T1E8 Oscuridad en ascenso

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En las profundidades de la ciudad de Noctis, en un lugar oculto a los ojos de los humanos, el demonio gigante jefe de los demonios, conocido como Malakar, observaba su creciente ejército. Los demonios, de distintas formas y tamaños, llenaban la vasta caverna subterránea, esperando instrucciones. Malakar, con sus ojos rojos y su cuerpo cubierto de cicatrices, irradiaba una presencia oscura y poderosa. Los demonios a su alrededor rugían con una mezcla de furia y hambre por el caos.

Malakar levantó su enorme garra y el silencio cayó sobre la multitud de seres infernales.

Hemos esperado suficiente tiempo —rugió Malakar, su voz profunda resonando en las paredes cavernosas—. Los humanos han prosperado demasiado, y las facciones de cazadores creen que pueden detenernos. Pero hoy, revelaremos nuestra verdadera fuerza. Noctis caerá, y con ella, el mundo entero.

Uno de los demonios, más pequeño pero astuto, se adelantó. Este demonio, llamado Karnath, era conocido por su habilidad de manipular las sombras y sus tácticas. Había estado al lado de Malakar desde el principio de la invasión de Noctis.

Malakar, las facciones están divididas. Si atacamos de manera simultánea en diferentes puntos de la ciudad, no podrán defenderse —sugirió Karnath, mientras los demonios cercanos gruñían en aprobación—. Podríamos sembrar el caos desde dentro, y acabar con los cazadores cuando estén vulnerables.

Malakar gruñó satisfecho.

Exactamente lo que tenía en mente, Karnath. Nuestros espías informan que se están preparando para un contraataque. No saben que ya hemos infiltrado sus filas.

En ese momento, una figura encapuchada salió de entre las sombras. Era Morgana, una traidora dentro de las filas de los cazadores, una vez una cazadora respetada, pero ahora, vendida a los demonios por su sed de poder. Con una sonrisa oscura, se arrodilló ante Malakar.

Mi señor, todo está listo. He ganado la confianza de los cazadores y los mantendré ocupados mientras ustedes destruyen los puntos clave de la ciudad —dijo Morgana con voz suave, pero maliciosa.

Malakar asintió lentamente.

Bien hecho, Morgana. Con tu ayuda desde dentro, nada podrá detenernos. Pero antes de que comencemos, quiero que las facciones sepan que su caída es inminente. Cuando ataquemos, que se sientan impotentes. Que vean cómo su mundo se derrumba.

Mientras tanto, en el campamento de los cazadores y Guardianes de Hierro, Jack Wolf y David se encontraban discutiendo el reciente reporte del demonio gigante que había sido visto en la ciudad. Ambos sabían que algo más grande se avecinaba, pero desconocían la magnitud de la amenaza. Jack, con el ceño fruncido, observaba un mapa de la ciudad en una mesa de operaciones.

Algo no cuadra aquí, David. Este ataque no es como los otros. Hay algo más grande detrás. —dijo Jack, pensativo.

David, con su imponente presencia y su gran mazo descansando en la espalda, asintió.

Lo sé. Y tenemos que estar preparados para lo que venga. Pero ahora, nuestras prioridades son proteger a los civiles y destruir a ese demonio gigante antes de que haga más daño.

Justo en ese momento, una transmisión urgente llegó al campamento. La pantalla mostró imágenes de varios puntos de la ciudad siendo atacados por hordas de demonios. El caos reinaba, y los cazadores apenas podían contener el avance.

¡Es una trampa! —exclamó Jack—. Quieren dividirnos.

David apretó los puños.

Entonces vamos a darles lo que buscan. Pero lucharemos juntos. Cazadores y Guardianes de Hierro, unidos.

De vuelta en la base, Luna se encontraba con Samuel, intentando consolarlo. Sabía lo que significaba perder a alguien, y veía en los ojos del niño el mismo dolor que ella había sentido cuando su hermana desapareció.

Sé que es difícil, Samuel. Pero te prometo que haremos todo lo posible para encontrar a tu madre y mantenerte a salvo. —dijo Luna, ofreciéndole una lata de comida y una botella de agua.

Samuel la miró con ojos llorosos, y justo en ese momento, Carmela, la aprendiz de David, apareció. Con su cabello recogido en una coleta y su armadura ligera, Carmela irradiaba una confianza serena.

Luna, ¿todo bien por aquí? —preguntó Carmela, notando la tensión en el ambiente.

Sí, solo intento... —Luna suspiró, mirando al niño—. Animarlo un poco. Ha sido mucho para él.

Carmela se acercó y le ofreció una sonrisa amable a Samuel.

No te preocupes, pequeño. Vamos a protegerte. David y Jack están allá afuera acabando con esos demonios. Ellos no dejarán que te pase nada malo.

Luna observó a Carmela y, por primera vez en mucho tiempo, sintió una conexión. Ambas compartían el mismo propósito: luchar para proteger a los inocentes, y en ese momento, empezaron a forjar un vínculo.

Gracias, Carmela. Creo que necesitaba escuchar eso. —Luna dijo, sintiendo que había encontrado una nueva aliada.

Carmela le guiñó un ojo.

Siempre hay que estar ahí para los que lo necesitan.

Mientras tanto, en las calles de Noctis, el ejército de demonios de Malakar comenzaba a desplegarse. Las sombras se extendían sobre la ciudad, y el caos reinaba mientras los demonios atacaban en diferentes puntos. Jack y David, junto a sus facciones, luchaban en varios frentes, pero la batalla era feroz, y las pérdidas eran inevitables.

Malakar, observando desde una torre oscura, sonrió con malicia mientras su plan comenzaba a desarrollarse.

Pronto, Noctis será solo el primer paso en la conquista de este mundo. —murmuró, mientras sus ojos brillaban con una luz demoníaca—. Y ningún cazador podrá detenerme.

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