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El frío de la mañana se aferraba a mi uniforme, penetrando y llegando hasta mis muslos, mientras caminaba rápidamente por los pasillos de Hogwarts

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El frío de la mañana se aferraba a mi uniforme, penetrando y llegando hasta mis muslos, mientras caminaba rápidamente por los pasillos de Hogwarts. No había logrado dormir bien, y mis pensamientos estaban tan enredados como mi cabello que había intentado domar sin éxito. Livia estaba en mi mente, como un fantasma que no lograba exorcizar, y la única solución que había encontrado era evitarla. Si no la veía, si no me cruzaba con ella en los pasillos, tal vez podría mantener la calma que tanto necesitaba.

Pero mantenerme alejada era más difícil de lo que esperaba. Cada esquina que doblaba, cada rincón del castillo, parecía estar impregnado de su presencia. Aún así, me obligué a seguir caminando, ignorando las miradas curiosas de mis compañeros de casa que notaban mi inusual apresuramiento. Sabía que Blaise, Draco y los demás lo habían notado también, pero nadie se atrevía a preguntar. O tal vez sabían que no respondería.

Entré en la biblioteca, esperando encontrar un refugio en el silencio de las estanterías llenas de libros. Era uno de los pocos lugares donde podía estar sola, donde las expectativas y las miradas inquisitivas se desvanecían entre las páginas amarillentas de los textos antiguos. Pero incluso allí, el eco de la conversación en el lago con Livia seguía resonando en mi cabeza.

No quiero perderla...

Sus palabras me habían seguido como una sombra desde que las escuché, cada repetición en mi mente haciendo que me sintiera más culpable. Sabía que Livia estaba lidiando con mucho más de lo que yo podía comprender completamente, y una parte de mí quería estar a su lado, ofrecerle apoyo. Pero había otra parte, más fuerte y más aterrada, que sabía que acercarme demasiado sería mi perdición.

Encontré un rincón en la biblioteca, lejos de la vista de cualquiera, y me hundí en una silla con un libro al azar. No importaba cuál fuera; no estaba realmente interesada en leer. Solo necesitaba una excusa para no tener que enfrentar lo que estaba sintiendo, para no tener que admitir que tal vez estaba huyendo porque los sentimientos que tenía por Livia no eran simplemente de amistad.

El tiempo pasó lentamente, cada minuto marcado por el leve crujido de las páginas que giraba sin leer realmente. Pero no podía escapar de la realidad por siempre. Escuché un susurro detrás de mí y, cuando levanté la vista, vi a Millicent y Daphne caminando hacia mí, sus expresiones preocupadas. No podía culparlas; no había sido yo misma desde que Livia y yo habíamos discutido.

Veins Of Velvet Night - Pansy Parkinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora