Luna se encontraba en las profundidades de la base de la facción de cazadores. Era un lugar oscuro pero seguro, con paredes de piedra adornadas con antiguas armas y trofeos de batallas pasadas. Allí, comenzaría su verdadero viaje como cazadora. Junto a ella estaban los principales miembros de la facción, aquellos que lideraban la lucha contra los demonios.
Jack Wolf, el líder indiscutible, se encontraba al frente del grupo, su mirada firme y calculadora. A su lado estaban Ronan, un guerrero imponente que solía actuar como segundo al mando, y Kaela, una cazadora ágil y letal, experta en las artes del sigilo. Junto a ellos, otros cuatro cazadores también observaban a Luna con curiosidad.
Jack dio un paso al frente y le entregó una espada. La hoja emanaba una energía oscura y poderosa, su filo era afilado como la noche misma. La Bloodreaver. Luna tomó la espada con ambas manos, sintiendo el peso de la responsabilidad y el poder que esta representaba.
—Esta será tu arma, Luna, —dijo Jack, con una voz firme—. La Bloodreaver es una espada especial, vinculada a la sangre de su portador. Solo aquellos que están dispuestos a sacrificar todo por esta causa pueden blandirla.
Luna asintió, sintiendo la conexión inmediata con la espada. Sabía que este era el inicio de algo grande.
Kaela, con una sonrisa en los labios, dio un paso al frente. —Vamos, te llevaré a la zona de entrenamiento. Tienes mucho que aprender antes de enfrentarte a los demonios de nuevo.
Con la espada en su espalda, Luna siguió a Kaela hacia una gran sala circular. El lugar estaba lleno de otros cazadores entrenando con diversas armas. La atmósfera era intensa, llena de sudor, golpes y gritos de esfuerzo.
Kaela señaló una zona más despejada y se colocó en posición de combate. —Aquí te enseñaremos cómo sobrevivir en el campo de batalla. No será fácil, pero si realmente quieres ser una cazadora, tendrás que aprender rápido.
Luna asintió y desenvainó la Bloodreaver. Sentía el peso de la espada, pero también su fluidez. No era un arma común, y pronto lo descubriría.
Mientras comenzaban a entrenar, Kaela no solo le enseñaba técnicas de combate, sino que también intentaba conocer más a Luna. Durante los descansos, se sentaban en un banco de piedra y hablaban.
—¿Por qué decidiste convertirte en cazadora? —preguntó Kaela, limpiándose el sudor de la frente.
Luna, aún recuperándose del entrenamiento, miró al suelo y respondió con sinceridad. —No fue una decisión fácil. Perdí a toda mi familia a manos de los demonios, y mi hermana fue secuestrada. No tengo otro camino más que este... —Su voz se quebró ligeramente—. Tengo que salvarla, o al menos vengar a los que perdí.
Kaela la miró con una mezcla de empatía y respeto. —No estás sola en esto. Todos aquí hemos perdido algo o a alguien. Los demonios nos han arrebatado más de lo que podríamos expresar. Yo también perdí a mi hermana menor. Luchamos no solo por nosotros, sino por todos aquellos que ya no pueden.
Luna asintió, sintiendo un lazo que comenzaba a formarse con Kaela. A pesar del dolor compartido, había algo en esa camaradería que le daba fuerzas. Ambas se levantaron y continuaron entrenando, golpe tras golpe, perfeccionando sus habilidades.
Desde lejos, Jack y Ronan observaban la escena. Jack tenía los brazos cruzados, su expresión era pensativa. No apartaba la vista de Luna.
—¿Qué piensas de ella? —preguntó Ronan, notando el enfoque de su líder.
—Es fuerte, pero inexperta, —respondió Jack—. Quiero que la mantengan vigilada. Si su determinación es tan fuerte como parece, puede ser de gran utilidad. Pero aún es demasiado pronto para confiar completamente.
Ronan asintió en silencio, comprendiendo las palabras de Jack.
Poco después, Jack decidió salir a la ciudad para abastecerse de recursos. El caos provocado por los demonios había dejado a Noctis en ruinas, y los pocos lugares que seguían en pie apenas lograban mantener sus suministros.
Caminó por las calles, manteniendo la vista alerta. Llegó a un pequeño supermercado, uno de los pocos que aún operaban en la ciudad. Las luces parpadeaban, y el ambiente era lúgubre, pero Jack estaba acostumbrado a moverse en ese tipo de lugares.
Mientras recogía algunas latas y agua, notó a un niño que lo observaba desde el otro extremo del pasillo. Era un niño pequeño, de no más de diez años, con ojos llenos de curiosidad y admiración.
—Hola, —dijo el niño con timidez.
Jack levantó la vista y sonrió ligeramente. —Hola, pequeño.
El niño parecía impresionado por la presencia de Jack, aunque intentaba disimularlo. —¿Eres un cazador? —preguntó, con una mezcla de asombro y esperanza.
Jack asintió mientras seguía recogiendo sus cosas. —Sí, lo soy.
El niño se acercó, fascinado por el aura de fuerza que rodeaba a Jack. —Siempre he querido ser como ustedes. Los cazadores son los únicos que luchan por nosotros...
Jack, sin dejar de prestar atención a lo que hacía, respondió: —Ser un cazador no es fácil. Requiere sacrificios, y no siempre tienes un final feliz. Pero si estás dispuesto a proteger a los demás, puedes hacerlo.
El niño lo miró con aún más admiración.
Cuando Jack terminó de hacer sus compras, se dirigió hacia la puerta. Antes de salir, notó que el niño miraba con tristeza una barra de chocolate en el estante. No tenía dinero para comprarla. Jack se detuvo en el umbral de la tienda y se giró hacia el niño.
—Oye, niño. —dijo con una voz firme.
El niño levantó la mirada, sorprendido.
Jack sacó una moneda de oro y se la lanzó. —Compra el chocolate. Y pórtate bien, ¿sí?
El niño tomó la moneda con los ojos muy abiertos, su rostro lleno de admiración y gratitud. —¡Gracias! —exclamó.
—Hasta pronto, pequeño, —respondió Jack, esbozando una leve sonrisa antes de desaparecer entre las sombras de la ciudad.
El niño lo vio irse, aún sosteniendo la moneda, con una mezcla de asombro y respeto. Jack Wolf era más que un cazador, era un símbolo de esperanza en un mundo que cada vez se volvía más oscuro.
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Demon Hunters
ActionEn la pacífica ciudad de Noctis, los habitantes vivían tranquilos bajo el brillo de la luna, sin imaginar que una oscura amenaza comenzaría a acecharlos. Misteriosas desapariciones comienzan a ocurrir, al principio en pequeñas cantidades, pero pront...