O11

113 7 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La neblina era tan espesa, aún más de lo normal

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


La neblina era tan espesa, aún más de lo normal. Aun así, lograba observar el campo de Quidditch a lo lejos, iluminado por un sinfín de velas que flotaban en el aire. Desde la noche anterior, la lluvia había caído sin descanso, una tormenta incontrolable que parecía empeñada en cubrir todo Hogwarts. Habían conjurado una barrera especial para proteger a los alumnos en los podios, pero solo para ellos. Para nosotros, no había excepciones, ni el más mínimo resguardo contra el frío o la lluvia. Era frustrante… Sentía mi rostro y mi ropa empapados, cada gota helada perforándome la piel. Se suponía que en esta época del año aún quedaba algo de calor en el aire, pero este otoño parecía decidido a demostrar lo contrario. Ni una pizca de sol se había asomado; los días eran oscuros y helados, como si el invierno se hubiese adelantado.

Y, como era de esperarse, tenía tan mala suerte de no haber traído la ropa adecuada. Corrí tan rápido como pude hasta el campo, sin detenerme hasta llegar al vestuario. Allí, finalmente pude cambiarme: me puse un abrigo cómodo y cálido, junto con unas botas de cuero y unos leggings negros. Solo tenía una camiseta de manga larga roja para combinar, pero al menos era lo suficientemente gruesa para soportar el clima.

Salí y me encontré con Viktor, esperándome en la entrada del campo. Siempre tan sereno, pero con esa impaciencia sutil que lo caracterizaba. Sabía que había estado esperándome y, sin embargo, su mirada crítica me recorrió de arriba abajo.

—¿Tengo alguna mancha en la ropa? ¿O por qué me miras tanto? —dije con una sonrisa sarcástica.

Viktor se tocó la cabeza, claramente frustrado, pero con una ligera sonrisa.

—Eres una niña tonta —respondió—. ¿De verdad crees que con eso vas a soportar el frío? —Entonces, sacó una bufanda de su abrigo y me la colocó con cuidado alrededor del cuello. Era una bufanda a juego, y reconocí de inmediato el suave tejido y el aroma: típico de las prendas que Vivienne tejía para él. Sabía que era su trabajo, Vivienne era una chica buena pero con algunos problemas e inseguridades... Era agotador para el y el mismo lo sabía.

—Esto no se compara en nada con Bulgaria… y ni hablar de Rusia. Sabes lo que tuve que soportar para hablar con esos nobles durante una hora… — Dije, mientras tomaba su mano. Caminamos juntos hacia el campo, aunque el suelo estaba tan empapado que era imposible avanzar sin que el agua salpicara nuestras piernas. La tormenta seguía intensificándose, el viento arremolinándose a nuestro alrededor.

Veins Of Velvet Night - Pansy Parkinson Donde viven las historias. Descúbrelo ahora