La noche caía lentamente sobre la ciudad de Noctis, las luces titilantes de los edificios se veían apagadas en el horizonte, y una atmósfera de tensión se respiraba en el aire. Los cazadores y los Guardianes de Hierro estaban agotados, pero seguían decididos a resistir. La amenaza de los demonios aún era abrumadora, y cada victoria costaba más vidas. Esta vez, el plan era arriesgado, pero necesario.
En una calle abandonada y destrozada, Marcus, un cazador secundario, y Dorian, uno de los Guardianes de Hierro, caminaban en silencio. A pesar de su rango secundario, ambos hombres se habían ganado el respeto de sus compañeros. Sabían que su misión era peligrosa, pero también sabían que eran una pieza clave para eliminar a la última oleada de demonios que había aparecido en la zona.
La trampa explosiva que habían diseñado estaba lista. Grandes barriles llenos de explosivos improvisados estaban enterrados a lo largo del callejón oscuro que los demonios habían usado como ruta para acercarse a los refugios humanos. Marcus y Dorian habían planeado guiar a los demonios hacia ese punto y activar la trampa en el momento justo.
—Estamos cerca —dijo Marcus con voz grave, sus ojos oscuros atentos a cualquier movimiento—. No fallaremos.
Dorian asintió en silencio, sujetando con fuerza su mazo gigante. La armadura de hierro que llevaba emitía un leve crujido con cada paso, pero su concentración era inquebrantable. Como Guardián de Hierro, sabía que su papel era proteger, incluso a costa de su vida. Miró a Marcus y murmuró:
—Hagamos que valga la pena.
Un rugido en la distancia rompió el silencio, y ambos guerreros supieron que los demonios se acercaban. Marcus avanzó rápidamente hacia una esquina, usando una señal luminosa para atraer la atención de las criaturas. El sonido de pisadas monstruosas resonó a medida que una manada de demonios menores comenzaba a aparecer, olfateando la trampa.
—¡Vamos! —gritó Marcus, llamando a los demonios con provocaciones y moviéndose rápido para no ser alcanzado.
Dorian, desde la otra esquina del callejón, los esperaba pacientemente. La emboscada estaba casi lista. Varios demonios corrieron tras Marcus, sus ojos llenos de hambre y sed de sangre, pero no vieron lo que se avecinaba.
—Casi... casi... —murmuró Dorian, preparándose para golpear el suelo con su mazo, lo que activaría los explosivos.
Cuando los demonios estuvieron justo en el centro de la trampa, Dorian bajó su mazo con toda su fuerza.
—¡Ahora! —gritó.
La explosión fue brutal. Los demonios fueron destrozados en mil pedazos, y un rugido ensordecedor llenó el aire mientras el callejón colapsaba. Marcus y Dorian se cubrieron, sabiendo que habían cumplido su misión. El silencio que quedó tras la explosión fue el sonido de la victoria, pero duró solo un instante.
De entre los escombros, un demonio emergió, más grande y oscuro que los otros. Era uno de los secuaces más temidos, y había sobrevivido a la explosión.
—No... —dijo Marcus, jadeando, mientras sacaba su espada—. ¿Cómo...?
El demonio, con una sonrisa macabra en su rostro, se movió rápido. Marcus intentó atacarlo, pero fue derribado con un solo golpe. Dorian se lanzó al combate con su mazo, pero el demonio era demasiado fuerte.
Ambos lucharon con todas sus fuerzas, pero el demonio los tenía a su merced. Con un golpe brutal, el monstruo atravesó el pecho de Marcus, quien cayó al suelo sin aliento.
Dorian, viendo caer a su compañero, intentó contraatacar con furia. Golpeó al demonio una y otra vez, pero el enemigo fue más rápido. Con un movimiento letal, el demonio atravesó la armadura de Dorian, dejándolo gravemente herido.
—Lo logramos... ¿verdad? —susurró Marcus en su último aliento, mirando a su compañero mientras la oscuridad lo envolvía.
—Sí... lo logramos... —respondió Dorian antes de caer junto a él, su cuerpo inmóvil.
Aunque ambos héroes habían caído, la explosión había aniquilado a una gran parte de las fuerzas demoníacas. El sacrificio de Marcus y Dorian no fue en vano; su valentía había salvado a muchos y había debilitado a las hordas de demonios, pero la guerra estaba lejos de terminar.
En las sombras, el demonio superviviente observaba el escenario, saboreando la muerte a su alrededor, pero también consciente de que los cazadores y los Guardianes de Hierro no se rendirían tan fácilmente.
El precio de la victoria se sentía cada vez más alto.

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Demon Hunters
ActionEn la pacífica ciudad de Noctis, los habitantes vivían tranquilos bajo el brillo de la luna, sin imaginar que una oscura amenaza comenzaría a acecharlos. Misteriosas desapariciones comienzan a ocurrir, al principio en pequeñas cantidades, pero pront...