T1E1 La sombra sobre Noctis

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La ciudad de Noctis era conocida por su calma y serenidad. Una ciudad bañada por la luz plateada de la luna, sus calles adoquinadas reflejaban el brillo suave de las farolas, y el aire siempre parecía cargado de una paz acogedora. Los habitantes vivían sus vidas en tranquilidad, seguros de que nada podía perturbar su pequeño paraíso. Las familias paseaban por las plazas, los mercados estaban llenos de vida, y las noches, aunque oscuras, se sentían seguras bajo el manto protector de la luna.Pero una sombra comenzó a descender sobre Noctis.Al principio, fue solo un rumor, algo que no preocupó demasiado a los habitantes. Tres personas desaparecieron una tarde, sin dejar rastro. Tal vez se habían ido, pensaban algunos. Luego fueron cinco. Las autoridades apenas mostraron interés, asegurando que la situación estaba bajo control. Sin embargo, a medida que las desapariciones aumentaban, el miedo comenzó a filtrarse en los corazones de los ciudadanos.Las personas desaparecían sin dejar rastro, de repente. Una noche estaban en casa, y a la mañana siguiente, sus camas estaban vacías, las sillas en las mesas intactas, como si nunca hubieran existido. Los días transcurrían con la creciente sensación de que algo siniestro acechaba en las sombras. El número de desaparecidos comenzó a crecer: siete personas, luego diez, luego veinte... No pasó mucho tiempo antes de que el número se convirtiera en cientos. La ciudad de Noctis, que una vez había sido un refugio de paz, estaba sumida en el terror.Las desapariciones parecían al azar, afectando a cualquier persona: jóvenes, ancianos, mujeres, hombres... No importaba quién eras o dónde estabas, nadie estaba a salvo. La gente comenzó a encerrarse en sus casas al caer la noche, temerosos de la oscuridad que antes no les preocupaba. Noctis se convirtió en una ciudad fantasmal, un lugar donde el silencio de la noche solo era roto por los susurros de aquellos que vivían con el miedo constante de ser los siguientes.Una de las desapariciones más inquietantes ocurrió una noche fría de otoño, cuando Eliza Evans, la hermana menor de Luna Evans, desapareció misteriosamente. Eliza era alegre, joven y llena de vida. Había salido a hacer algunas compras por la tarde, pero nunca regresó. Luna esperó ansiosamente en la ventana de su casa, observando cómo las sombras se alargaban y la noche cubría la ciudad. Pero Eliza no apareció.Preocupada, Luna salió a buscarla, recorriendo las calles que poco a poco se volvían desiertas, con las luces de las farolas parpadeando como si ellas también sintieran la presencia de la oscuridad. Llamó a su hermana por todas partes, pero solo el viento frío le devolvía el silencio. Desesperada, fue a la policía, convencida de que algo horrible había sucedido.—¡Tienen que ayudarme! —les suplicó, con el corazón acelerado—. Mi hermana está desaparecida. No ha vuelto a casa, y no es como ella. Algo le ha pasado.Los oficiales de la policía, que estaban abrumados por la creciente oleada de desapariciones, no mostraron mucho interés. Uno de ellos, un hombre mayor con ojeras profundas, revisó unos documentos mientras hablaba con una voz cansada.—Lo sentimos, señorita Evans, dijo sin siquiera mirarla a los ojos. Hemos registrado tantas desapariciones últimamente... Puede que simplemente haya muerto. La ciudad es peligrosa. No podemos hacer nada más por ella. Debe prepararse para lo peor.Esas palabras encendieron una ira profunda en el corazón de Luna. ¿Cómo podían decirle que su hermana estaba perdida sin siquiera intentar buscarla? ¿Cómo podían tratar una vida tan importante con tanta indiferencia? Para ella, Eliza era todo, y la idea de perderla era simplemente inaceptable.Luna se levantó, con los puños apretados y los ojos llenos de lágrimas.—No. No aceptaré eso. No la doy por perdida. —Su voz temblaba, pero estaba cargada de determinación—. Voy a encontrarla. No importa lo que cueste. Hermana, tranquila... ¡Te encontraré!La policía no respondió. Para ellos, Eliza era solo otro nombre más en la larga lista de desaparecidos. Pero para Luna, esa era la chispa que encendió algo mucho más profundo en su interior. Una llama de furia y determinación que no se extinguiría hasta que encontrara respuestas.Esa misma noche, Luna regresó a su hogar, pero ya no era la joven tranquila que había sido esa mañana. Ahora era una mujer con una misión, una cazadora en potencia. Se sentó en su escritorio, encendió una lámpara y comenzó a investigar por su cuenta. Sabía que algo oscuro acechaba Noctis, algo que las autoridades no podían, o no querían, enfrentar. Algo más allá de la simple comprensión de los humanos.Empezó a trazar un mapa de las desapariciones, buscando patrones, pistas, cualquier cosa que le pudiera dar una idea de qué estaba pasando. Las desapariciones parecían seguir un patrón extraño, un círculo que se iba cerrando cada vez más alrededor del centro de la ciudad.Luna también escuchó rumores sobre criaturas que solo podían ser descritas como demonios. Personas hablaban en susurros de figuras que acechaban en las sombras, llevando a la gente a un destino desconocido. Los testimonios eran vagos, pero todos apuntaban a lo mismo: algo sobrenatural estaba sucediendo en Noctis, y las autoridades no estaban preparadas para enfrentarlo.Decidida a salvar a su hermana, Luna juró que no descansaría hasta descubrir la verdad. Sin darse cuenta, había comenzado un viaje que la llevaría a enfrentarse a horrores más allá de lo que alguna vez había imaginado, un viaje que la transformaría en una cazadora. Una cazadora de demonios.La luna brillaba intensamente esa noche, como si ella también estuviera observando.

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