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Habían pasado meses desde la desaparición de ____. Kid no había descansado desde aquel día en Boreas, y la falta de progreso lo había desgastado tanto física como mentalmente. La energía que solía irradiar, su perfeccionismo por la simetría, todo eso parecía haberse desvanecido bajo el peso del agotamiento y la culpa.

En la academia Shibusen, los pasillos eran testigos de un Kid diferente: su andar era lento, su semblante apagado y sus ojos oscuros por las noches sin dormir. Su obsesión por encontrar alguna pista lo había dejado en un estado constante de mal humor, y la preocupación de sus amigos se hacía cada vez más evidente.

Liz y Patty, quienes siempre habían sido su apoyo, lo veían desmoronarse poco a poco. Liz, con su actitud despreocupada habitual, había dejado de molestarlo por su obsesión con la simetría. Sabía que había algo mucho más profundo detrás del comportamiento de Kid, pero estaba preocupada por su amigo.

—Esto no puede seguir así —dijo Liz una tarde, sentada en el sofá de la casa de Kid junto a Patty. Kid estaba en su escritorio, revisando mapas y documentos una vez más, con el ceño fruncido. —Está obsesionado. Apenas come, apenas duerme, y cada vez está más irritable.

Patty, quien normalmente mantenía su sonrisa despreocupada, asintió con preocupación. —Sí... ya ni se ríe de mis bromas, aunque no es como que lo hiciera antes. No me gusta verlo así, Liz.

—Tenemos que hacer algo —decidió Liz, levantándose del sofá y caminando hacia Kid. —Oye, Kid... necesitas descansar. Esto no te está haciendo bien.

Kid no levantó la vista de los papeles. —No puedo descansar. No hasta que la encuentre.

—Pero, Kid... —intentó decir Patty, pero él la interrumpió bruscamente.

—¡No lo entienden! —su voz era más cortante de lo habitual, un reflejo de la frustración que lo consumía—. Cada segundo que no hago nada es un segundo en el que ella podría estar sufriendo. No puedo detenerme. No puedo permitírmelo.

Liz y Patty intercambiaron miradas, preocupadas, pero sabían que insistir no serviría de nada en ese momento.

Al día siguiente, en la cafetería de Shibusen, Maka, Soul, Black☆Star y Tsubaki también hablaban sobre Kid. Maka, siempre seria y preocupada por sus amigos, frunció el ceño mientras agitaba su taza de té.

—Kid no está bien —comentó, mirando a los demás con una expresión grave—. No lo he visto así antes. Está... apagado.

Soul, con su habitual actitud relajada, masticaba un trozo de pan con indiferencia, pero incluso él había notado el cambio en su amigo. —Sí, el tipo se está volviendo un fantasma. No sé cuánto tiempo más podrá aguantar sin estallar.

Black☆Star, en su habitual tono de arrogancia, trató de minimizar la situación, aunque también estaba claramente afectado. —Tsk, Kid solo necesita un buen entrenamiento. Eso lo pondrá de vuelta en forma.

—No creo que sea tan simple, Black☆Star —intervino Tsubaki suavemente, su mirada llena de empatía—. Kid no está actuando como él mismo porque está sufriendo. Está tratando de encontrarla, y la desesperación lo está consumiendo.

Maka asintió, su mirada fija en su taza. —Hemos intentado hablar con él, pero no escucha. Está tan centrado en encontrar a ____ que ha olvidado cuidarse a sí mismo.

—¿Qué crees que deberíamos hacer? —preguntó Soul, finalmente poniendo su pan a un lado.

Maka suspiró. —Creo que debemos estar ahí para él, aunque no quiera escucharnos. No podemos obligarlo a detenerse, pero tal vez podamos apoyarlo de alguna manera. No podemos dejar que se hunda más.

Black☆Star se cruzó de brazos, con una sonrisa de confianza en su rostro. —No se preocupen, cuando yo intervenga, ¡le mostraré que debe dejar de preocuparse tanto! ¡Después de todo, soy el gran Black☆Star!

Tsubaki lo miró con una sonrisa cálida pero cansada. —Black☆Star... tal vez no sea el momento para tu método habitual.

Maka asintió. —No, pero necesitamos hacer algo. Si no, vamos a perder a Kid también.

Esa misma noche, Kid se encontraba solo en su habitación, una pila de papeles y mapas esparcidos frente a él. Sus ojos ardían por el cansancio, pero no podía detenerse. Su mente no dejaba de pensar en ____, en su desaparición, en cómo no había podido protegerla.

Los recuerdos de ella lo atormentaban, y cada pista fallida era una punzada en su alma. Sabía que estaba destruyéndose lentamente, pero la idea de detenerse le parecía insoportable.

Una suave llamada a la puerta interrumpió sus pensamientos. Liz asomó la cabeza, su expresión más suave que antes.

—Kid... —comenzó, entrando con cautela—. Sabemos que esto es importante para ti, pero tienes que descansar. No puedes seguir así.

Kid no respondió de inmediato, sus ojos seguían fijos en los papeles.

—No entiendo por qué no puedo encontrarla —dijo finalmente, su voz quebrada por el cansancio—. He revisado cada rincón, cada posibilidad... pero es como si se la hubiera tragado la tierra.

Liz se acercó y colocó una mano en su hombro. —Kid, encontraremos una manera. Pero no puedes hacer esto solo. Déjanos ayudarte.

Por un momento, Kid pareció considerar sus palabras. El peso de todo lo que había estado cargando lo había debilitado más de lo que estaba dispuesto a admitir. Pero el miedo de perderla para siempre aún lo dominaba.

—Tal vez tengan razón —murmuró finalmente, su voz apenas un susurro—. Pero no sé cómo dejar de intentarlo.


Simetría [Death The Kid]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora