Selena abrió los ojos, dejando que la luz matutina inundara la habitación. Se sentía más tranquila que la noche anterior, como si el sueño hubiera lavado sus preocupaciones. Pero al fijar su mirada en sus piernas, su corazón comenzó a latir un poco más rápido.
La mano de Astrid descansaba suavemente sobre su pierna, un gesto que la sorprendió y la hizo sentir nerviosa al instante. La calidez de la mano de Astrid se transmitía a su piel, generando una sensación de intimidad que Selena no sabía cómo procesar.
Selena se encontraba inmóvil, sin ganas de romper el silencio ni disturbir la paz que reinaba en la habitación. Sentía que debía esperar hasta que Astrid se despertara, como si el momento exigiera paciencia y quietud.
Además, no había ninguna razón para quitar la mano de Astrid de donde estaba.
Selena se relajó nuevamente, dejando que la calma de la habitación la envolviera. Esperó pacientemente hasta que Astrid se despertara.
Pero su tranquilidad se vio interrumpida cuando su mirada se cruzó con una figura inesperada en la pared. Una lagartija, pequeña y silenciosa, se escabullía lentamente sobre la superficie.
Aunque la lagartija estaba a una distancia segura, en la pared opuesta, su presencia envió un escalofrío por la espalda de Selena. Sin embargo, ella se esforzó por mantener la calma, respirando profundamente y recordando que Astrid estaba a su lado.
Pero su tranquilidad se vino abajo cuando la lagartija comenzó a moverse, caminando por el techo de la habitación con una lentitud que parecía calculada. Selena contuvo la respiración, su corazón latiendo con anticipación.
Y entonces, sin previo aviso, la lagartija cayó sobre la cama, a solo unos centímetros de distancia.
-¡Ay, Dios mío! -gritó Selena, aterrada, mientras pataleaba frenéticamente para sacar la lagartija de la cama. Su corazón latía con fuerza y su respiración se volvió agitada.
El fuerte grito de Selena y su agitada patalea despertaron a Astrid de golpe. Se sentó sobre la cama, desorientada y confundida.
-¿Qué pasa? ¿Qué sucede? -preguntó Astrid, con voz soñolienta.
-¡¿Dónde está?! -preguntó Selena, inquieta y con los ojos escaneando la cama-. ¡¿En dónde se metió?!
-¡¿Dónde se metió qué?! -preguntó Astrid, confundida.
Selena se quedó en silencio, su mirada fija en un punto específico de la cama. Astrid siguió su mirada y se dio cuenta de que Selena estaba viendo la lagartija, que se había enredado en las sábanas que rodeaban su cintura y piernas.
Cuando la lagartija se movió, Selena se aterró de nuevo. Su miedo a los insectos y reptiles era irresistible. Actuando por impulso, sacudió la sábana de Astrid con fuerza, intentando lanzar el animalito fuera de la cama.
La sábana se elevó, cubriendo casi completamente a Astrid. Selena ya se había dirigido al borde de la cama, buscando desesperadamente al animalito en el suelo. Su corazón latía con fuerza y su respiración era agitada.
-¡¿Y ahora qué te pasa?! ¿Qué demonios te ha picado? -preguntó Astrid, con una mezcla de frustración y confusión en su voz. Su rostro mostraba una expresión de disgusto y sorpresa por la reacción exagerada de Selena.
Selena se volvió nuevamente hacia Astrid, buscando al animalito. Mientras tanto, Astrid retiró la sábana que la cubría, pero en ese momento, la lagartija cayó sobre su hombro, muy cerca de su cuello.
Selena se asustó de nuevo y, en su afán por quitar el animalito, perdió el control. Su mano se movió impulsivamente y le pegó una cachetada a Astrid en la mejilla izquierda.