entre en la madrugada a su habitación rezando porque ella estuviera

dormida en su cama, todo termino siendo lo contrario.

Lo que yo había conocido como su habitación ya no existía. Y me preocupo porque ahora realmente no existía nada, absolutamente nada de ella.

Llore. Realmente lo hice. Parecía que se esfumo completamente de mi vida sin dejar rastro.

Me di por vencido.

Deje de buscarla. Tenía la certeza que no aparecería de repente con una sonrisa frente a mi puerta. Comencé a llorar en silencio sobre mi almohada por mi

derrota. Pero me negué a olvidarla y aunque lo intentara, no podía. No podía olvidar lo poco que viví a su lado. No podía dejar de extrañarla.

Había días en los cuales la nostalgia me invadía completamente tanto que ni

siquiera podía fingir una sonrisa. Mi habitación termino convirtiéndose en un pequeño refugio. Un refugio en donde los recuerdos me invadían y me permitía llorar y tranquilizarme.

Comencé a sacar todo lo que me guardaba dentro en forma de letras sobre el papel. Comencé a escribir pequeños poemas sobre lo que sentía. Comencé a desahogarme.

A veces me encontraba a mí mismo llorando con mi móvil en la mano, observando aquellas fotos que ella subía en su cuenta personal. O en otras ocasiones, buscaba en internet aquellos videos que algunos habían publicado sobre nosotros y me permitía recordar.

Me detuve a abrir la puerta del automóvil y me sorprendí de haber llegado tan rápido.

Toda mi vida se había vuelto una completa monotonía. Parecía un robot en todo lo que hacía. Parecía que alguien más habitaba mi cuerpo. Porque ya no era el mismo Bryan Mouque.

-Debes de superar esto - mencionó de repente Gabo. Miré por la ventana del automóvil como íbamos avanzando por las calles de la ciudad. - Sé que este viaje será bueno - comentó después de no obtener respuesta mía - Confía en mí. Han pasado dos años, toma este viaje como uno para recrearte. Para cambiar tu vida. O por lo menos inténtalo ¿Está bien?

-Sí.

- ¿Lo prometes? - preguntó esperanzado.

-Lo prometo.

Quiero estar contigo |Bryan Mouque| #QSTCM2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora