T1E12 Ecos del desastre

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El viento frío atravesaba las desoladas calles de Lyria, una ciudad cercana a Morghan, cuyo destino aún era desconocido para las fuerzas de la Legión de Cazadores. Las tropas avanzaban en silencio, conscientes del peligro latente en cada sombra. Los rumores sobre un demonio gigantesco que había devastado Morghan corrían entre ellos, pero el orgullo y la determinación de la Legión les impedían detenerse.

Rhaen, un cazador veterano y subcomandante de las fuerzas que se movían por Lyria, mantenía su mirada fija en el horizonte, donde la niebla cubría las ruinas de edificios antiguos. Los demonios menores no eran problema para ellos, y hasta ahora la Legión había eliminado con facilidad a las criaturas que osaban cruzar su camino.

—Avancemos con cuidado. Algo no está bien aquí —murmuró Rhaen a Kael, su compañero de confianza, un mago especializado en invocaciones de luz.

—Lo sé. La niebla está más densa de lo que debería, y las sombras... parecen moverse demasiado rápido —respondió Kael, con un tono nervioso que rara vez dejaba entrever.

A medida que se adentraban más en la ciudad, el ambiente se volvía más opresivo. Las fuerzas demoníacas que normalmente acechaban por las calles parecían estar ausentes, lo que solo aumentaba la ansiedad de los cazadores. Un mal presentimiento crecía en el corazón de todos los que se encontraban allí.

De repente, un grupo de demonios menores surgió de los escombros. Eran criaturas deformes y grotescas, apenas un desafío para la Legión. Con destreza, los cazadores eliminaron a las primeras oleadas sin esfuerzo.

Selena, una cazadora ágil y letal con sus dagas encantadas, cortó el cuello de uno de los demonios con un movimiento rápido, limpiándose la sangre negra de la hoja.

—Esto es demasiado fácil —comentó, mientras miraba los cuerpos de las criaturas desparramados a su alrededor—. Algo está por venir, lo siento en los huesos.

Justo cuando las palabras dejaron sus labios, un sonido aterrador retumbó en la distancia. Un rugido profundo, que sacudió el suelo bajo sus pies y resonó por toda la ciudad, haciendo temblar las ruinas. Los cazadores se detuvieron, sus rostros tensos. El aire mismo parecía vibrar con la presencia de algo colosal.

—¡Aguarden! —gritó Rhaen, levantando la mano para ordenar una pausa. Sus ojos, como los del resto de los cazadores, se enfocaron en la neblina delante de ellos.

De entre la niebla, apareció una sombra gigantesca. El demonio de tres cabezas había regresado. Su enorme figura eclipsaba los edificios destrozados a su alrededor, y sus ojos brillaban con una maldad insondable. La criatura caminaba lentamente, su mera presencia haciendo que el aire se sintiera más pesado, como si la oscuridad misma se hubiera condensado a su alrededor.

—¡Es el demonio de Morghan! —gritó uno de los cazadores—. ¡Es el mismo que destruyó a la ciudad!

El pánico comenzó a extenderse entre las filas de la Legión. La criatura había acabado con una ciudad entera, y ahora venía por ellos.

—¡Formación defensiva! —ordenó Rhaen, aunque en el fondo sabía que las probabilidades de supervivencia eran mínimas.

Los cazadores formaron una línea, con arqueros y magos en la retaguardia y los guerreros al frente. Las armas encantadas y las energías mágicas comenzaron a concentrarse, listas para enfrentarse a la bestia.

Kael invocó una barrera de luz alrededor de los cazadores, mientras los arqueros lanzaban sus flechas imbuidas de magia hacia el monstruo. Las flechas golpearon su piel, pero apenas dejaron rasguños. El demonio rugió con furia, sacudiendo sus tres cabezas en todas direcciones.

De un solo movimiento, el demonio atacó. Una de sus cabezas lanzó un rayo oscuro que atravesó la barrera de Kael, destrozándola en mil pedazos. Los cazadores fueron arrojados al suelo por la fuerza del impacto, y antes de que pudieran recuperarse, la criatura ya estaba sobre ellos.

Selena fue la primera en reaccionar, corriendo hacia el demonio con sus dagas listas. Con una velocidad sorprendente, escaló las ruinas cercanas para atacar desde lo alto. Se lanzó hacia una de las cabezas del monstruo, buscando un punto débil en sus ojos.

Pero la criatura era más rápida de lo que parecía. Una de sus colas gigantescas se agitó y golpeó a Selena en pleno vuelo, lanzándola contra una pared de piedra. Su cuerpo cayó inerte al suelo.

—¡Selena! —gritó Rhaen, viendo a su compañera caer.

No hubo tiempo para el duelo. El demonio atacó de nuevo, esta vez con todas sus cabezas lanzando ráfagas de oscuridad. Los cazadores que no lograron esquivar el ataque fueron consumidos instantáneamente por la energía negra. Los gritos de dolor y desesperación llenaron el aire.

Kael intentó lanzar otro hechizo, pero la criatura lo aplastó con una de sus enormes patas, haciendo crujir los huesos del mago bajo su peso.

Rhaen, jadeante y herido, se tambaleó hacia atrás, observando con horror cómo sus compañeros caían uno por uno. El demonio era imparable, una fuerza de destrucción pura. No importaban las habilidades ni el coraje de la Legión, frente a esa abominación eran como hojas al viento.

El último grupo de cazadores intentó una retirada desesperada, pero el demonio no les dio tregua. Con un movimiento rápido, sus cabezas lanzaron una ráfaga de oscuridad que consumió a los sobrevivientes, dejándolos caer en silencio, convertidos en sombras.

Rhaen, el último en pie, enfrentó a la bestia con su espada rota. Su mirada era de pura determinación, sabiendo que no sobreviviría, pero decidido a dar su último aliento en una última carga.

—¡Por la Legión! —gritó, corriendo hacia la criatura con todo el poder que le quedaba.

El demonio lo miró, como si su pequeño intento fuera una molestia insignificante. En un movimiento rápido y brutal, una de sus cabezas descendió y devoró a Rhaen en un solo mordisco.

La ciudad de Lyria cayó en completo silencio. El demonio, satisfecho con su masacre, se erguía sobre los escombros, rugiendo hacia los cielos. Había acabado con la Legión de Cazadores, y la oscuridad seguía extendiéndose.

La resistencia humana se debilitaba cada vez más, mientras la sombra del Vacío avanzaba inexorablemente, sumiendo al planeta en la desesperanza.

Demon HuntersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora